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Morales acusado de sedición

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El 18 de abril de 1995 Evo fue nuevamente detenido como parte de un operativo destinado a impedir un supuesto golpe de Estado que nunca existió, tal como también alguna vez utilizó la oposición chilena para justificar el golpe de la CIA y Pinochet.

La trama correspondía a los especialistas en contrainsurgencia de Estados Unidos, que utilizaban a su libre arbitrio los batallones militares y policiales bolivianos bajo su asesoría y dirección.

De acuerdo a las informaciones, notoriamente falsas, Morales estaba implicado en un intento de golpe originado en las orillas del lago Titicaca y en el que participarían Sendero Luminoso de Perú y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En realidad, militares estadounidenses y bolivianos entraron armados e invadieron la sede de una reunión que se estaba desarrollando pacíficamente. Era un encuentro del Consejo Andino de Productores de Hoja de Coca (CAPHC), presidido por Evo. Allí fue arrestado junto a decenas de dirigentes sindicales, y confinado en un lugar remoto del trópico amazónico.

Mientras a él lo llevaban a Tiquina, dos de sus compañeros fueron torturados para que lo acusaran de tener vínculos con el narcotráfico, lo que nunca hicieron. Este hecho demostró que intentaron armar un caso y tramaron un falso renacimiento de Sendero Luminoso como típico accionar contrainsurgente de Estados Unidos.

En esos momentos Evo fue trasladado a la Policía Técnica de La Paz, donde el gobierno de Sánchez de Lozada le ofreció la libertad a cambio de un plan de erradicación de las plantaciones de coca. Como Morales no aceptó, el ministro de gobierno, Carlos Sánchez Berzain, lo amenazó: si no accedía a colaborar, “habría un avión de la DEA listo para sacarlo de Bolivia” y llevarlo a Estados Unidos”.22

Así relata Morales aquella vivencia: “Estaba en una reunión internacional de productores de coca de Perú y Colombia en Copacabana. Y allí me detuvieron en un operativo de la DEA y las fuerzas locales que ellos controlaban. Recuerdo que cuando estaba en la celda me sacó alguien que había sido ministro, Eduardo Pérez Beltrán. Había celdas subterráneas. Me sacaron de allí y me hicieron sentar. Estaba así sentadito cuando entró el ministro de gobierno Sánchez Berzain. Puso música y los pies encima del escritorio y me dice ‘Evo hay que erradicar la coca’. Y le contesto claramente ‘Eso no depende de mí sino de la decisión de las bases, de todos’. Entonces me dijo Tienes tres caminos: el cementerio, la cárcel de Chonchocoro o te mandamos a Estados Unidos’. Le contesté: ‘Ministro, usted puede hacer lo que le dé la gana’. No le gustó nada y me respondió ‘Ahora mismo busco una camioneta y te mando en avión a Estados Unidos’. Después quiso comprarme. Me dijo: ‘Mira, ahora estás solo. Yo te puedo ayudar si no tienes nadie que te financie’. Le contesté duro ‘Yo estoy en sus manos’. Él se fue silbando, como para darme miedo, pero me mandó de vuelta a la celda muy enojado. No sabía de qué acusarme. Un tiempo después supe por un periodista conocido que había hablado con agentes de la DEA para una nota en el diario La Opinión de Cochabamba, que ellos le dijeron que me habían investigado y que no encontraron nada para acusarme como narcotraficante, ni como mujeriego ‘pero a veces se toma su cervecita’. Le dije que por qué no escribía eso ante las campañas contra mí y me contestó que no podía hacerlo porque se lo habían contado privadamente”.23

Cómo Sánchez Berzain no logró nada de Evo, lo confinó en el Beni junto a ocho dirigentes campesinos. Lo liberaron el 9 de mayo en Cochabamba. Nunca se pudo aclarar de qué se trataba el cargo de subversión por el que estuvo detenido. Pero a partir de ese momento “hubo una campaña muy grande donde me descalificaban, intentaron desprestigiar nuestro trabajo. Todo lo intentaron. Decían que no teníamos apoyo social y que no era una lucha sindical, sino que nosotros que defendíamos nuestros derechos, estábamos peleando por otros intereses. Que éramos narcotraficantes. No productores de hoja de coca, ni trabajadores. La campaña estaba fomentada por Estados Unidos y eran muy activas la embajada y sus agencias”.24

Por esos días el gobierno hablaba de diversas “sospechas” sobre el dirigente, al que acusaban de encubrir el narcotráfico, pero no podían presentar pruebas. Hubo advertencias de organismos que demandaban a los cocaleros limitar cultivos. Incluso llegaron a ofrecerles 2.500 dólares por hectárea erradicada. Falazmente, se presentó a Morales como el líder de los supuestos terratenientes con los que era necesario acabar.

La campaña ordenada por Washington no era solo interna. Varios medios internacionales, y diplomáticos de Estados Unidos se referían a Morales como el zar de la coca y calificaban a los cocaleros como mafiosos y narcoterroristas. Esa campaña perduró largo tiempo. Y sigue constituyendo hasta hoy un eje de la desinformación.

Ante esa situación, Evo denunció las graves injerencias de Estados Unidos y lanzó la advertencia de que iban a defender sus cocales hasta las últimas consecuencias. Los cocaleros no estaban solos. Había comenzado una etapa en la que las movilizaciones conjuntas de todos los sectores afectados no se detendrían más.

Algunos documentos que se han filtrado en los últimos tiempos indican que había un seguimiento persistente de la CIA y la DEA contra Morales. Incluso existe una cantidad de informes de seguimiento y fotografías realizadas por los agentes de esos organismos.

El año 1995 marcó un punto de inflexión pues Evo comenzó a trascender su trayectoria sindical. Había adquirido fama a nivel nacional y ya no era identificado solo como líder sindical, sino como un fuerte luchador social. Esto lo convertía en un problema para el gobierno, que lo consideraba un enemigo de los intereses de Estados Unidos en Bolivia.

Washington no pudo detenerlo en una gira que lo llevó a Europa, cuando ya era muy conocido en América Latina. En 1994 estuvo en Argentina y él mismo confiesa que no había imaginado el recibimiento que le hicieron los movimientos sociales y el respeto que originaron sus intervenciones.

En febrero comenzó su gira europea por Austria, Bélgica, Dinamarca, Alemania, Luxemburgo, Holanda, Reino Unido e Italia, invitado por varias ONG que auspiciaban la campaña Coca 95, para divulgar en el mundo los aspectos económicos, sociales y culturales de la producción y el consumo de hoja de coca en el área andina.

Morales demostró en diversas conferencias que la coca no era cocaína y que Estados Unidos tenía que luchar contra el consumo y los narcotraficantes fronteras adentro. La política de Washington —decía Evo— tiene consecuencias graves en los países ricos y lleva muerte, represión e injusticia a las zonas andinas, intentado obligar a los pueblos a prescindir de un alimento ritual que sus antepasados han consumido por siglos.

8. Evo Morales. Entrevistas con la autora, 1994-2003-2005.

9. Ibídem op. cit.

10. Ibídem op. cit.

11. Selser, Gregorio, Bolivia. El cuartelazo de los cocadólares, Mex Su Editorial S.A, México, diciembre 1982.

12. Evo Morales en entrevista con la autora.

13. Palabras de Evo Morales en entrevista con la autora.

14. Tomado de un trabajo de CIDOB (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia).

15. Evo Morales, en entrevista con la autora.

16. Morales, en entrevista con la autora.

17. Evo Morales, en entrevista con la autora.

18. Ibídem, op. cit.

19. Sivak, Martín, Jefazo. Retrato íntimo de Evo Morales, p. 72.

20. Evo Morales, en entrevista con la autora.

21. Morales en entrevista con la autora.

22. Evo Morales en entrevista con la autora.

23. Ibídem op. cit.

24. Ibídem op. cit.

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