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Resultados de la evaluación cognitiva

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Cuando el paciente ingresó en la institución, en 2014, se le realizó una evaluación cognitiva completa a fin de conocer su estado neuropsicológico, así como una evaluación específica de las funciones ejecutivas y la cognición social, mediante la aplicación de tests diseñados para captar de una manera más ecológica las dificultades del paciente. En la evaluación cognitiva se observaron fallas en múltiples dominios cognitivos, incluyendo severas dificultades en la memoria episódica, en el funcionamiento atencional ejecutivo, en el lenguaje y en las habilidades visuoespaciales. En lo que respecta a la evaluación de las funciones ejecutivas y la cognición social, se observaron grandes fallas en tareas de control inhibitorio y memoria de trabajo. A su vez, se evidenciaron fallas significativas en pruebas que evalúan teoría de la mente.

El perfil cognitivo de JQ correspondía con un deterioro cognitivo de grado moderado/severo, con afección en múltiples dominios cognitivos.

En 2015, luego de un año de trabajo, se volvió a evaluar al paciente, observándose una leve mejoría en el dominio atencional ejecutivo, en el lenguaje y en las praxias. Más allá de esta leve mejora en las pruebas neuropsicológicas, JQ se mostró muy irritable y agresivo durante la evaluación. Así, se debieron suspender varias de las pruebas administradas, a pedido del paciente.

Un año después, en 2016, se lo volvió a evaluar. Se observó cierta estabilidad en el perfil cognitivo. Más allá de esto, el dato más significativo fue respecto de lo conductual. En esta oportunidad, si bien presentó irritabilidad y comentarios inapropiados para el contexto de evaluación, estos fueron de menor intensidad y no se debió suspender ninguna de las pruebas evaluadas.

En 2017, en una nueva evaluación, si bien se observó una leve mejoría en pruebas de screening generales y ejecutivas, y un mejor rendimiento en la velocidad de procesamiento de la información y en la memoria verbal, el dato más significativo continuó siendo lo conductual. En esta nueva oportunidad se logró evaluar a JQ con mayor cantidad de pruebas y mostró mayor tolerancia a la situación de evaluación.

Teniendo en cuenta el resultado de las evaluaciones de estos cuatro años, resulta fundamental aclarar la importancia de las fuentes de datos que utilizamos. Esto es clave para cualquier tipo de evaluación, pero más aún cuando evaluamos funciones del lóbulo frontal. Es importante contemplar cuatro fuentes de datos principales: la evaluación cognitiva; las quejas del propio paciente; las quejas de familiares o personas significativas con quien el paciente comparte tiempo; y las observaciones conductuales del evaluador.

En pos de este objetivo, además de las observaciones conductuales en las evaluaciones, evaluamos al paciente con una escala visuoanalógica que buscaba pesquisar con mayor detalle los cambios de JQ en su día a día. Esta contó con varias preguntas que desarrollaremos más adelante. Teniendo en cuenta la presencia de anosognosia de JQ, se decidió administrar la escala a sus cuidadores, lo que se hizo al comienzo del tratamiento y a los cuatro años de comenzado este. Dichas escalas fueron adecuadas al motivo de consulta o las dificultades percibidas por sus cuidadores y familiares. Si bien lo desarrollaremos más adelante en el capítulo, se evidenciaron importantes cambios a partir de su implementación.

Pero… ¿cómo logramos esto? A continuación, detallaremos el proceso de puesta de objetivos, y de rehabilitación del paciente.

Rehabilitación cognitiva. Casos clínicos

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