Читать книгу Fan fatal - Vicente Molina Foix - Страница 8

Оглавление

TEORÍA DE LO BELLO TELEVISIVO

La tarde quema mucho. Quiero decir la tarde, esa entidad televisiva para la hora de la siesta que ahora, bajo el vigorizante nombre de Viva la tarde, pretende sacudir nuestra modorra con canciones y risas en la primera cadena.

La siguiente pregunta está en el aire: ¿es el programa en sí, en sus distintas nomenclaturas, lo que quema, o es la sobremesa, esa hora española de ver la tele la que devora golosamente a sus presentadores?

No se puede exigir mucho a tales horas. Pero Televisión Española, en permanente vela por nuestros intereses estéticos, al menos se ocupa de que rostros hermosos y cuerpos espigados amenicen la tarde.

Y algo más; en un gesto indiscutiblemente concordatorio, han colocado un cura, mosén José Casero, de factor masculino del programa. Siempre lo sospeché: la tele es como un púlpito, y las altas cadencias de la oratoria sacra se avienen muy bien con el bajo placer de una buena mesa.

De este padre ha causado impresión su buena planta, su rostro agraciado (que se añade a la otra gracia intrínseca, infinita, incorpórea). Y aquí viene la segunda pregunta, que está, esta, en la calle: ¿hay que ser guapo para ser locutor televisivo?

Al padre Casero, bien es cierto, le ayudan María Teresa Campos, la mujer de experiencia, y María Casanova, la belleza casera y mojigata, pero no cabe duda de que, frente a la mortecina fase anterior en que la Campos era única conductora del programa, las más altas instancias han juzgado necesaria la invitación de lo bello sagrado a lo profano que supone la presencia en los platos del reverendo con sus elegantísimas camisas de lino abiertas por el tercer botón.

Lo que eso insinúa da mucho que pensar. ¿Habrá obtenido, así, Felipe Mellizo su recinte premio periodístico no por bueno sino por feo, en un medio donde lo que se da es lo bello?

A este respecto, la influencia dejada en Prado del Rey por el exiliado (voluntario) Pepe Navarro es indiscutible, y más profunda de lo que parecía. En La tarde, tras los paréntesis sesudos y pizpiretos de Paco Montesdeoca y Nuria Gispert, se vuelve, como hemos visto, a los cánones clásicos de belleza, pero es que se está contagiando a todos los programas esta oleada de hermosura y elegancia.

Fernando G. Tola, Pablo Lizcano y José Miguel Ullán, a quienes se ha visto en la vida real un cierto desaliño indumentario, aparecen en sus programas respectivos impecablemente trajeados y hasta con alfileres de corbata; Olvido Alaska, que no es exactamente hermosa, ha llegado a salir muy favorecida por ganchos y peinetas en sus presentaciones infantiles de La bola de cristal.

Y ¿qué decir de los deportes, disciplinas viriles y austeras en las que uno podría imaginar que estas frivolidades no interesan?

Pues ahí están las noticias de baloncesto y tenis, de fútbol y alpinismo, presentadas por Elena Sánchez, monísima, y por Frederic Porta, monísimo.

Solo digo una cosa. Tras esta apoteosis de belleza, nuestros ojos, regalados como los de los tratadistas de estética del neoclasicismo, no van a contentarse. Tenemos lo grotesco (aquí no digo nombres), lo feo y lo hermoso; ¿cuándo va a llegar a nuestros receptores lo sublime? Todo es esperar.

Fan fatal

Подняться наверх