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Jesús y Apolonio de Tiana

Las historias de Jesús y las de Apolonio son muy parecidas, y los discípulos de ambos grupos se consideraban auténticos. Hay similitudes en las historias de ambos personajes, veamos: el nacimiento de Jesús tiene elementos prodigiosos con señales del cielo, y estos mismos eventos se repiten en el de Apolonio; el Espíritu Santo se manifiesta en el Nuevo Testamento como paloma, en Apolonio se manifiesta ese ser supremo en forma de gansos; en la historia de Apolonio, estos gansos son los que hacen nacer un niño prematuro divino… Veamos la historia de la anunciación de Apolonio:

[…] que cuando su mamá estaba pronta a dar a luz, fue avisada en un sueño que fuera a un campo o un prado y colectara flores. Cuando llego ahí sus niñas compañeras estaban colectando las flores mientras ella se recostó en el pasto y se durmió. Algunos gansos que estaban comiendo por ahí formaron un círculo alrededor de ella mientras ella dormía; luego, alzando las alas en su forma característica de ellos mientras formaban ese círculo hicieron un sonido repentino. Ese sonido hizo que ella se despertara y diera a luz un hijo que vino a ser Apolonio. Y mientras todo esto sucedía cayó un rayo del cielo, se posó sobre el mismo cielo y se desapareció regresando al mismo cielo. Con esto sin lugar a dudas los dioses estaban dando un signo y un presagio de quién vendría a ser él.29

No solo en esto se parece a los signos de la historia de Jesús descrita en Lucas en el famoso pasaje de la Anunciación (Lc. 1:26-38) sino que, cuando la mamá de Apolonio lo había engendrado, ella tuvo una visión de una divinidad egipcia llamada Proteo y le preguntó la futura mamá a este ser divino quién iba a ser el hijo que había engendrado, a lo cual Proteo contestó: “Yo mismo”.30 El autor continúa describiendo a Proteo como un dios multiforme, teniendo todo el conocimiento presente y futuro.31 Compárese este pasaje con el de Lucas en la anunciación de Jesús, donde dice el ángel que Jesús sería llamado Hijo del Altísimo (Lc. 1:32). Y en Apolonio se dice que era el Hijo de Zeus (La vida de Apolonio de Tiana, 1:6).

Con todo esto dicho, el autor de la historia que escribe sobre Apolonio concluye: “Sin duda los dioses están dando un signo y presagio de su brillantez, su exaltación sobre las cosas terrenales, su cercanía al cielo y todas las cualidades de todos los Maestros” (1:5). Esta historia se parece mucho a la de Jesús en cuanto a lo que se dijo de él cuando estaba por nacer y cuando ya había nacido.

Apolonio no se casó y fue célibe (1:13). No hacía nada por dinero (1:13). Era hacedor de milagros y aun resucitaba muertos (4:45) y expulsaba demonios (4:44). Al final de su vida fue llevado al emperador Domiciano. Los paralelos de la vida de Apolonio con la de Jesús son enormes. Después de muerto Apolonio, lo reconocieron como divinidad y le hicieron santuarios.

Filástroto habla también de la muerte de Apolonio. En una de sus descripciones, dice que murió en la isla de Creta. Presumiblemente Apolonio fue a un santuario dedicado a un dios de esa localidad. Ese santuario era cuidado por perros bravos. Cuando los perros vieron a Apolonio, en lugar de ladrarle y enfrentarlo, lo recibieron de una forma amistosa. Los cuidadores del santuario, al verlo, ataron a Apolonio con cadenas, pensando que había hecho amistad con los perros usando magia o encantos para poder pasar sin que le hicieran daño pero, a la medianoche, Apolonio se desencadenó milagrosamente32 y después llamó a los guardias para que vieran lo que iba a suceder. Corrió a las puertas del santuario del dios local y, al llegar, éstas se abrieron de par en par por sí solas. Procedió a entrar en el santuario, y las puertas se cerraron por sí mismas. Desde adentro del santuario se oyeron las voces de niñas cantando: “¡Procede de la tierra! ¡Procede al cielo! ¡Procede!”. En otras palabras, se le ordenó a Apolonio que pasara a ser parte del reino de los dioses. “Evidentemente así sucedió porque ya no fue encontrado en la tierra” (Vida de Apolonio, Libro VIII, cap. 29-31).

Nuevamente los paralelos con la historia de Jesús son impresionantes. Al final de su vida, Jesús fue tomado prisionero por causar una revuelta en el templo de Jerusalén, fue arrestado y después de dejar la tierra cuando murió, ascendió al reino de los cielos. Apolonio, como filósofo, enseñó que el alma es inmortal y que la carne muere, pero que la persona continúa viviendo después de haber muerto en la carne ―este pensamiento griego sobre la muerte ha influido mucho al cristianismo―. No todos le creyeron, pero después que partió al cielo, en una visión se apareció a uno de sus seguidores, quien dudó de él. Apolonio convenció a su seguidor de que él todavía estaba vivo y presente entre ellos. También Jesús, después de muerto, se le apareció a Tomás el escéptico y a sus discípulos, diciendo que él no había muerto, sino que vivía y que seguiría viviendo eternamente (Hch. 1:2-9). Es impresionante el paralelismo de las dos historias.

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