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Los olmecas

Cuando en la Navidad del 2018 fuimos mi familia y yo a visitar los estados de Puebla y Veracruz, conocimos el Museo de Antropología de Xalapa con sus impresionantes cabezas olmecas y la más grande colección de ellas en el mundo en un solo lugar. Estas cabezas colosales no eran cualquier cabeza labrada en piedra, eran la representación del poder y de la deidad de sus jefes, como vamos a ver un poco más adelante, pero antes vamos a entender el contexto de los olmecas en el mundo.

Hace más de 20 mil años los humanos emigraron a América por el estrecho de Bering.48 Antes de los griegos, romanos y judíos, la civilización en América ya existía.

Los olmecas, al parecer, fueron originales en el desarrollo de sus deidades. Las montañas se han venerado por milenios por los hombres como poseedoras de poderes. En la Biblia se refiere a las montañas como centros de adoración o de epifanías (manifestaciones divinas). Moisés subió al Monte de Sinaí por órdenes de Dios y ahí recibió las dos tablas de la ley con los 10 mandamientos. En los olmecas las montañas figuran como centro de adoración y peregrinaje. Así lo testifica el Cerro del Manatí, en Veracruz, donde se encontraron múltiples ofrendas y emana un manantial de agua termal. Los antropólogos dicen que desde el año 1200 a. C. ahí peregrinaban y entregaban sus ofrendas a sus dioses.49

Las montañas han sido un imán para la raza humana, como imponentes lugares que invitan al respeto, y el judaísmo no es la excepción, al referirse a ellas como el lugar donde habita Dios, y donde fue construido el templo de Israel, en el Monte de Sion, que es una montaña también.

El renombrado arqueólogo Edwin Barnhart, especialista en la cultura maya por más de tres décadas, data a los olmecas como los primeros colonizadores de Mesoamérica.50 Incluye la mitad del territorio mexicano en el centro y sur, Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras y Nicaragua. Tienen vestigios tan antiguos como hacia 1700 a. C., es decir, por los tiempos que vivió Abraham según el Antiguo Testamento, y antes de los imperios griegos, romanos y persas. Nos remontamos hasta los tiempos del imperio babilónico y egipcio. Así de antiguos son los olmecas, solo que ellos no habían desarrollado completamente un sistema de escritura51 en aquellos años y, gracias a las esculturas e interpretaciones de símbolos que tallaron en monumentos y estelas52, se ha podido conocer mucho de su cultura y de sus creencias.

Junto con la evolución en el Medio Oriente del pueblo de Israel hace 3,000 años, en América también estaba evolucionando la cultura olmeca en sus múltiples facetas. Desafortunadamente, la conquista de los españoles en el siglo XV, con el encargo de cristianizar a los indígenas, destruyó mucho de lo que los olmecas pensaban y creían. Sin embargo, las estelas de piedra con signos y características se han podido descifrar por los arqueólogos, y hoy podemos saber lo que pasó hace muchos miles de años.

Así lo relatan Kathleen Berrin y Virginia Fields en su libro del Museo de Antropología de Xalapa: “En todas las grandes ciudades de Mesoamérica se encuentran representaciones de los gobernantes. Sus características se registraban y su linaje se comparaba con el de los dioses”.53 Aquí también, al igual que en Grecia y Roma, había hombres que pasaban por tener linaje de dioses. Esto lo podemos apreciar claramente al haberse encontrado los retratos de los gobernantes en lugares sagrados de los olmecas y mayas, otorgándoles una naturaleza superior a la de los demás. Este parece ser el mensaje principal en los monolitos olmecas que se han descubierto, en la opinión de respetados arqueólogos.

Las cabezas colosales de los olmecas no se usaban solo como adornos sino también como tronos de los líderes que los consideraban dioses de ellos. Esto fue probado por el arqueólogo David C. Groove al descubrir en un mural en Oxtotitlán, Guerrero, una pintura todavía preservada en una cueva con colores vivos policromados en rojo, verde, amarillo, naranja, café y negro, en la que se aprecia a un jefe olmeca sentado en una cabeza colosal. Desde ese descubrimiento se ha aceptado que tales monumentos eran los asientos de los gobernantes olmecas, tanto en sentido metafórico como real.54 El culto a la figura del gobernante olmeca es muy claro. El suyo se comparaba al linaje de los dioses, es decir, el culto a un líder, tal como lo hicieron los griegos y los romanos ―que le asignaban ascendencia divina―, era también evidente en los olmecas, mayas, aztecas y demás culturas mesoamericanas. Este patrón de asociar a un hombre con la divinidad no es exclusivo de todas las culturas que ya he mencionado.

También los faraones de Egipto pensaban que eran dioses, asimismo los reyes chinos y los reyes japoneses, es decir, es un común denominador ver que en cada cultura alrededor del mundo hay una clara evolución, a pesar de que hubo seres divinos entre nosotros.

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