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Otros dioses en la Biblia

Cuando se habla de Jesús el Hijo de Dios en el cristianismo, muchos piensan que este hecho de nacimiento prodigioso es único en la historia de la humanidad. La realidad es otra, hay historias diversas de muchos dioses que tienen relaciones con humanos y, de ellas, nacen seres divinos con poderes especiales. Veamos algunos ejemplos de tantos que existen en la historia.

Comienzo con el mismo Génesis de la Biblia: Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas (Gn. 6:1-2). Hay muchas interpretaciones de este antiguo pasaje pero, sin entrar en detalles, es claro lo que dice: hijos de Dios se juntaron con hijos de los hombres, es decir, se juntaron divinidades con terrenales, concluyendo que no era un solo Dios, sino que había varios.

En un pasaje del Nuevo Testamento, en el Libro de los Hechos, cuando el apóstol Pablo y Bernabé andaban en su primer viaje misionero, después de abandonar al pueblo judío por no convertirse al cristianismo, entraron a la ciudad de Listra, donde había templos a los dioses griegos, no templos a los dioses mitológicos griegos, sino gente que creía en Zeus y Mercurio como dioses griegos. Al entrar a Listra, en Macedonia, relata Lucas, autor del libro de Hechos, lo siguiente:

Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies cojo de nacimiento, que jamás había caminado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, le dijo a gran voz: levántate derecho sobre tus pies. Y el saltó y anduvo. Entonces la gente visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios (Hch. 14:8-13).

Nótese que a Bernabé lo nominan como al dios Júpiter, deidad romana cuya equivalencia sería Zeus entre los dioses griegos. Ambos son los soberanos en sus propias culturas. A Pablo lo denominan Mercurio, que es el dios romano equivalente a Hermes, el dios griego. Ambos dioses tenían templos en toda Macedonia, y la gente estaba ávida de adorarlos y presentarles ofrendas de sacrificios, tal como sacrificaban en el templo judío a Dios.

Nótese que, en el pasaje citado, haber confundido a Pablo y Bernabé con dioses refleja una práctica común que relacionaba a los hombres con las deidades. Hay otros ejemplos de personajes en la historia o en la leyenda a los que les sucedió lo mismo, aunque en términos diferentes.

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