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El Popol Vuh y el Génesis

El Popol Vuh es el libro indígena más antiguo de América. Es también un libro religioso e histórico para los mayas. La interesante historia de cómo llegamos a saber de este libro inició con uno de los padres dominicos de Sevilla, España, Francisco Ximénez. A principios del siglo XVIII, él estaba predicando en Guatemala y conquistó la confianza de algunos indígenas mayas que conocían la existencia de ese libro religioso. El padre Ximénez sabía parte del idioma quiché y descubrió intacto el texto.55 Alguien le dijo de la existencia de ese documento en la misma biblioteca de su parroquia y, buscándolo, lo encontró. Con papel en mano copió el texto en lengua vernácula, pero con letras latinas, y a un lado puso una columna donde tradujo la historia al español. Seguramente debe haber sido emocionante tener en las manos dicho escrito y traducirlo. No está claro si él tuvo el texto original con los caracteres originales, o bien, si ya era una traducción al idioma de los mayas del territorio donde se halla actualmente Guatemala. Debe haber existido antes un códice con jeroglíficos que representaban la tradición y la leyenda del pueblo, pero hasta el día de hoy no se ha encontrado y, posiblemente, algún día saldrá a la luz.56

Veamos la interesante historia de la creación relatada en este libro, que dice así: “Entonces no había ni gente, ni animales, ni árboles, ni piedras, ni nada. Todo era un erial desolado y sin límites”. Compárese esta historia con la de la creación relatada en el Génesis, que dice que la Tierra estaba desordenada y vacía. En este relato maya de la creación se describen tres dioses que vivían en el silencio del universo: Tepeu, Gucumatz y Hurakán. Ellos señalan que el primer elemento de la creación fue la luz. Curiosamente éste también es el primer elemento que se menciona en la historia de la creación en el Génesis. En el siguiente momento, los dioses mayas dijeron: “Es bueno que se vacíe la tierra y se aparten las aguas de los lugares bajos a fin de que estos puedan ser labrados”, que también tiene paralelo con el tercer día de la creación según el Génesis, cuando Dios separó las aguas de la tierra para que produjeran fruto.

Posteriormente los tres dioses mayas dijeron que no era bueno que los árboles estuvieran solos junto con las bestias y los animales, y se describe cómo los dioses les dan el lenguaje propio de ellos, pero nunca esos seres vivientes los reconocieron como dioses a ellos, así que los dioses se juntaron para hacer una creación nueva que sí pudiera reconocerlos como tales, y “empezaron a formar, con barro húmedo, las carnes del nuevo ser que imaginaban”.57

Esta historia se parece a la segunda de la creación en el Génesis. Digo segunda historia porque hoy es bien reconocido por los teólogos que, en el Génesis, hay claramente dos historias diferentes de la creación. La primera está descrita en Génesis 1:1 al 2:3 y la segunda en Génesis 2:4 al 2:25. Ambas repiten la creación del hombre y de la mujer, pero en forma diferente y, sobre todo, en la primera historia a Dios se le llama así, y en la segunda a Dios se le antepone el nombre de Yahvé, y se juntan los dos nombres como Yahvé Dios. Claramente son dos las historias que se fueron pasando de generación en generación y ambas se escribieron.

En la segunda historia en el Génesis está la descripción de cómo Yahvé Dios forma al hombre del polvo de la tierra, es decir, del barro. En esto existe el paralelismo con la historia en el Popol Vuh pero, en la escrita por los mayas, los hombres de barro fenecen porque, cuando se mojaban, el agua los deshacía. Los dioses mayas intentaron una nueva creación después de ésta fallida. Buscaron una que no tuviera el problema del barro, y formaron a los hombres de madera “para que pudieran caminar con rectitud y firmeza sobre la faz de la Tierra”. Estos hombres de madera procrearon hijos, pero no tenían corazón. No entendían que eran hombres que venían de la creación de los dioses y caminaban en la Tierra sin reconocer a la deidad que los había formado. Eso los llevó a la destrucción por parte de los dioses, quienes buscaron una nueva creación.

Véase aquí la importancia que daban los mayas a creer y reconocer que dioses supremos los habían formado; si no lo hacían, perecerían, y todos los hombres de madera perecieron por medio de un diluvio universal;58 todo fue destruido, hasta la misma creación que los dioses habían hecho. Luego hubo una tercera creación del ser humano usando nuevas sustancias, llamadas tzite para el hombre y espadaña para la mujer, pero también ambos perecieron.

Fue hasta la cuarta creación que los dioses mayas tuvieron éxito; hicieron a los humanos de “carne, hueso e inteligencia”. Este tercer elemento es nuevo en la creación, esa inteligencia que les iba a dar la facultad de reconocer a los dioses como sus creadores. Los dioses crearon cuatro hombres: Balám Quitzé, Balám Acab, Mahucutah e Iquí Balám. Balám Quitzé habló a los dioses y les agradeció. En su agradecimiento, los dioses notaron que eran muy listos y tuvieron miedo que supieran tanto como ellos mismos; temían que esa cuarta creación pudiera envanecerse, y reformaron los deseos de los hombres. Posteriormente, los dioses le hicieron las mujeres a los hombres, para que no estuvieran solos. La historia cuenta muy pintorescamente cómo los dioses hicieron a la mujer: “Durmieron a los machos y mientras dormían crearon a las hembras. Junto a ellos las pusieron desnudas y quietas… cuando los machos despertaron, las vieron con regocijo, porque en efecto eran hermosas. Al mirarlas tan esbeltas, de piel tan lustrosa y tersa y de tan placido aroma, se sintieron llenos de alegría y de complacencia y las tomaron por compañeras”.59

Esta historia de la creación de la mujer tiene paralelo con la segunda historia de la creación en el Génesis, donde Yahvé Dios hace caer en un sueño profundo al hombre y le toma la costilla de su costado, de la cual procede la mujer (Génesis 2:21). Asimismo, la historia del Popol Vuh tiene paralelos con el diluvio universal, cuando Dios mató a toda su creación, menos a Noé, su familia y los animales que subieron a la barca.

La historia de los dioses mayas dice que los seres humanos procrearon hijos, y fueron poderosos los hombres como sus padres y bellas las mujeres como sus madres, “ambos supieron adivinar el misterio de su origen” y que los habían escogido los dioses para ser adoradores y sacrificadores.

No es claro si los mayas tenían a sus líderes como divinidades, pero se puede asumir que sí, dado que los olmecas los tenían y los mayas fueron descendientes de esta raíz de la civilización en Mesoamérica.

Con todas estas historias de la evolución humana, nos queda clara la búsqueda del origen del hombre para saber su procedencia, ¿de dónde viene?, ¿a dónde va? Es evidente que las historias son diversas, y el común denominador en la mente del hombre es buscar la verdad, buscar qué sucedió verdaderamente.

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