Читать книгу Me respiré lo bueno del mundo - Amalio González Ramírez - Страница 14
CHICAS DE SALÓN
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Shiva preside aquel lugar,
donde camareros truhanes,
ante clientes extranjeros
de pinta peculiar,
se hacen de rogar.
Mi amigo y yo nos sentamos
para contemplar
el panorama extraño
de aquel lupanar.
Dos jóvenes beldades
mueven sus caderas
a un lento compás,
una se desnuda por delante,
la otra lo hace por atrás.
Sus zapatos imposibles
parecen de cristal,
sus cuerpos sensuales
sí que son de verdad.
Bellas curvaturas
de sus carnes prietas,
mil veces lucidas
en noches alocadas,
tal como sus vidas.
Al final son decoración,
cuadros, con cuerpos divinos
viviendo en desatino,
provocándonos pecar
ante su libido dañino.