Читать книгу Me respiré lo bueno del mundo - Amalio González Ramírez - Страница 21
LA CASA DEL TÉ
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Ancianas saludables
lucen sus kimonos,
cuando cruzo el puente,
y hecho una mirada
sobre el limpio río
de carpas doradas.
Las señoras entran
de una casa de té
de obscuras maderas,
llena de tatamis,
salas y escaleras.
Tras descalzarnos,
subimos y bajamos
y en una gran sala
se produce el milagro
de la planta aguada.
Todos de rodillas.
Primero un saludo,
siempre recatado
a las jóvenes alumnas
que servirán el té.
La maestra, aplicada
prepara la tetera.
selecciona las hojas,
verdes de color,
con amargo sabor.
Una y otra taza
me producen ardor.
Calor hiriente
contra calor hirviente,
afortunadamente
hay otro té frío
que combate el estío.
Mientras tanto,
los allí residentes,
continúan su ceremonia
con su té, tan caliente.