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LA CASA DEL TÉ

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(Takanawa)

Ancianas saludables

lucen sus kimonos,

cuando cruzo el puente,

y hecho una mirada

sobre el limpio río

de carpas doradas.

Las señoras entran

de una casa de té

de obscuras maderas,

llena de tatamis,

salas y escaleras.

Tras descalzarnos,

subimos y bajamos

y en una gran sala

se produce el milagro

de la planta aguada.

Todos de rodillas.

Primero un saludo,

siempre recatado

a las jóvenes alumnas

que servirán el té.

La maestra, aplicada

prepara la tetera.

selecciona las hojas,

verdes de color,

con amargo sabor.

Una y otra taza

me producen ardor.

Calor hiriente

contra calor hirviente,

afortunadamente

hay otro té frío

que combate el estío.

Mientras tanto,

los allí residentes,

continúan su ceremonia

con su té, tan caliente.

Me respiré lo bueno del mundo

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