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Yoga y holismo
ОглавлениеEl concepto oriental del ser humano es la noción holística más antigua en la historia de la humanidad. Antes de Perls, Rogers, Smuts y Aristóteles; en el valle del Indo surge la primera idea de yoga, unos cuatro siglos antes de Cristo. En el año 500 a.C., el sabio Patañjali escribe los yoga sūtras, donde recopila conocimientos específicos de los libros védicos, parte de los cuales son los Upanishads y el Bhagavad Gītā, que forman parte del Mahābhārata y describen los conceptos de yoga en un solo libro. Yoga significa unión, y esta unión se refiere a la conciencia global y su interacción del ser humano, la naturaleza, y los sistemas que hay en ella.
La gran aportación filosófica del hinduismo al acervo cultural de la humanidad es la idea de la unidad del universo y de la perfectibilidad humana por el yoga, para realizar la unidad cósmica en el individuo. La India abre vistas grandiosas al pensamiento: […] los Upanishads. El porqué y para qué del yoga están en el Bhagavad Gītā. Ambos libros recogen ideas elaboradas siglos antes de Cristo y merecen considerarse como biblias de la humanidad; en ellos la intuición visionaria y la experiencia psicológica dibujan el primer retrato del hombre física y mentalmente perfectible (Racionero, 2000:113).
La idea del yoga sobre el hombre perfectible encuentra afinidad con los conceptos de consideración positiva incondicional, tendencia actualizante y empatía rogeriana, nociones que son pilares de la psicología humanista.
El concepto de la unificación puede ser aparentemente intangible, abstracto y poco cercano a la cotidianiedad. Sin embargo, hay que aclarar que este estado no es permanente, llega en momentos especiales, tiene un carácter efímero, su duración varía según las circunstancias y la persona. La “iluminación” no es algo que se adquiere como un trofeo; es un estado de conciencia a través del cual se va comprendiendo mejor el mundo interno, social y cósmico.
Todo es uno. Detrás de estas palabras racionalmente paradójicas hay una experiencia real: la sensación de integrarse con lo que se está percibiendo y, más allá, con algo mucho más intangible e inmenso. Bastantes personas han conocido intuitivamente esta sensación en momentos de su vida. Ante un paisaje, al oír música, al acercarse a una persona, después de hacer el amor […] esta experiencia de disolución del ego que se vive intensamente ya sea por efecto del amor, de una emoción o de la inspiración artística (Racionero, 2000:87).
Es cierto que por medio de drogas, ya sean extraídas de la naturaleza o procesadas químicamente, se logran estos estados, lo que tiene su costo y riesgo, pues los estimulantes químicos provocan una gama de reacciones diferentes en cada persona, dependiendo de sus características, maduración psicológica y sensibilidad.
Esta experiencia de disolución del ego que se vive intensamente ya sea por efecto del amor, de una emoción o de la inspiración artística, se provoca también químicamente, con mezcalina o LSD en condiciones favorables. Es la misma experiencia, con diferencias de nivel e intensidad, a la que llegan los místicos y la misma que puede vivir inesperadamente cualquier persona, estimulada por sus endorfinas. Este estado inefable, experiencia psicológica subjetiva, se ha llamado “consciencia cósmica” (Racionero, 2000:87-88).
El consumo de drogas puede conducir a la esquizofrenia y la locura. Las drogas, desde tabaco y alcohol hasta marihuana, cocaína, inhalables, anfetaminas, tranquilizantes, heroína y alucinógenos, son sustancias cuyos componentes químicos alteran las funciones normales de los seres humanos y muchas de ellas causan fuertes daños, por lo que representan serios problemas para la salud (Moreno, 1999:71). Hay quienes creen que con ciertas drogas encontrarán la verdad o la solución a sus problemas, ya sean cotidianos o existenciales. Pocos conocen el verdadero riesgo de las consecuencias neurológicas que conlleva el consumo de sustancias psicoactivas, aparte del riesgo psicológico que implica una experiencia interna de esta magnitud, pues emprender un viaje sin herramientas para manejar el mundo interno, sin bases de conocimiento y fortaleza para enfrentar situaciones complejas en mundos nuevos, puede desatar desde cuadros de ansiedad, miedo o cualquier otro trastorno de personalidad, hasta una psicosis:
[…] es muy delicado: una alteración del cerebro, tanto puede llevar a la iluminación como a la locura […] Los viajes psiquedélicos son pavorosos recorridos por los largos laberintos de la mente, y los frenopáticos de Occidente están llenos de colgados buscando la salida a este laberinto en que se metieron sin preparación, sin ayuda, y sin saber dónde entraban (Racionero, 2000:101).
Las prácticas deportivas también conducirían a un estado de éxtasis, pues son una práctica psicofísica vinculada directamente con la respiración, lo cual estimula la segregación de endorfinas y lleva a una sensación de bienestar. Bourne sostiene que la práctica de ejercicio físico regular tiene un impacto en diferentes factores psicológicos y promueve la estimulación de producción de endorfinas (Bourne, 1995:91). Son sustancias péptidas producidas de forma natural en el encéfalo que bloquean la sensación de dolor y están relacionadas con las respuestas emocionales placenteras (RAE, 2017). Las endorfinas son neurotransmisores involucrados en el mecanismo del dolor, sentimientos de felicidad, ansiedad y placer. La familia de las endorfinas abarca sustancias capaces de reproducir todos los efectos farmacológicos y de comportamiento que crean el consumo del opio, incluidas la tolerancia y la dependencia física (Galimberti, 2014:394). Holaday, en la revista Medical Science describe que las endorfinas son producidas por la glándula pituitaria durante el ejercicio físico y crean un efecto analgésico y de bienestar similar al de los opiáceos que modulan la percepción del dolor. Algunos estudios prueban que la sintomatología de las personas que sufren depresión y ansiedad mejora después de hacer ejercicio, porque sube el nivel de producción de endorfinas (Holaday et al., 1978:2926; Guszkowska:2004:611-620; Meeusen, 2014:47-56).
La percepción de la unidad o la conciencia cósmica1 se vislumbra a través de una apertura o elevación del estado de conciencia. Richard Maurice Bucke (1837-1902) hace una clasificación sobre tres estados de conciencia:
1. Conciencia simple. La poseída por la mitad superior del reino animal. Es ser conscientes de lo que les sucede, de su cuerpo, y saber que son parte de él.
2. Autoconciencia. El hombre es consciente de sí mismo y de tratar sus estados mentales como objetos de conciencia. La conciencia humana diferencia al hombre del resto de los animales, que no poseen este tipo de conciencia.
3. Conciencia cósmica. La principal característica de la conciencia cósmica es, como su nombre lo indica, una conciencia del cosmos, de la vida y el orden del universo. Está por encima de la autoconciencia y coloca al ser humano que la experimenta en un nuevo plano de existencia aún más elevado (Racionero, 2000:88).
La conciencia cósmica supone un estado de conciencia superior a la autoconciencia, desde ella se experimenta una percepción de la vida de forma total es una percepción que permite observar a cierta distancia y esclarece la mirada ensimismada de las situaciones en que se está inmerso. El que cada vez más personas accedan a la conciencia cósmica generaría un cambio de paradigma, que marcaría un paso en la evolución de la especie humana.
[…] junto con la consciencia del cosmos, ocurre una ilustración intelectual o iluminación que de por sí ya coloca al individuo en un nuevo plano de existencia, lo hace casi miembro de una nueva especie. A esto se añade un estado de exaltación moral, una sensación indescriptible de elevación, animación y gozo, y un despertar del sentido moral que es tan importante para el individuo y la sociedad como el aumento de poder intelectual. Con éstos viene lo que podría llamarse una sensación de inmortalidad, una consciencia de vida eterna, no la convicción de que se alcanzará, sino la consciencia de tenerla ya. Sólo una experiencia personal o el estudio de hombres que han pasado a esta vida nueva pueden hacer comprender lo que es. La cuestión es práctica e importante: nuestros descendientes alcanzarán, como especie, tarde o temprano, la condición de Consciencia Cósmica, del mismo modo que, hace mucho tiempo, nuestros antepasados pasaron de Consciencia Simple a Autoconsciencia. Este paso evolutivo se está dando ya, hombres con esta facultad son cada vez más comunes (Racionero, 2000:89).
Ésta es una explicación de que no sólo estamos evolucionando biológicamente, sino que también hay una evolución mental.
Los conceptos orientales del ser humano, sus capacidades y su relación con el cosmos fomentan las virtudes humanas. Prácticas como la meditación acercan a la sabiduría organísmica, al ser. Iyengar describe cómo la práctica de posturas de yoga (āsanas) implica una práctica que se experimenta de manera organísmica:
Al empezar a trabajar en la ejecución de āsanas, apenas si tocamos la superficie de la postura: nuestro trabajo en ella es periférico, lo que se denomina acción conativa […] es acción simplemente física en su nivel más directo. Luego, cuando estamos haciendo la postura físicamente, de pronto la piel, los ojos, los oídos, la nariz y la lengua —todos nuestros órganos de percepción— sienten lo que está ocurriendo en la carne. Es lo que se denomina acción cognitiva: la piel conoce, reconoce la acción de la carne. El tercer estadio, que yo llamo comunicación o comunión, se da cuando la mente observa el contacto de la cognición de la piel con la acción conativa de la carne, con lo que llegamos a la acción mental en el āsana. En este estadio la mente entra en juego y es atraída por los órganos de percepción hacia los órganos de acción, a fin de ver exactamente lo que está ocurriendo. La mente actúa de puente entre el movimiento muscular y los órganos de percepción, introduce el intelecto y lo conecta con cada parte del cuerpo —fibras, tejidos y células— hasta los poros externos de la piel. Finalmente cuando existe una sensación total en la acción, sin fluctuación alguna en el estiramiento, entonces la acción conativa, la cognitiva, la mental y la reflexiva se reúnen todas para conformar una percepción consciente total desde el sí mismo hasta la piel. Es la práctica espiritual en yoga (Iyengar, 2010:68).
Desde este lugar no hay dualidad, ni presencia del ego; no hay juicio, hay un contacto con la fuente primaria, con la unidad universal y la vida se experimenta como una armonía.