Читать книгу Yoga y Psicoterapia Gestalt - Andrea Álvarez Sánchez - Страница 21

RECURRENCIA CÍCLICA Y ORDEN NATURAL

Оглавление

Los chinos observaron los fenómenos cósmicos y biológicos del universo, las estaciones, los planetas, lunas y estrellas, las plantas, los ciclos como el nacimiento y la muerte. Los sabios dijeron que “el hombre perfeccionado no hace nada contrario a la Naturaleza” (Racionero, 2000:73). Los orientales practican una integración con ella, con humildad y admiración. En Occidente se ve a la naturaleza como un enemigo al que se debe dominar y explotar. “Cuando Edmund Hillary había conquistado el Everest, los periódicos anunciaron que Hillary había conquistado el Everest. Un oriental no lo consideraría así, porque si Hillary alcanzó la cima fue precisamente con la ayuda de la montaña” (Racionero, 2000:74).

Si bien el pensamiento cartesiano occidental ha sido de utilidad para la organización y el desarrollo científico, también es cimiento de la separación entre el ser humano y la naturaleza, cuyas consecuencias padecemos actualmente con el desequilibrio ecológico del planeta: “La actitud antagónica de Occidente hacia la naturaleza, por la separación entre creador y creación que se postula en el mito de la Biblia, está causando la profunda crisis ecológica están en el dualismo de nuestro pensamiento cartesiano” (Racionero, 2000: 74). Los orientales ven la naturaleza como una unidad en proceso. Para los taoístas, como para Hegel en Occidente, el cambio es eterno y la realidad un proceso (Racionero, 2000:75). La psicoterapia Gestalt comparte esta visión: busca la movilización a través del cambio, indagando en el interior del hombre los cómo en vez de los porqués; trabajando experiencias obsoletas trabadas en la vida de las personas, logra modificar las creencias negativas. Muñoz Polit menciona que somos seres en proceso, siempre en un estado de cambio; las personas aún nos pueden sorprender porque nunca acabamos de ser, siempre estamos siendo (Muñoz Polit, 2012:147).

Heráclito de Éfeso (544-484) acuñó la doctrina del tiempo después nombrada “eterno retorno”, en donde afirma que el tiempo no es lineal, sino cíclico o como una espiral, así que todo suceso del universo ha sucedido ya miles de veces anteriormente.

El ouróborus (del griego uróvoro, a su vez de oyrá, “cola”, y borá, “alimento”) es un animal (dragón o serpiente) con su cola en la boca, que con su cuerpo crea una forma circular, y parece que se come a sí mismo. El ouróborus simboliza el ciclo eterno de las cosas, el tiempo y la continuidad de la vida. Se ha usado para representar el renacimiento de las cosas que nunca desaparecen, solo cambian eternamente, el ciclo natural de la vida, ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen.

El ouróborus puede tener connotaciones negativas o positivas. Se le ha mirado, por ejemplo, como el esfuerzo o lucha eterna e inútil, cuando el ciclo vuelve a comenzar, a pesar de las acciones para impedirlo. Un ejemplo de esto es el mito griego de Sísifo, quien hizo enfadar a los dioses por su extraordinaria astucia y fue condenado a perder la vista y empujar perpetuamente una piedra gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el inicio, desde donde debía recogerla y empujarla nuevamente hasta la cumbre, y así indefinidamente.

O bien como el concepto del eterno retorno, mencionado y discutido por filósofos y escritores.

Friedrich Nietzsche dijo que todos los acontecimientos se repiten en el mismo orden, sin ninguna posibilidad de variación. En su novela Así habló Zaratustra (1885), habla del tiempo curvo con reglas cíclicas, con acontecimientos que ocurren y vuelven a repetirse:

Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, eternamente corre el año del ser. Todo se rompe, todo se recompone; eternamente se construye a sí misma la misma casa del ser. Todo se despide, todo vuelve a saludarse; eternamente permanece fiel a sí el anillo del ser. En cada instante comienza el ser; en torno a todo “Aquí” gira la esfera “Allá”. El centro está en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad.” Nietzsche (Nietzsche, 2011).

Nietzsche plantea en La gaya ciencia que no sólo son los acontecimientos, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, que se repiten infinita e incansablemente (Echegoyen Olleta, 1997).

El filósofo, historiador y novelista rumano Mircea eliade escribe el libro El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición (1949) reflexiona sobre aspectos fundamentales de las sociedades arcaicas. Explica como el mito y el ritual son vehículos de un «eterno retorno» al tiempo de los orígenes. La vida del hombre tradicional está cargada de mitos y rituales que constantemente lo unen con el tiempo sagrado, lo que le da valor a su existencia.

El escritor colombiano Gabriel García Márquez, en su novela Cien años de soledad narra como el Coronel Aureliano Buendía se retira de la política y se dedica a producir figuras de pescaditos de oro y en cierta cantidad volvía a fundirlos para comenzar a realizarlos nuevamente. En la obra la idea del eterno retorno se muestra a una familia que caen en el incesto generación tras generación, repitiendo así las relaciones incestuosas a lo largo de toda la trama.

Jorge Luis Borges toca la noción del eterno retorno en varios de sus cuentos, así como en sus notas «La doctrina de los ciclos» y «El tiempo circular» de su libro Historia de la eternidad.

Hermann Hesse, en Siddhartha, alude a la idea del eterno retorno cuando el protagonista observa su vida como una repetición de sufrimiento similar a la que vivió su padre. Esto esboza el concepto oriental del samsara, y también a la obra de Nietzsche, ya que Hesse también era alemán y conocedor de su obra.

El escritor checo Milan Kundera también aborda la idea del eterno retorno en su novela La insoportable levedad del ser en donde relaciona el concepto de pesadez con el eterno retorno lo cual se encuentra, según el autor, en oposición a la levedad, característica de la posmodernidad. Los personajes realizan su interacción entre ellos en medio de la dicotomía de la pesadez y la levedad.

En capítulo XII de La historia interminable de Michael Ende la Emperatriz Niña le pide al Viejo de la Montaña Errante que le cuente la historia interminable, el Viejo le advierte que en ese caso tendría que escribirla otra vez, para que suceda de nuevo, dando lugar a un “final sin final”: entrarían al círculo del Eterno Retorno, del cual es imposible salir. En la novela, el símbolo del esplendor —el Áuryn— representa la idea del Eterno Retorno: dos serpientes entrelazadas que se muerden la cola mutuamente.

Sin embargo, desde la perspectiva del hinduismo, el budismo, el jainismo, el taoísmo y el sijismo, se busca la liberación (moksha, samadhi, nirvana) del ciclo de nacimientos, vida, muerte y encarnación llamado samsāra. Si los actos han sido negativos, la reencarnación ocurre en cuerpos inferiores como animales o insectos, incluso en una vida desgraciada. García Montaño señala al respecto:

El samsāra se define como una realidad construida por estados mentales perturbados y por un conjunto de emociones de aflicción que a su vez son reflejadas en el universo que construimos cotidianamente [...] lo que más destaca del mundo samsárico es que los hábitos y creencias que lo crearon se repiten de manera constante y viciosa: son los pensamientos, palabras y actos que demuestran el sufrimiento de todo ser animado: ello se debe al simple hecho de que hay una férrea resistencia e ignorancia al flujo natural y lógico de los elementos que constituyen la vida (García Montaño, 2007:24).

Para el budismo es posible la liberación del samsāra; si su perspectiva es que todo el drama del sufrimiento y sus causas son fenómenos mentales que pueden cesar, es precisamente en la misma mente donde lo hacen. La solución para superar el samsāra que propone el budismo son las cuatro nobles verdades y el noble óctuple camino. Cuando algo se repite es porque no ha habido un aprendizaje, un nacer y renacer marcado por las buenas o malas acciones, el karma de cada alma que aún no se ha liberado de su peso. El hinduismo entiende la reencarnación como un proceso de aprendizaje, lecciones que se proporcionan como una oportunidad para despertar. El budismo interpreta el sufrimiento como una oportunidad para darse cuenta del propio potencial y de las posibilidades que ofrece la vida. Es a través del sufrimiento que se aprende a sobrevivir y que la propia vida cobra un nuevo significado (García Montaño, 2007:12).

Ver la realidad como un proceso hace que los taoístas chinos no luchen contra los opuestos (la Gestalt hace algo similar al aliarse a la resistencia), ya que lo aparentemente opuesto constituye estados de un mismo proceso. Los taoístas hablan de la reconciliación de contradicciones, aseguran que:

Un sabio no toma partido entre las numerosas afirmaciones y negaciones, sino reconoce que la verdad está distribuida entre muchas opiniones […] Según los taoístas chinos, gastar la inteligencia tratando de unificar cosas sin saber que en realidad ya están de acuerdo se llama Tres de la mañana. Un hombre que cuidaba monos les dijo que comerían tres nueces por la mañana y cuatro por la noche. Los monos se enfurecieron sobremanera; entonces el hombre dijo que les daría cuatro por la mañana y tres por la noche, con lo cual quedaron satisfechos (Racionero, 2000:75).

Para notar la recurrencia cíclica es preciso observar que el proceso es circular y no lineal, de esta forma se reconoce con mejor claridad que los opuestos corresponden a un mismo proceso. Los chinos dicen que la noche empieza a mediodía, cuando comienza a bajar el Sol. El mediodía es el punto medio entre los dos extremos, que es precisamente donde un extremo ha empezado a transformarse en otro, el punto en que cada cosa se vuelve su contraria (Racionero, 2000:76).

De la idea de que los sucesos son cíclicos y no lineales ni únicamente causales deriva el concepto de la sincronicidad como una forma de relación atemporal. Jung, quien así la denomina, en su ensayo Sincronicidad: un principio de relación no causal, afirma que en su postulado también se basan la astrología y la filosofía hermética (cábala, tarot, alquimia y magia) (Racionero, 2000:65).

Los misterios de la vida son múltiples, descubrir algunos de ellos enriquece el autoconocimiento y la relación de uno mismo con el vasto y misterioso universo que nos rodea.

1 El término conciencia cósmica fue creado a consecuencia de una experiencia vivenciada por el psiquiatra inglés Richard Maurice Bucke (1837-1902), médico por la Universidad McGill, en Canadá. En 1872, en Londres, mientras volvía a casa conduciendo tranquilamente su coche, de repente, durante algunos segundos, se vio envuelto por una niebla resplandeciente al tiempo que sentía una inmensa alegría advenida de una expansión intelectual casi imposible de describir. En aquellos pocos segundos, confiesa haber aprendido más sobre la vida y el universo de lo que cualquier estudio podría jamás haberle enseñado. A ese estado alterado de percepción el doctor Maurice Bucke lo llamó conciencia cósmica, y se dedicó desde entonces a detallarlo y a buscarlo en otras personas y en personajes históricos; el resultado fue su libro Conciencia cósmica. Un estudio sobre la evolución de la mente humana, publicado en 1901 (Mayol, 2018:1).

* Bert Hellinger, el padre de las constelaciones familiares, se basó en varias corrientes que influyeron en la concepción de su teoría: el análisis transaccional de Eric Berne, la hipnosis eriksoniana, la terapia del grito primal, el psicodrama y los campos morfogenéticos.

Yoga y Psicoterapia Gestalt

Подняться наверх