Читать книгу Cartas boca arriba - Antonio Buero Vallejo - Страница 19
[9]
ОглавлениеA Antonio Buero Vallejo
Londres, 20 de julio de 1958
Querido Tony:
Recibida la tuya. Recibida, antes, Las cartas… Vayamos por partes.
Enhorabuena por el notición. No quiero que sea esta una felicitación protocolaria. Cuando empecé a leer el párrafo en cuestión me dije: «Este se casa». En efecto, este se casa. Me entró un regocijo especial. Como si oyera musiquillas alegres o bebiera vino… Qué sé yo. Adelante. Estoy seguro de que has elegido bien. Me gustaría conocer a tu novia con el único y horrible propósito de fisgonear. Dale recuerdos míos, hasta que yo pueda saludarla el año próximo, en que iré por ahí. Porque ya veo (y comprendo) que no vienes; es decir, que no venís, aunque esto sería escenario ideal para esa escapatoria obligada de recién casados. Por tanto…
(No quiero repetir en otra cuartilla todo lo anterior. Quiero mandarte precisamente esta, en la que mi hijo se ha empeñado en escribirte su opinión sobre el matrimonio. Le he ofrecido otros mil papeles, pero había de ser este. Estampados los pensamientos que ves, me mira y dice: «Look, nice». Mira, estupendo. Chapurrea las dos lenguas y un día me lo comeré. Pero de verdad.)
Bueno, iba a decirte antes que, en vista de que no venís, mi regalo no podré dártelo hasta el verano del 59. Quiero que, si deseas una cosa concreta, me lo indiques con toda desvergüenza. Elige algo bien londinense. Si no tienes idea, pregúntale a tu novia (todas las novias tienen esa idea).
Las cartas boca abajo: una obra muy buena. La obra que a uno le gustaría ver después de leída. En algunos aspectos, no sé siquiera si deliberadamente por tu parte, definitiva: esa luz clara y triste proyectada sobre la clase media, tan heroica, tan dramáticamente pretenciosa; más «alma nacional», más entrañable y, claro es, más ignorada que ninguna otra. Mauro es, dentro de todo eso, admirable y despreciable: el personaje mejor pintado, creo yo. Anita, tremenda (muchas veces pensé si debía hablar [o] no; no, no debe hablar: una sola palabra suya ahuyentaría todo su valor de símbolo). Muy bien sentido el resignado cansancio de esa vida conyugal, mejor vista en lo que es hoy que su cansancio de ayer (demasiado aislada, demasiado precisa y lógica, para mi gusto; un argumento en una estupenda obra sin argumento, si comprendes lo que quiero decir; aunque pienso que tal vez sea una de esas piezas indispensables de estructura, como ocurre en alguna obra gigantesca que ahora mismo recuerdo). Y, desgraciadamente, el problema que quizá más angustia actual encierra o, dicho de otro modo, el que más interés universal tendría hoy está demasiado brevemente tocado: el de la relación entre los padres y el hijo. Claro que en la obra tiene un valor complementario; qué se le va a hacer. Qué se le va a hacer, porque, créeme, yo tuve algo así como la impresión de ver nacer de un árbol una rama más fuerte y hermosa que el propio árbol, condenada a ser podada. A lo mejor tomas un día entre manos el tema que tantas veces has tocado ya, ¿no? Terminando: no se ve, temo, el papel esencial que en algún momento parece que van a jugar los pájaros. «Volar…», dice ella varias veces. Quizá los pájaros son la única carta boca arriba de ella y, por tanto, la única que nunca pudo jugar. Bueno, peccata minuta, acaso solo existente en mis manías. Pocas veces te he felicitado tan convencionalmente como en este caso. ¡Qué tío!
No conozco a Cecil Madden. Pregunté a varios compañeros en la BBC. Resultó que uno lo conocía. Se sorprendió de que supiese español y se inclinó a suponer que daría tu obra a traducir, puliendo luego el estilo. Mera conjetura, desde luego. Lo importante es que te la van a televisar (¿o a radiar?). Avísame, si puedes, de la fecha; aunque como no la pongan un fin de semana, difícil me será verla.
[…]
Terminé mis clases. Coincidiendo con la última, un curso tercero acabó Hoy es fiesta. Útil de veras. Aparte de otras cosas, leyeron Platero y yo (obra en que, por cierto, y tal como me ocurrió hace muchos años, cada vez me gusta más Platero y menos Juan Ramón) y trabajaron sobre giros y expresiones idiomáticas de tu drama. Te sorprendería ver desde este ángulo lo que hay encerrado en ese diálogo popular. Me gustaría que un día, con el libro (ya lleno de subrayados) a la vista, lo comentásemos. Y si alguna vez vinieras habrías de visitar la clase.
Escribo mi novela. ¿Cuándo? Cuando puedo. Ahora me han encargado unos guiones en la BBC, aguándome la posibilidad de disponer del tiempo libre dejado por las clases. Pero todos los días, aunque solo sea para releer, corregir o añadir una idea, toco los papeles. Lo importante es no perder fiebre. Díselo a Agustín, a quien debo mucho del aliento que me empuja a seguir emperrado. A veces, leyendo cosas «de actualidad» —sociales, políticas—, me digo que estoy en la luna, tañendo una lira que ya nadie oye. De pronto veo que todas esas obras pasarán, como pasa una guerra o una canción de moda; y que (no faltaba más) la mía quedará, porque no es ambiciosa (?), ni se sirve de datos sensacionales, ni depende estrictamente de una generación. Ya veremos. Me falta mucho.
Di a Lorda el ejemplar que mandabas para él. Le gustó, en principio, la obra, sin entusiasmarle. Creo que le convencí de que, so pena de pasar por idiota, debía de gustarle con locura.
Corrales. ¡Corrales! Sí, ya sé que anda (aunque no sabía que en su propio coche) por Peñíscola. Estuvo a punto de venirse a pasar conmigo unos días (como yo lo estuve de ir a París), pero todo se frustró. Vida singular. Bohemio hogareño, intelectual ingenuo. Todo un tipo. Nunca sé si llegará o si se quedará a medio camino. Nunca acabo de verlo. Es posible que se venga (o que yo vaya) por Navidad. Está celoso (entiéndeme: te cuento esto como te conté que le convencí de que debía darse lavativas; me estoy muriendo de risa; ya no sé ni por dónde voy), está celoso porque te dije lo de la BBC, cuando a él se lo había ocultado. No está (o no lo dice) celoso contra Agustín, aunque también a este se lo dije. No. Me ha regañado como un viejo porque «pareces tener más confianza en Buero que en mí» (o algo por el estilo). ¿No es fenomenal?
Si tú o Agustín tenéis la dirección de [Pepe] Bernal, mandádmela. Sin prisas, pero quiero escribirle.
Corto, Tony. De nuevo enhorabuena por todo. Blanca se une a esas felicitaciones: le gustó muchísimo la obra y le alegró el notición.
Recuerdos a todos y un abrazo para ti.
Vicente
¿Están los Revilla por Madrid? Si los ves, dales recuerdos.