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MOHTECUZOMA XOCOYOTZIN

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Mohtecuzoma Xocoyotzin (1502-1520), o Moctezuma II, era hijo de Axayacatl y sobrino de Ahuitzotl. Su madre era una noble de Iztapalapa y su hijo nació hacia 1467. Se hizo merecedor de ostentar el poder al ocupar cargos como el de tlacatécatl, es decir, oficial del ejército, además de ser un consumado poeta.61 También un político con la dureza necesaria. Hubo de eliminar a su hermano Macuilmalinaltzin, un molesto rival en la carrera para alcanzar el poder, pues además era yerno del tlatoani de Tetzcoco, e impedir que los colaboradores de su tío continuasen disfrutando de parte del poder, rodeándose de afectos a su persona tanto en la administración como en el ejército, donde se pasó a tener un mayor peso no gracias al mérito obtenido en la guerra, sino por el abolengo del linaje (cercano) al nuevo tlatoani. De hecho, Moctezuma II, que había controlado las instituciones de enseñanza, escogió varios hijos de los señores principales de las tres ciudades cabecera del imperio y los instruyó en sus propios ideales. Los enriquecidos mercaderes, o pochtecas, adquirieron una mayor relevancia a costa de la nobleza meritocrática y también separó a los artesanos, una pieza clave del sistema productivo mexica, de sus calpulli respectivos. Pero no prescindió de la nobleza de mérito, sino que le confió la recaudación de los tributos a costa de la nobleza legítima, es decir de aquella que podía reclamar derechos sucesorios. Es decir, que de una u otra forma, Moctezuma II desplazó, limitó, redujo o suplantó los poderes de las instituciones tradicionales y de algunos estratos sociales para conseguir mayor control sobre el entramado institucional imperial.

Con Moctezuma II se emprendieron guerras con la intención de inaugurar su reinado con una gran victoria. Pero, según Michel Graulich, los primeros enfrentamientos, en 1503, contra las ciudades mixtecas de Xaltepec y Achiotlan fueron producto del desafío de las mismas ante la irrupción de un nuevo emperador, pues en ambas se asesinó a todos los mexicas residentes y a las gentes instaladas en las guarniciones de sus fronteras. Según otra versión, los ultimados fueron los comerciantes de la órbita mexica hallados en territorio mixteco. Seguidamente, ambas localidades se pusieron a la defensiva atrincherándose. Aunque poco pudieron hacer contra la furia de Moctezuma II y sus aliados. Ambas fueron tomadas e incendiadas. Ese mismo año se atacó a los yopis y se tomó Malinaltepec, pero parte del territorio yopi aún se mantuvo independiente.62

También hubo conflictos en Atlixco, donde un ejército mexica ayudó a uno de los dos bandos de la ciudad de Huexotzinco que, en plena guerra civil, luchaba contra los tlaxcaltecas, cuyo territorio habían invadido. Estos últimos derrotaron a los aliados y pillaron el territorio de Huexotzinco en 1504. Mejor fueron las cosas en la lucha contra Tototepec, donde la Triple Alianza consiguió 1350 prisioneros. Pocos días después, fue tomada al asalto y quemado el Templo Mayor, Quetzaltepec. El tlatoani dio órdenes de que se respetara solo la vida de mujeres y niños. Moctezuma II se retiró con un buen botín y la promesa de pago de nuevos y duros tributos. En el invierno de 1505-1506 les llegó el turno a Yanhuitlan, Zozollan y Tlachquiauhco con la intención de controlar mejor las rutas que aseguraban los dominios de Tehuantepec y Soconusco; de la primera obtuvieron hasta un millar de prisioneros de guerra, si bien se masacró a casi toda su población. El mensaje fue entendido en Zozollan, cuyos habitantes huyeron a las montañas. También se trataba, como ocurrió en el invierno de 1506-1507, de terminar con las revueltas en territorio mixteco (Oaxaca),63 cuando se atacó Teuctepec, una localidad que se había aliado con Coatlan. En esta ocasión, Moctezuma II ya no participó en la campaña, que les reportó a los de la Triple Alianza 2300 prisioneros. En este último caso, la ciudad, defendida por una cuádruple línea defensiva, también cayó porque sus habitantes decidieron pelear en campo abierto preparando una emboscada que resultó fallida. Aunque también se sufrieron derrotas, como la ocurrida en Atlixco en 1508, cuando se perdieron 2800 efectivos de la Triple Alianza.64

En cambio, de entrada, las luchas entabladas entre 1510 y 1511 contra los pueblos de Nopallan (donde se hicieron 5100 cautivos), Ycpatepec (cuya captura produjo 3860 prisioneros), Xaltepec y Cuatzotlan tuvieron, probablemente, la intención de eliminar población poco productiva y mantener solo a la que pudiera rendir con su trabajo, para lograr índices superiores de excedentes, además de enviar a dichos parajes población mexica del valle central. De esa manera se conseguía controlar mejor el territorio y descongestionar de población otras áreas.65

Sea como fuere, entre 1512 y 1514 Moctezuma II mantuvo acciones punitivas contra los yopis, que se habían rebelado, desde la guarnición de Tlacotepec. Aunque la campaña más importante de 1512 se dio contra Tlaxiaco, donde se obtuvieron 12 210 prisioneros, una cifra un tanto exagerada, pero es la que disponemos a partir de las fuentes mexica. Todos ellos fueron sacrificados en la inauguración del templo del dios Tlamatzincatl. En 1513, en el área de Tehuantepec, los hombres de Moctezuma II lanzaron ataques contra Alotepec y Quetzaltepec, donde obtuvieron 1332 cautivos. También atacó el señorío independiente de Tototepec. Al año siguiente, cayeron no solo Quetzaltepec, sino también Iztactlalocan, Cihuapohualoyan y Cuezcomaixtlahuacan, ciudades todas ellas del área de Oaxaca. E incluso en 1515 los mexicas tomaron Centzontepec y Texocuauhtli en el entorno de Tototepec.66

Por otro lado, los problemas con Tetzcoco se mantuvieron, y de manera grave, pues su tlatoani, Nezahualpilli, en 1510 ordenó a sus tropas que cesasen de actuar en la guerra abierta que se mantenía contra Tlaxcala, Huexotzinco y Atlixco aquellos años –entre 1508 y 1513; da la sensación que Huexotzinco había regresado a su alianza natural con Tlaxcala–. La respuesta de Moctezuma II fue procurar eliminar las tropas de élite tetzcocanas, así como a los hijos de su tlatoani, además de ordenar a los tributarios de Tetzcoco que dejaran de pagarles. La pugna se mantuvo hasta la muerte sin designar sucesor de Nezahualpilli en 1515, momento que Moctezuma II aprovechó para proponer para el trono tetzcocano a su sobrino Cacama, hijo del difunto, pero de madre tenochca. La facción que se opuso a dicha elección, liderada por Ixtlilxóchitl, entró primero en una etapa de guerra civil, tomando varias localidades que se fortificaron, y, a continuación, pasando a engrosar la, al final, larga lista de aliados de Hernán Cortés. En ese clima de, por un lado, inestabilidad en el seno de la Triple Alianza, y, por otro, con la actitud centralizadora exhibida por Moctezuma II, no es de extrañar que aumentasen las revueltas de los tributarios y se recrudeciesen las hostilidades contra los tlaxcaltecas y sus allegados, también desde 1515. Aunque Moctezuma II llegase a derrotar a los yopis y tomase Metztitlan y lanzase una última ofensiva contra la frontera norte de los tarascos en 1517-1518 y alcanzara la localidad de Acámbaro, al poco fue frenado por estos; también fracasó en la conquista de la ciudad mixteca de Tototepec, ello sin contar las extrañas noticias llegadas de tierras totonacas desde la primavera-verano de 1519.67

En definitiva, en el momento de la llegada de la hueste cortesiana, los problemas de índole tanto interna como externa abrumaban a Moctezuma II: ni había podido derrotar a los tarascos, quienes, además, lanzaron una ofensiva y ocuparon Ixtlahuaca, en el valle de Toluca, y pusieron en peligro aquella frontera y su prolongación hacia la costa; ni había podido imponerse a Tlaxcala, de manera que una guerra total contra esta última estaba en marcha desde 1517. Incluso Huexotzinco, que entre 1512 y 1515 se había apartado de su liga con Tlaxcala por influencia de Moctezuma II, un pequeño éxito, para 1518 volvía a estar en guerra contra los mexicas. Estos perdieron 1200 hombres en un ataque contra sus antiguos aliados. Además, en palabras de Conrad y Demarest, citados por Lameiras:

Las reformas políticas y sociales erosionaron las motivaciones militares, empeorando la actuación de los ejércitos aztecas en su lucha contra los enclaves independientes. El resquemor causado por los decretos de Moctezuma II, las decepciones de las campañas militares mexicas y las periódicas escaseces y hambrunas se combinaron para crear una atmósfera de malestar social.68

La descripción que del personaje nos hizo Bernal Díaz del Castillo es bien conocida:

[Moctezuma era] de buena estatura y bien proporcionado, e cenceño e pocas carnes, y la color no muy moreno, sino propia color y matiz de indio, y traía los cabellos no muy largos, sino cuanto le cubrían las orejas, e pocas barbas, prietas y bien puestas e ralas, y el rostro algo largo e alegre, e los ojos de buena manera, e mostraba en su persona en el mirar por un cabo amor, e cuando era menester gravedad.

Y a Francisco de Aguilar le mereció la consideración de «asaz astuto, sagaz y prudente, sabio, experto, áspero en el hablar, muy determinado». En su juventud, como cualquier otro líder mexica, hubo de participar en diversas campañas militares, mientras perfeccionaba su formación merced a las enseñanzas de los veteranos, aunque algunos testimonios concretan que llegó a obtener el prestigioso título de cuáchic, o «rapado», el cual se otorgaba a quienes habían capturado varios enemigos, particularmente a valientes guerreros del valle de Puebla. De nuevo Díaz del Castillo nos informa de que Moctezuma II había sido vencedor en tres enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Cervantes de Salazar nos ofrece un cuadro más completo del personaje. Era Moctezuma II:

[…] hombre de buenas fuerzas, suelto y ligero; tiraba bien el arco, nadaba y hacía bien todos los exercicios de guerra; era bien acosdiscionado, aunque muy justiciero […] Era bien hablado y gracioso cuando se ofrecía tiempo para ello; pero, junto con esto, muy cuerdo; era muy dado a mujeres y tomaba cosas con que se hacer más potente; tratábalas bien; regocijábase con ellas bien en secreto; era dado a fiestas y placeres, aunque por su gravedad lo usaba pocas veces.69

Así que, al menos, tenía un rasgo en común con Hernán Cortés: ambos eran mujeriegos.

Para los austeros compañeros de armas y fatigas de Hernán Cortes, sin duda era más admirable el boato de palacio de Moctezuma II que algunas de sus costumbres guerreras. Por ejemplo, mientras los gobernantes mexicas se vestían como dioses a la hora de ser representados en sus momentos de gloria, al conquistar otros señoríos, el primer cautivo de una campaña era sacrificado y desollado para que su piel fuera, literalmente, vestida por el tlatoani. En cambio, Díaz del Castillo se deleita al describir la comida de un día cualquiera en la corte de Moctezuma II, quizá rememorando escaseces vividas por él:

[…] cotidianamente le guisaban más de trescientos platos, gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de la tierra, codornices, patos mansos y bravos, venado, puerco de la tierra, pajaritos de caña y palomas y liebres y conejos, y muchas maneras de aves e cosas de las que se crían en esta tierra, que son tantas, que no las acabaré de nombrar tan presto.70

Vencer o morir

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