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NOTAS

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1. El manuscrito forma parte del fondo antiguo de la Universidad de Valladolid, 487 fols., c. 1783.

2. Algunos años antes, el cordobés Gonzalo de Ayora «asaz experimentado en las letras y armas, habiendo estado algunos años en Italia, Francia y Alemania siguiendo los ejercicios de armas de guerra, vio y entendió la ventaja que tenía el ejército bien ordenado, aunque fuese de poco número, al de la muchedumbre, confuso; a cuya causa deseó introducir en España lo que suizos y alemanes usan en la guerra, y así lo propuso a los Católicos Reyes […]». Alfonso Hernández de Madrid, Historia de la antigüedad y nobleza de la ciudad de Palencia, citado por Díez del Corral, L., 1983, 162-163.

3. López de Gómara, F., 2007, 22. Y Suárez de Peralta, sobrino político de Hernán Cortés, escribió: «Que los cristianos, a lo menos en Nueva España, no fueran parte, los que fueron, para conquistar y paçificar aquella tierra, si Dios no mostrara su Boluntad con milagro, que lo fue grandísimo bençer tam poca gente a tanta multitud de ymdios como avía». Suárez de Peralta, J., 1990, 67.

4. Mira Caballos, E., 2010, 182.

5. Ibid., 182.

6. Aguilar, F. de, 1980, 93. La cursiva es mía.

7. Fernández de Oviedo, G., 1853, II, 333.

8. En su monografía acerca de la evolución histórica de los imperios, Burbank y Cooper afirman: «Con unos pocos centenares de hombres, Hernán Cortés atacó a los aztecas en 1519; y Francisco Pizarro sometió a los incas en 1531-1533». Burbank, J. y Cooper, F., 2011, 176. Para el caso Inca, Patricia Seed, una especialista en las guerras indias de la Norteamérica de la Edad Moderna, no dudó en señalar lo siguiente refiriéndose al sitio de Cuzco en 1536: «190 soldados con casco de acero y coraza derrotaron allí a 200.000 personas armadas con piedras». Ni más, ni menos. Seed está aceptando, sin contrastarlas, las cifras aportadas por, por ejemplo, el cronista Pedro Pizarro, para quien doscientos hispanos, y en especial, setenta de a caballo, vencieron a doscientos mil guerreros aborígenes. Seed, P., 2010, 143. En cambio, Jeremy Black sí sitúa en el nivel que le corresponde la ayuda recibida por Cortés o Pizarro por parte de sus aliados aborígenes, una de las claves de la conquista. Black, J., 2011, 181-182.

9. María Elvira Roca Barea ha vuelto recientemente a utilizar argumentos del nacional-catolicismo hispano más rancio en Imperiofobia y leyenda negra, Madrid, Siruela, 2016.

10. Restall, M., 2004, 92-106.

11. Restall, M., 2012, 151-160.

12. Martínez, J. L., 1992, 74.

13. Así lo reclamaba William Prescott tras narrar los terribles hechos conocidos como la matanza de Cholula. En realidad, considero que Prescott sí juzgó esa demasía de Cortés en términos muy críticos, pues el simple hecho de que se planteasen largos párrafos para justificar dicha acción lo demuestra. Al menos en mi opinión. Prescott, W., 2004, 246 y ss.

14. J. L. Martínez toma la expresión de Wagner, H., 1944, 41. Y yo mismo del gran historiador mexicano. Martínez, J. L., op. cit., 139.

15. El lector comprobará que a lo largo del libro he procurado no utilizar los términos soldado, tropas o ejército aplicados al caso de la hueste cortesiana.

16. Acerca de la figura y la obra de Díaz del Castillo es imprescindible el reciente trabajo de Martínez Martínez, M.ª del C., 2018.

17. M. Restall comenta que, en su trabajo acerca de las biografías de los participantes en la conquista del Imperio mexica, Hugh Thomas identificó a 15 mujeres entre el conjunto de 2200 varones que participaron en los hechos bélicos. De las féminas, 5 o 6 llegaron a empuñar las armas. Restall, M., 2004, 239-240, n. 3.

18. Al respecto, vid. Espino López, A., 2019, introducción.

19. Acerca de la Historia del Combate, Lynn, J. A., 1997, 777-789. Asimismo, la postura de Lauro Martines acerca de la Historia Social de la Guerra. Martines, L., 2013, 267.

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