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Blanqueando la contrarrevolución

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Quizá por todos estos antecedentes es que no sorprendió el anuncio de Maduro, a un año de gobierno después de iniciarse la ofensiva en febrero de 2014, de que el gobierno ha abortado y desmantelado un golpe duro, con participación de algunos militares de la Aviación y civiles de la oposición, con apoyo y financiamiento desde Estados Unidos.

Hasta el avión Tucano que estaba preparado para bombardear la casa de gobierno y actos del Día de la Juventud, pertenecía a la empresa mercenaria estadounidense Goldwater, y las bases que iban a utilizar estaban en territorio colombiano, arubeño y de Curazao, aún bajo coloniaje holandés.

La prensa hegemónica prefirió hacer mutis por el foro, más aún cuando los apresados estuvieron dispuestos a revelar nombres, contactos, financiamiento, planes... Quizá creyendo que si la prensa comercial no lo difunde, los hechos no existieron,

Pero ya había un nuevo elemento en ese intento golpista de 2014, del que no habla la prensa cartelizada ni la derecha: la violencia contrarrevolucionaria que puso en evidencia el notorio accionar de paramilitares colombianos en los estados fronterizos (Táchira, Mérida, Zulia, Apure) y su sanguinaria aparición en las mismas calles de Caracas, sumándose a la violencia callejera avivada por los sectores de la burguesía, las llamadas guarimbas.

Paramilitarismo y contrarrevolución armada, si bien resumen estrategias pro-imperiales y reaccionarias, se mueven en escenarios particulares. El primero desde el poder constituido, y el segundo en contra del nuevo poder revolucionario.

Al entrar a operar en el espacio venezolano el paramilitarismo colombiano sufre una mutación, para convertirse en punta de lanza en la constitución de una fuerza mercenaria contrarrevolucionaria. No se trata solo de reorientar mano de obra desocupada, sino que es una pieza importante en el diseño desestabilizador promovido por el Imperio. De eso no se habla, se la disfraza de “protestas estudiantiles”.

Quizá valga la pena recordar el sermón del pastor luterano alemán Martí Niemöller en 1946 (frase atribuida erróneamente a Bertold Brecht): “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Primero fueron por Jacobo Arbenz, Joao Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado y Omar Torrijos, entre otros. Luego vinieron por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Néstor y Cristina Kirchner, y también por la renta petrolera y Nicolás Maduro…

La Internacional del terror mediático

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