Читать книгу Jesucristo, divino y humano - Atilio René Dupertuis - Страница 18

Textos específicos

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Notamos ya que desde el mismo comienzo de la iglesia cristiana comenzaron a surgir filosofías que tendían a minimizar, de una manera u otra, la persona del Señor Jesús. Algunas negaban su divinidad; y otras, su humanidad. Los escritores del Nuevo Testamento estuvieron en guardia defendiendo la verdad bíblica. Un ejemplo lo tenemos en una de las cartas que escribió el apóstol Pablo:

“Cuídense de que nadie los engañe mediante filosofías y huecas sutilezas, que siguen tradiciones humanas y principios de este mundo, pero que no van de acuerdo con Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y en él, que es la cabeza de toda autoridad y poder, ustedes reciben esa plenitud (Col. 2:8-10).

Además del pasaje mencionado, donde el apóstol establece que en Cristo habita “toda la plenitud de la Deidad”, hay una cantidad de otros textos que enfatizan lo mismo. Por ejemplo: “El cual [Jesucristo] es Dios sobre todas las cosas. ¡Bendito sea por siempre!” (Rom. 9:5); “Dios mismo era la Palabra. […] Y la Palabra se hizo carne” (Juan 1:1, 14); “Del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre’ ” (Heb. 1:8); “Este es el verdadero Dios, y la vida eterna” (Juan 5:20); “A Dios nadie lo vio jamás; quien lo ha dado a conocer es el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre” (Juan 1:18); “Antes de que Abraham fuera, yo soy” (Juan 8:58); “Tomás respondió y le dijo: ‘¡Señor mío, y Dios mío!’ ” (Juan 20:28); “La gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

Jesucristo, divino y humano

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