Читать книгу Jesucristo, divino y humano - Atilio René Dupertuis - Страница 9
Capítulo 1 Panorama contemporáneo
ОглавлениеDurante los primeros cuatro siglos de la historia de la iglesia cristiana, el tema principal de discusión teológica fue en relación con la identidad de Jesús, su procedencia divina y la realidad de su humanidad. Cuando a mediados del siglo V la iglesia llegó a una conclusión y sostuvo que Jesús era verdadero Dios y verdadero hombre en una persona, las controversias cesaron y todo quedó en calma en la iglesia por más de mil años. Los reformadores, en el siglo XVI, encontraron que lo decidido en el concilio de Calcedonia a mediados del siglo V armonizaba con lo que se encontraba en la Escritura. Pero la tranquilidad teológica iba a ser sacudida en los siglos siguientes.
Últimamente, es decir, durante los siglos XIX y XX en forma particular, ha habido un renovado interés en cristología, y otra vez hay mucha especulación en cuanto a la identidad del Hijo de Dios. Una conocida revista cristiana, Christianity Today (4 de marzo de 1996), publicó un artículo titulado: “¿Quién dicen los eruditos que soy yo?”, y así como fue hace dos mil años, las opiniones varían. Algunos eruditos ven a Jesús como un gran profeta, un genio religioso, un buen hombre, un santo, un libertador, pero muy pocos expresan la fe de Pedro en aquel día memorable: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!” (Mat. 16:16).
El Iluminismo, del siglo XVIII, fue un período de la historia intelectual de Occidente que cambió en forma permanente la manera en la que el hombre percibe a Dios, a sí mismo y al mundo. Esta filosofía enfatiza la primacía de la naturaleza y tiene un concepto elevado de la razón, pero muy pobre de lo que es el pecado. Inherente a esta filosofía se encuentra un prejuicio contra todo lo sobrenatural. Para el filósofo Immanuel Kant, el Iluminismo quería decir simplemente que el hombre había alcanzado mayoría de edad y no necesitaba más apoyarse en las muletas de la iglesia o de la Escritura. La razón ocupó el centro del escenario, desvirtuando todo tipo de autoridad externa, desplazando a Dios y a su Palabra a un segundo plano. Si bien es cierto, el hombre fue elevado al centro del escenario, al mismo tiempo fue devaluado. Desde entonces, el hombre es visto como parte del mundo natural en vez de una creación especial de Dios.
Kant escribió dos libros que tuvieron una influencia insospechada en la manera de entender la realidad. El primero, titulado Crítica de la razón pura, escrito en el año 1788, limita la posibilidad de conocimiento al mundo de la experiencia, lo que se puede probar. No negó la realidad metafísica, el mundo del más allá, solo que negó la posibilidad de conocerla por medio de la percepción. Trató de establecer que solo lo medible, lo razonable, puede considerase como real. En su segundo libro, Crítica de la razón práctica, escrito diez años más tarde, trató de establecer la religión sobre otra base; no la razón, sino sobre una razón diferente, práctica, en contraste con la razón pura. Según Kant, todo ser humano tiene conciencia del deber, de lo que está bien y lo que está mal; es algo universal. El deber, entonces, es el único motivo válido para la conducta humana, es un imperativo. Sin negar la realidad de lo trascendente, aunque es imposible “probarlo”, hace de la ética, basada en el sentido del deber, el centro de la religión.