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DESPERSONALIZACIÓN

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Un paso más abajo en la escalera del auto-olvido es la despersonalización; es decir, perder la noción de uno mismo. El escáner cerebral de Ute del capítulo 4 es, en su propia blancura, un claro ejemplo de despersonalización. La despersonalización es habitual durante las experiencias traumáticas. En una ocasión, me atracaron por la noche en un parque cerca de mi casa y, flotando sobre la escena, me vi a mí mismo echado sobre la nieve con una pequeña herida en la cabeza, rodeado por tres adolescentes armados con cuchillos. Disocié el dolor de sus puñaladas en las manos y no sentí el menor miedo mientras negociaba tranquilamente para que me devolvieran la cartera vacía. Supongo que no desarrollé un TEPT, en parte, porque sentía curiosidad por esa experiencia que había estudiado tan de cerca en otras personas, y en parte también porque me hice ilusiones de que podría hacer un retrato de mis atacantes para mostrárselo a la policía. Obviamente, nunca les pillaron, pero mi fantasía de venganza seguramente me aportó una satisfactoria sensación de agencia.

Las personas traumatizadas no son tan afortunadas y se sienten separadas de su cuerpo. Una descripción especialmente buena de la despersonalización es la del psicoanalista alemán Paul Schilder, que en 1928 escribió en Berlín:24 «Para las personas despersonalizadas, el mundo parece raro, peculiar, extraño, onírico. En ocasiones, los objetos son de un tamaño extrañamente pequeño, en ocasiones planos. Los sonidos parecen venir de lejos… Del mismo modo, las emociones también sufren una notable alteración. Los pacientes se quejan de que no pueden experimentar ni dolor ni placer. Se han convertido en unos extraños para sí mismos».

Me fascinó saber que un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Ginebra25 había inducido similares experiencias extracorpóreas suministrando suaves corrientes eléctricas en un punto concreto del cerebro, en la unión temporal parietal. En una paciente, le provocó la sensación de estar suspendida en el techo, mirando hacia su cuerpo; en otra indujo la inquietante sensación de que había alguien detrás de ella. Esta investigación confirma lo que nos dicen nuestros pacientes: que el yo se puede separar del cuerpo y vivir una existencia fantasmal por sí mismo. Del mismo modo, Lanius y Frewen, así como un grupo de investigadores de la Universidad de Groningen (Países Bajos)26 realizaron escáneres cerebrales a personas que habían disociado su terror y descubrieron que los centros cerebrales del miedo simplemente se desconectaban en cuanto recordaban el acontecimiento.

El cuerpo lleva la cuenta

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