Читать книгу De haberlo escrito antes - Carlos Skliar - Страница 58

Tumbas

Оглавление

Quizás los pensadores y poetas cuyas voces se han apagado, para regresar a este lado de la tierra requieren ciertos gestos inconfundibles de los vivos, pequeñas señas anónimas. Que los citemos, los recitemos, debatamos y nos enojemos con ellos; que nos inspiren; que a veces los acerquemos demasiado y otras les pidamos que se retiren un poco, que no estén tan presentes. Gestos mínimos que hilan la historia de una escritura, no ya como copia servil o travestida de novedad, sino en el revivir permanente de un modo de haberse pensado y escrito otra época, otra tierra. El gesto: dejarlos pasar de un tiempo a otro, no interrumpirlos, no quitarlos del medio, hacer que sigan existiendo. El gesto: una nueva voz compuesta por cientos de voces previas. Y es que los muertos no están muertos. En todo caso, algunos de ellos han sido olvidados, destituidos de presente, arrancados de su propio eco. Tal vez la palabra no sea “muertos”, porque la muerte indica fin, conclusión, evanescencia. Quizá haya que preguntarse por qué algo, alguien, continúa o no. ¿Qué hace que un cuerpo finito se sostenga en el obstinado recuerdo de otros y desmienta cada tanto su desaparición? Lo que no continúa muere dos veces: una en su propio tiempo, en su propio ahogo; otra, en la maniática imbecilidad del olvido. Los muertos están al alcance de la mano y con ellos sostenemos una conversación esencial. Pues, ¿qué mundo existiría sin el mundo? Gracias a esas páginas de voz y letras esparcidas en el cuerpo, es posible imaginar el deseo por venir, la vida por vivir, el sueño por oír. Lo inhumano arrasa con la memoria y, en ese alud de ignorancia y de soberbia impar, desaparecemos nosotros mismos. Quizá toda enseñanza proviene de una infinita duda anterior. Toda luz, tal vez, comienza debajo de la tierra.

De haberlo escrito antes

Подняться наверх