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Un Foro muy argentino; más preguntas

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Me gustaría una Escuela que tuviera mayor contacto con el suelo de los discursos en los que habita. ¿Te acordás del Foro Americano del 2005, en Buenos Aires? Los Foros de París habían hecho tope a cierto proyecto de Ley, aprobada la cual, las tenazas del Estado se habrían metido en los consultorios imponiendo las terapias cognitivas-conductuales. En América latina ¿sucede esto? Algo. ¿De esa manera? No. El Estado no da para tanto. Son los medios masivos de comunicación los que machacan lo que la avidez de los grandes intereses exige.

Claro que es común ahorrarse pensar creyendo que los medios reflejan “la realidad”. Apagado el televisor, la gente sufre, pone más cerrojos en las puertas. Depresión o pánico son los nuevos nombres frente a las pesadillas ciudadanas; delito, inflación, corrupción.

La Orientación Lacaniana se dirige a “la reconfiguración del psicoanálisis en el siglo xxi”. Te preguntarás de qué hablo. Simplemente de lo que ves todos los días, de unas transformaciones de la sociedad donde se generan “nuevos síntomas y nuevas angustias”.

Pregunto, esa “reconfiguración” ¿puede obviar las enormes diferencias entre los países y regiones en el siglo xxi? Si los nuevos síntomas y las nuevas angustias tienden a ser universales, no podemos obviar las variaciones en las sociedades donde aparecen.

Me parece que lo americano de nuestro foro de 2005, fuera de programa, se presentó en la persona de un médico puntano. Cubierto con poncho norteño, habló de su lucha por la desmanicomialización del hospital psiquiátrico en San Luis; él estaba en lo que decía. Se lo aplaudió a rabiar; también a los conductistas presentes que, imperturbables, rebosaban de simpatía. ¿Y los psicoanalistas?

¿Un Foro dedicado a las TCC, dando por seguro que es el problema más urgente que tenemos los psicoanalistas en Latinoamérica sin haberlo examinado antes?15

¿Por qué no tuvieron la palabra en el Foro los colegas de la Escuela que trabajan en los hospitales, las prepagas, el poder judicial, las cárceles, los barrios, o con agrupaciones nuevas surgidas después de la dictadura, o nacidas de la crisis argentina (2001/2002)? ¿Por qué no hablaron los colegas de Santa Fe que estuvieron a la hora del desastroso desmadre del río Salado? ¿Por qué no hablaron los colegas de otras provincias, o los de otros países americanos, próximos por algunos problemas que afrontan?

Si lo hiciéramos, tendríamos una dimensión más real de las cosas16.

¿Por qué no estudiamos más las incidencias clínicas, en nuestra práctica, de las variaciones y de los entrecruzamientos de los discursos y de las mutaciones que conllevan?

¿De los síntomas y las angustias en sus modos ligados a nuestra cultura? ¿Cuál es nuestro Otro (que no existe)? ¿Cuáles nuestros comités de ética?17

Las migraciones, la demografía, las multietnias; las inmensas distancias; las huellas indelebles de enfrentamientos históricos, los golpes militares, el peronismo, la dictadura; los jóvenes bajo las consecuencias nefastas del neoliberalismo económico y de la descomposición de la vida política, ¿en qué medida son propicias a la corriente cognitivo-comportamental que se origina en el hemisferio norte y se impone en los países ricos de Europa? ¿Por qué no le damos más lugar a la particularidad de una experiencia?

Tal vez porque aún no era el tiempo de hacerlo.

Querida María

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