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Argumento de Quinto Asconio Pediano
ОглавлениеGayo Cornelio fue considerado por su trayectoria vital como un hombre no malvado. Había sido cuestor de Gneo Pompeyo, después tribuno de la plebe en el consulado de Gayo Pisón y Manio Glabrión 2 , dos años antes de que se pronunciara este discurso. En el desempeño de esta magistratura se comportó de modo que parecía más un hombre terco que justo.
Fue apartado del senado por haber presentado la siguiente moción: como a los legados de las naciones extranjeras se les solía prestar gran cantidad de dinero a un interés muy elevado y los beneficios que se obtenían de ello eran escandalosos y bien conocidos por todos, había propuesto al senado que se redactara una regulación que impidiera prestar a los legados dinero a interés. El senado rechazó su propuesta 3 y decretó que, en relación con este tema, parecía bastante prudente el decreto del senado que se había emitido años antes, en el consulado de Lucio Domicio y Gayo Celio 4 , cuando el senado, poco antes de aquella decisión, había ordenado que no se prestara dinero a los cretenses.
Cornelio, descontento por esta respuesta del senado, se quejó después en una asamblea 5 alegando que las provincias se esstaban [51] arruinando debido a la usura; que había que procurar que los legados tuvieran recursos a los que recurrir en el día a día y promulgó una ley por la que mermaba la autoridad del senado de manera que nadie, sino a través del pueblo, pudiera obtener exenciones legales 6 . Esta salvaguarda también se había tenido en cuenta en la antigua legislación y así, en todos los decretos del senado en los que se acordaba eximir a alguien de sus deberes legales, se solía añadir que, en relación con este asunto, se consultara al pueblo. Pero, poco a poco, se había dejado de consultar al pueblo y la situación ya había llevado a la costumbre de que, finalmente, no se añadiera en los decretos del senado ninguna mención a que se tuvieran que llevar ante el pueblo los asuntos sobre la rogación; y estos mismos decretos del senado se aprobaban con la presencia de un número especialmente reducido de senadores.
Los senadores más poderosos, cuya influencia se reducía en gran medida, habían recibido aquella petición de Cornelio con absoluta indignación; y así, se había encontrado a un tribuno de la plebe, Publio Servilio Glóbulo 7 , para que pusiera obstáculos a Cornelio; éste, cuando llegó el día de la presentación de la ley y el pregonero 8 , una vez que el escriba le entregó el documento, iba a empezar a recitar ante el pueblo el contenido de la ley, no permitió ni que éste se aproximara, ni que el heraldo comenzara su lectura. Entonces Cornelio en persona leyó el documento. Como el cónsul Gayo Pisón se quejara vehementemente de que esto se hubiera hecho sin ajustarse a las normas y declarara que con esta intervención se estaba anulando el derecho a veto del tribuno 9 , el pueblo lo rechazó con intensa desaprobación; y cuando ordenó al lictor el arresto de los que lo amenazaban, rompieron las fasces y lanzaron piedras contra el cónsul, incluso desde la parte más alejada de la asamblea. En medio de este tumulto Cornelio, muy conmocionado, disolvió inmediatamente la asamblea 10 .
Se trató después este mismo asunto en el senado en medio de grandes tensiones. Entonces Cornelio comenzó de nuevo a promover que nadie obtuviera exenciones legales por mediación del senado sin la presencia de doscientos miembros y que, en el caso de que se concedieran exenciones, nadie interpusiera su veto cuando se presentara esta concesión ante el pueblo para su debate 11 . [52] Esta propuesta se trató sin tumulto, pues nadie podía negar que la ley favorecía la autoridad del senado; sin embargo, se promulgó con la oposición de los optimates, que se habían acostumbrado a valerse de minorías para hacer favores a sus amigos.
Después, Cornelio promulgó otra ley que, aunque nadie se atrevió a oponerse, iba contra los deseos de una gran mayoría: que los pretores sentaran jurisprudecia a partir de sus edictos perpetuos 12 ; esta medida quitó la parcialidad e influencia a los pretores ambiciosos que se habían acostumbrado a dictar leyes de forma poco regular. Cornelio promulgó también otras muchas leyes 13 , a la mayor parte de las cuales sus colegas opusieron el veto; y en medio de tensas discusiones transcurrió casi la totalidad de su tribunado.
Al año siguiente 14 , durante el consulado de Manio Lépido y Lucio Volcacio, año en el que Cicerón fue pretor 15 , los dos hermanos Cominio acusaron a Cornelio de traición 16 al amparo de la ley Cornelia 17 . Lo acusó Publio, lo suscribió Gayo. Y como el pretor Publio Casio 18 había ordenado que se presentaran al décimo día, según es costumbre, y como él mismo no se había presentado —bien porque estaba ocupado en la administración del trigo público o por hacerle un favor al acusado—, conocidos cabecillas de bandas armadas rodearon a los acusadores ante el tribunal amenazándoles de muerte, si de forma inmediata no desistían de su empeño. Apenas evitó esta calamidad la intervención de los cónsules quienes, como defensores, habían bajado junto al acusado. Los Cominios, que se habían escapado por unas escaleras, se ocultaron allí, encerrados, hasta la noche; luego, por los tejados de las casas vecinas, huyeron de la ciudad. Al día siguiente, una vez que Publio Casio ya había ocupado su puesto como juez 19 y como se diera la circunstancia de que los acusadores, al ser llamados, no se presentaran, el nombre de Cornelio fue borrado de la lista de los pendientes de juicio. En cambio, los Cominios se cubrieron de enorme infamia por haber vendido su silencio a cambio de mucho dinero.
Más tarde, al año siguiente, durante el consulado de Lucio [53] Cota y Lucio Torcuato 20 , año en el que Cicerón pronunció este discurso inmediatamente después de haber concluido su pretura, como se había dado el caso de que Manilio se había presentado ante el juez la primera vez que se celebró su juicio y se había interrumpido el procedimiento con la intervención de los cabecillas de bandas armadas y después, porque de acuerdo con un decreto del senado los dos cónsules […] presidían este juicio, al haber sido condenado por no haberse presentado en la reanudación del procedimiento 21 , Cominio se recuperó y para sobrellevar la infamia de haber aceptado dinero, retomó su acusación contra Cornelio al amparo de la ley de traición. El asunto se trató en medio de la mayor expectación. Cornelio, completamente aterrado por la muerte política de Manilio, presentó en el proceso […] a pocos compañeros para que ni siquiera un mínimo clamor pudiera surgir de sus abogados 22 .
Declararon en su contra los principales políticos de la ciudad, enemigos suyos que tenían el máximo poder en el senado: Quinto Hortensio, Quinto Cátulo, Quinto Metelo Pío, Marco Lúculo, Manio Lépido 23 . Dijeron que ellos habían visto cómo el propio Cornelio había leído el documento en la tribuna, ante los Rostra 24 , una situación que según parecía, antes de Cornelio, nadie había provocado. Querían dar la impresión de que ellos pensaban que esta conducta tenía suma importancia en la acusación de haber mermado el poder tribunicio; pues la interposición del veto casi se suprimía, si se permitía eso a los tribunos 25 .
Cicerón, como no podía negar que esto había sucedido, recurrió al argumento de que, por el hecho de que el tribuno hubiera leído en voz alta el documento, no por eso había resultado mermado el poder tribunicio 26 . La misma lectura del discurso mostrará con claridad de qué habilidad y de qué grado de conocimiento del arte oratorio hizo gala para no violar la dignidad de varones sumamente insignes contra los que hablaba 27 y, sin embargo, para no permitir que el acusado resultara perjudicado por su peso político. Recalcará también con cuánta moderación trató un tema tan complicado para otros. Con todo, le ayudó en [54] gran medida el hecho de que, como dijimos, Cornelio, además del riguroso propósito de su conciencia de enfrentarse a la voluntad de los poderosos, no había hecho nada más en su vida que fuera especialmente reprobable; también le ayudó la circunstancia de que el mismo Glóbulo, que había presentado el veto, apoyara a Cornelio. Todavía más le ayudó que Cornelio hubiera sido cuestor de Pompeyo el Grande, pues esta circunstancia habló en su favor para conseguir el apoyo de dos tercios del jurado, es decir, el de los caballeros romanos y los tribunos del tesoro; en cuanto a la tercera parte 28 , contó también con apoyo de la mayoría de senadores, a excepción de aquellos que mantenían estrechos lazos de parentesco con los líderes políticos. El proceso se celebró ante mucha gente y con gran expectación sobre cuál sería su desenlace; […] se daban cuenta de que eran hombres sumamente importantes los que prestaban declaración y que lo que decían, lo confesaba el acusado. Se conserva el discurso de acusación de Cominio, que merece la pena leerlo, no sólo por los discursos conservados de Cicerón en defensa de Cornelio, sino también por este mismo discurso. Cicerón, según da a entender, defendió a Cornelio durante cuatro días. Es evidente que reunió estas intervenciones en dos discursos 29 . Presidió este proceso el pretor Quinto Galio.
[En esta causa hay tres cuestiones: en primer lugar, dado que Cornelio está acusado de traición al amparo de la ley Cornelia, hay que valorar si existen actuaciones claras que sustenten por sí mismas el cargo de traición (tal y como alega la defensa), o si el tribunal tiene libertad para interpretar la ley, como propone el [55] acusador. En segundo lugar está la cuestión de si lo que hizo Cornelio puede considerarse traición según esta ley; y en tercer lugar, si tenía intención de menoscabar la soberanía del Estado.]