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V. LA LENGUA

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No parece pertinente extenderse aquí en consideraciones sobre la lengua y el estilo de Eliano en la obra que traducimos. Pero si algún lector desea o necesita noticia circunstanciada sobre esta cuestión, consultará con provecho la ya clásica obra de Wilhelm Schmid, Der Atticismus 4 . En ella se trata de la lengua de Eliano considerada en todas sus vertientes: morfología, sintaxis, selección de palabras y locuciones, tropos y figuras de dicción y estructura de la frase.

Es fácil comprobar que, en lo que se refiere al estilo, Eliano, que renunció al lógos rhetorikós para cultivar el lógos historikós, sigue la manera de Heródoto. Por eso en la Historia de los animales, como en las Historias, predomina la estructura coordinada unas veces, yuxtapuesta otras, de la cláusula sobre la estructura periódica de larga tradición en la literatura griega. Y no es que Eliano no supiese componer largos períodos a la manera tradicional, porque para demostrar lo contrario podríamos aducir algunos ejemplos, como el Epílogo entero de la obra. Cinco líneas en las que se suceden las oraciones subordinadas preceden a la oración principal, cuyo verbo a su vez rige otra serie de oraciones subordinadas que preceden a la que cierra el largo período. Pero este estilo no es el suyo más que ocasionalmente. Quizás sea un resabio de su época de rétor. El suyo es un estilo en el que campea la aphéleia (simplicidad) y la glykýtēs (dulzura) conseguidas con la imitación de Heródoto y Jenofonte. Si quisieramos presentar un espécimen de este estilo podríamos recurrir a cualquier capítulo. Todos serían más o menos como el siguiente: «El escaro se alimenta de hierbas marinas y de algas, y es de todos los peces el mas lujurioso, y su insaciable apetito de hembra es causa de su captura. Esto lo saben bien los pescadores expertos y le atacan de la siguiente manera: cuando capturan una hembra, atan una fina cuerda de esparto a sus labios y arrastran el pez vivo por el mar …» (I 2). La simplicidad y la dulzura son las notas dominantes del jonio. En Eliano se advierte el propósito de hacer resaltar aquellas dos cualidades mediante la mezcla de elementos áticos y jónicos. Estos dos ingredientes, ya antes de Eliano, en la mitad del siglo II , se habían combinado para dar lugar a una nueva expresión lingüística o estilo, testimoniado por los rétores Demetrio, Aristides y Hermógenes; expresión o estilo del que fueron también precursores Luciano, Nicóstrato y Alcifrón. La lengua de Eliano es aticista, pero es lengua que no desdeña el elemento popular como no lo desdeña la novelística por la que está influenciada, ni los autores clásicos que a veces toma como modelos: Heródoto, Jenofonte y, en parte, Platón.

Como hemos dicho, se advierte en Eliano la influencia de las «Historias milesias», que estaban en germen ya en las Historias de Heródoto. Los motivos eróticos predominan y llegan a dar carácter a esta narrativa, nacida en territorio jonio, en Mileto, y que nunca perdió su espíritu jonio. Hacia el año 100 a. C., Aristides hizo una selección de novelas breves que intituló Historias milesias. Pronto adquirió gran difusión, como lo prueba el hecho de que fuera traducida al latín por Lucio Cornelio Sisena y como atestigua Plutarco, que afirma (Craso 32) que los oficiales romanos lo llevaban en su petate. De historias noveladas como la relativa a la matrona de Éfeso, incorporada por Petronio a su novela, en la que, como en todas, el tema erótico se trata con frivolidad, se puede calificar el carácter de estas Milesias. Esta palabra se convirtió en un término genérico que llegó a designar a toda novela breve que participara del carácter erótico de la colección de Aristides.

En la Historia de los animales se advierte la presencia de estos relatos, que tienen el carácter de la novela breve milesia. Verdaderas ficciones de este tipo se encuentran en esta obra, tales como VI 15, VII 48, VIII 22, X 48; estas las señala Schmid en la obra ya citada. Podemos añadir por nuestra parte XIV 20 y XV 29.

La de V 15 que nosotros resumimos con el título «El delfín y el muchacho de Jaso» es una novela corta, en la que se exalta el amor apasionado entre un delfín y un muchacho que muere por involuntario descuido del primero. El erotismo es el mismo que se describe en escenas amorosas entre otros animales y hombres.

En VII 48 se encuentra la tan conocida historia de «Androcles y el león» a la que nos referimos con más detalle en otro apartado. Con esta historia el autor se propone demostrar que «la memoria es una facultad que poseen también los animales; y la poseen como algo innato y no por obra de ejercitación o aprendizaje». Como se ve una tesis muy estoica. La historia posee todos los elementos de la novela milesia: fuga, encuentro inesperado con el león, reencuentro de ambos (león y Androcles) en el circo y veredicto absolutorio del público.

La de VIII 22, que nosotros intitulamos «La mujer de Tarento y la cigüeña» trata de hacer ver que «los animales son buenos en cuanto que no olvidan los beneficios recibidos». Es una historia emotiva sin la emotividad enfermiza de otras narraciones y cuya lectura en las escuelas podrían recomendar los ecologistas modernos, si verdaderamente propician la defensa de lo más estimable de la Naturaleza que es la vida animal.

En X 48 es la «Historia de Pindo y la serpiente», una dramática aventura, en la que el cadáver de Pindo, asesinado por sus hermanos, es guardado por una serpiente hasta que van a rescatarlo, para darle honrosa sepultura, sus parientes. Esta historia cumple el mismo propósito que las anteriores, propósito esta vez expresado al final de la narración: «es propio de los animales corresponder a los favores de sus benefactores, como ya he dejado dicho y como se constata especialmente en esta ocasión».

En XIV 20 tenemos una ingenua historieta, en la que un padre, pescador cretense, cura a sus hijos de la rabia, aplicándoles a las heridas inferidas por una perra rabiosa, el hígado machacado de un hipocampo o caballito de mar. Aquí no aparece el elemento erótico que distingue a la novela milesia, pero por extensión puede aplicarse dicho apelativo a toda narración de carácter popular incrustada en un conjunto, alguna de cuyas partes tiene aquel carácter.

Tampoco es una novela milesia en sentido estricto, pero sí en sentido amplio el relato de XV 29, que yo he resumido en el título «Los pigmeos y su reina». Propiamente es una historia mítica, en la que una mujer obligada a ser reina de los pigmeos por haberse extinguido la línea de sucesión masculina, recibe el castigo de su petulante soberbia al ser convertida por los dioses en una grulla.

En conclusión, es la novela milesia en sentido estricto y en sentido lato un elemento más caracterizador de esta obra abigarrada de Eliano, tan abigarrada como la novela breve que tuvo su origen en Mileto.

Finalmente hay otro ingrediente que da carácter popular a la Historia de los animales: es la inserción de alguna fábula, género, desde sus oscuros orígenes, eminentemente popular y oriental que, a través de los jonios asiáticos, se difunde enseguida por toda Grecia, y de la que ya en la época arcaica encontramos ejemplos en Hesíodo, Arquíloco y Simónides en fábulas intercaladas en sus obras con propósito moralizador, que es el que siempre tuvo. Pero esto merece capítulo aparte.

Historia de los animales. Libros I-VIII

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