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i. La desarticulación de los sistemas educativos en la región

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La expansión y diferenciación de la educación superior en las últimas décadas produjo un aumento de la tradicional desarticulación entre los diversos componentes de la educación. El establecimiento de diversas restricciones al ingreso automático a las instituciones públicas, la violenta expansión del sector privado y del sector no universitario de carácter terminal, la diferenciación en términos de calidad de las instituciones, el aumento de la injerencia del mercado como actor regulador, la aparición de modalidades no presenciales así como la presencia de nuevos proveedores internacionales han favorecido una mayor desarticulación de los diversos componentes de la educación en general, y de la educación superior en particular.

La desarticulación de los sistemas de educación tiene raíces profundas, asociadas a las distintas evoluciones históricas de la educación media y de la educación superior. Mientras que las universidades nacieron trasplantadas en la fase colonial y con el rol de la evangelización y la colonización, la educación básica y media tienen génesis nacionales. Ambos sectores mantienen muy distintos grados de autonomía: mientras que la educación media depende muy estrechamente de los aparatos ministeriales, la educación superior en el siglo XX se estructuró bajo un modelo autónomo de gestión que le dio una fisonomía propia y diferenciada. Hay una separación en autonomía, presupuestos, salarios, currículos, pertinencias, etc., que se vio ampliada por la expansión de la educación privada que, en el marco de la libertad de mercado, agregó a la tradición de desarticulación entre el nivel medio y el superior un nuevo abismo entre lo público y lo privado a nivel terciario, situación que no existía previamente en la región, donde la educación privada de elites y la educación monopólica pública tenían estándares y dinámicas comunes.

A nivel superior, la desarticulación fue una derivación de la diferenciación institucional que promovió distintos tipos de instituciones, de la expansión del modelo binario público-privado, de la diferenciación pedagógica en términos de niveles de calidad, de las diversidades disciplinarias que se incentivaron ante la expansión de nuevos saberes, de la irrupción de las TIC —que posibilitó la existencia de nuevas modalidades de educación presencial y no presencial—, de la diferenciación entre tipos de saberes entre las instituciones universitarias y las instituciones no universitarias. Finalmente, cabe destacar la aparición de otra desarticulación con la expansión de los postgrados como educación de la sociedad del conocimiento, que promovió una diferenciación entre el tercer y el cuarto ciclo así como al interior mismo de los postgrados, por la existencia de varios niveles a su interior. Todo el sistema, que ya tenía una fuerte entropía, sufrió un sensible incremento de los niveles de desarticulación de sus diversos componentes. La propia masificación en condiciones de mercado promovió la diferenciación y, en el contexto de globalización, de las nuevas tecnologías y de la expansión de saberes, ello elevó los grados de desarticulación.

Ha sido una derivación de la existencia de marcos normativos que establecen la autonomía de las universidades públicas y la libertad de mercado de las instituciones privadas, al tiempo que los institutos de educación media y los no universitarios sí están sujetos a decisiones políticas de los gobiernos, dificultándose el establecimiento de políticas de coordinación y articulación.

La desarticulación de la educación significa que esta no funciona como un sistema, sino como una secuencia de rupturas con distintos niveles autónomos y desconectados en términos pedagógicos y administrativos, los cuales inciden significativamente sobre los índices de deserción y de abandono; ello genera altos niveles de ineficiencias económicas para las familias y los países, y junto a la propia existencia de estudios terminales, limita los recorridos continuos que requiere la demanda de educación permanente. Sin embargo, más allá de las diversas barreras interinstitucionales, uno de los centros de la desarticulación está asociado a niveles de calidad no homogéneos. La educación carece de una lógica sistémica como servicio público de educación, y funciona a través de un conjunto desarticulado de instituciones con prácticas y modalidades autárquicas en una dinámica de funcionamiento desconectada y, a su vez, con múltiples centros de regulación.

La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias

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