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b. De las agencias de evaluación a los sistemas de aseguramiento de la calidad

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La expansión universitaria en la región, en términos de programas e instituciones, está mostrando un cambio desde los rígidos e iniciales paradigmas evaluativos hacia su creciente diversificación, en un camino que parece orientarse hacia una evolución marcada por el pasaje desde acotadas agencias hacia amplios sistemas de aseguramiento de la calidad; ello debido a la ampliación de los actores regulatorios, los enfoques de la calidad y las áreas de evaluación y acreditación. Los nuevos contextos económicos y sociales están planteado cambios como consecuencia del reconocimiento de que la calidad de la educación superior es una dimensión diversa y multicausal que no puede ser establecida, instrumentada ni fiscalizada por un enfoque único conceptual e institucional, dada la complejidad y diversidad de actores sociales, de estudiantes, de niveles educativos, de instituciones, de campos disciplinarios, de concepciones de calidad, de modalidades pedagógicas y de misiones de las instituciones, tantas como demandas distintas de los mercados laborales. Su propia centralidad también en términos de poder facilita además casos de corrupción, dado el impacto mercantil de sus actos. A este nuevo escenario se ha llegado más allá del reconocimiento de la diversidad de orientaciones para promover la calidad, de la propia evaluación de sus resultados, de su grado de autonomía, de su capacidad financiera, de la calidad de sus cuadros técnicos o de sus propias características como supuestos “policías académicos” del saber. En esta fase influye la conformación global de la sociedad del saber y, por ende, el nuevo rol de los conocimientos como factor superior a la tierra, las herramientas o el trabajo en la producción (46).

Las agencias nacieron de la masificación estudiantil, los circuitos diferenciados de calidad y la proliferación institucional mercantil, pero tuvieron —y tienen— dificultades para asumir los desafíos de la globalización, el carácter privado educativo, la revolución de saberes y las nuevas tecnologías. En las nuevas etapas que se comienzan a plantear incide además la evaluación de los resultados y dinámicas de las propias agencias de acreditación en la región, más allá de sus pocos años de existencia. Estas realidades son las que están sentando las bases institucionales para el pasaje de la mera existencia de agencias de evaluación hacia sistemas más complejos de aseguramiento de la calidad, lo que implica atender a la diversidad de los niveles educativos, de los sectores sociales, de las practicas pedagógicas y de los desarrollos disciplinarios, que requieren específicas instituciones, mecanismos o políticas.

Más allá de los similares paradigmas evaluativos, la evaluación de los resultados de las agencias es una tarea compleja dada la propia diversidad de situaciones, el poco tiempo de establecimiento de las propias agencias y la ausencia de información abierta de muchos de sus actos. Este es uno de los campos fértiles para la investigación comparada. En general, en la mayor parte de los casos parecen constatarse bajos niveles de efectivas evaluaciones y acreditaciones, dificultades para funcionar en contextos de diversificación disciplinaria, restricciones financieras para asumir en profundidad las conclusiones de las evaluaciones, alta dependencia de presiones académicas o políticas y ausencia de efectivos impactos de reformas a posteriori de las propias evaluaciones, dada su relativa incapacidad de imponer reformas y los costos que en general tiene su instrumentación (47). Corresponde analizar si los paradigmas evaluativos formulados para cuando los sistemas universitarios eran menos complejos y más reducidos pueden funcionar en el actual contexto de un incremento de más de un millón de estudiantes por año y, tal vez, aun cuando mucho menos que en los años 90, unas 500 nuevas instituciones por año en la región (48). Actualmente estamos frente a nuevos escenarios y nuevos actores. Ello pone como centro de la reflexión los criterios, los procedimientos y la organización de las instituciones de evaluación y acreditación. En su oportunidad, fueron definidos al calor de las tensiones y de la resolución política de las diferencias en la etapa de discusión de la creación de las agencias, sobre concepciones acerca de la calidad que primaron en ese momento, y sobre la escala y la dimensión de los problemas de entonces.

La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias

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