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COMPROMETERSE CON UN ESTILO DE VIDA LIMPIO

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No basta con decir que quieres trabajar duro. Tienes que comprometerte a tomar decisiones relacionadas con tu estilo de vida que te permitan tener la energía, la concentración y la resistencia para hacer el trabajo. Mucha gente valora su estilo de vida por encima del trabajo y después se pregunta por qué no logra salir adelante.

Hay una razón por la que soy capaz de levantarme e ir al gimnasio después de haber dormido sólo dos horas, o por la que tengo la fuerza suficiente para trabajar jornadas consecutivas de dieciocho horas: una de mis prioridades es tener un estilo de vida limpio.

Contrario a la mayoría de mis colegas, suelo abstenerme de beber alcohol. Tomo un trago de vez en cuando, pero eso es todo. Nunca he faltado a una sesión de entrenamiento, a una reunión ni a un vuelo matutino porque bebí demasiado la noche anterior.

Eso no me impide salir de fiesta; sigo yendo al club a bailar. Simplemente no necesito alcohol para divertirme. Si estoy en un evento promocionando coñac Branson o champaña Le Chemin du Roi o alguna otra marca de licor, sigo siempre la misma rutina: les sirvo tragos de una botella de champaña a todos los que están en el área vip conmigo. Cuando la botella se vacía, se la doy a uno de mis muchachos para que, de forma discreta, la llene de ginger ale. Paso el resto de la noche con esa botella en la mano. Le doy un trago cada tanto sólo para mantener el ánimo, pero lo que estoy bebiendo es Canada Dry.

Mi energía es la misma que la de todo el mundo. Sonrío, me río e incluso me muevo un poco con la música. También estoy al pendiente de todo lo que ocurre a mi alrededor, mientras hago cientos de microcálculos mentales.

Muchos artistas quieren alejarse del club cuando se hacen famosos. Ese mundo comienza a parecerles demasiado caótico, demasiado peligroso. Prefieren quedarse en casa que estar en un espacio caliente y sudoroso en el que la energía está a tope, donde algo malo siempre podría desatarse. Ése nunca ha sido un problema para mí. Siempre tengo la cabeza bien puesta y no se me nubla el juicio. Puedo ver los problemas a kilómetros y estar bien lejos antes de que cualquier situación se torne riesgosa.

La verdadera ventaja es pasar el rato con la gente. El club siempre ha sido y siempre será la incubadora de las tendencias futuras en el hip-hop. Es muy difícil mantenerte vigente y conectado con la cultura si te da miedo salir y absorber la música que está sonando en el club.

Mantenerte sobrio en un ambiente en el que todos los demás están bebiendo puede abrirte todo tipo de puertas. Digamos que tu jefe invita a todos en la oficina unos tragos un viernes por la noche. En condiciones normales, podrías sacar el máximo provecho de la tarjeta de crédito de la empresa y emborracharte. Es comprensible; trabajaste muy duro toda la semana y quieres desahogarte un poco. Hacerlo con el dinero de la compañía lo vuelve mucho más atractivo.

Sin embargo, la próxima vez que recibas esa invitación, por tentador que sea que tu jefe te compre una cerveza o un vodka con jugo de arándano, pide agua mineral. Ni siquiera necesitas anunciar lo que estás haciendo. Ponle una rebanada de limón y parecerá que estás disfrutando un gin tonic.

Conforme la noche avance, es probable que comiences a darte cuenta de lo descuidados que empiezan a volverse los demás, cómo comienzan a dejar las fachadas que tanto se habían esforzado por mantener en la oficina. Si buscabas información sobre tus compañeros —e incluso sobre tu jefe—, ése es el momento para conseguirla. Tus colegas, por lo general callados y discretos, estarán más que felices de contarte en qué proyectos están trabajando y qué oyeron al jefe decir sobre el futuro de la compañía. Con un par de tragos encima, la mayoría de la gente te dirá casi todo sin necesidad de torcerle el brazo.

Más allá de la ventaja competitiva que trae consigo no beber, también estoy extremadamente consciente del daño que puede provocar el abuso en el consumo de alcohol. Lo he visto de primera mano. Cuando me mudé a la casa de mi abuela después de que muriera mi madre, varios de mis tíos y tías ya eran alcohólicos.

Tenía un tío en particular que era un buen tipo la mayor parte del tiempo, pero con dos copas encima de pronto se convertía en Marvin Hagler. Cualquier comentario, sin importar qué tan inocente fuera, lo tomaba como un insulto y empezaba a lanzar golpes, aunque fuera con un niño de nueve años.

Mi reacción fue mantenerme lejos de su camino tanto como pudiera, pero aun a la distancia veía con claridad cómo el alcohol sacaba a la luz sus debilidades y le daba un carácter inestable. Y no era sólo él; sin importar a donde mirara, parecía que todas las personas de mi familia inmediata eran propensas al alcoholismo.

Hay mucha evidencia que sugiere que el alcoholismo es hereditario. Si sospechas que lo traes en los genes, tomar sólo ginger ale no sólo te permite sacar ventaja en los negocios, sino también evitar una vida entera de disfunción y adicción.

Otra ventaja que tengo frente a la competencia, sobre todo en el hip-hop, es que no toco las drogas.

Según algunos raperos, las drogas abren caminos hacia la creatividad y juran que hacen su mejor trabajo cuando las consumen. Quizá se sientan así, pero, en mi experiencia, las drogas terminan por convertirse en una muleta, algo en lo que los raperos se apoyan cuando se sienten inseguros o les falta concentración. Quizá sea útil cuando vas empezando, pero nunca llegarás muy lejos si necesitas una muleta para avanzar.

Lo veo a diario en el estudio. Conozco a demasiados raperos que en verdad no se creen capaces de hacer buena música sin estar drogados. No conciben entrar a la cabina si no hay alcohol para tomar o hierba para fumar. Les aterra que, sin esa ayuda, no podrán hacer lo suyo ni conectar con la música que están intentando hacer.

Lo que yo siempre he pensado es: “Supón que esa muleta no está a la mano”. ¿Y si estás en el estudio y de pronto recibes una llamada en la que te avisan que Dr. Dre está en camino y quiere que grabes unos versos para él? ¿O que Just Blaze, Timbaland o Mustard van a caer de visita? ¿Le dirás a uno de esos monstruos que no puedes grabar nada hasta que alguien salga a comprarte una botella o hasta que tu dealer traiga tu hierba? Para cuando tu muchacho regrese con tus estupefacientes, la oportunidad se habrá esfumado.

Si eres un verdadero creador, tienes que poder practicar tu oficio en cualquier situación. Es imperativo que seas capaz de crear tu propia zona de confort sin depender de ninguna sustancia. Sí, quizá creas que la marihuana te hace mejor escritor o que el licor te ayuda a ser tú mismo, pero también necesitas la confianza para saber que puedes lograrlo sin ellos. De otro modo, nunca tendrás el control absoluto de la situación.

Sin importar en qué circunstancia o contexto te encuentres, no querrás depender de nada —ni de nadie— para sentirte cómodo y bajo control. Esa seguridad siempre debe venir de adentro y no de una fuente externa.

Quiero ser muy claro: no juzgo a quien le gusta fumar o beber. De hecho, con gusto te venderé una botella de Le Chemin du Roi para ayudarte a celebrar la próxima vez que salgas de fiesta. Lo único que pido es que seas honesto al evaluar el papel que desempeñan las drogas o el alcohol en tu vida. Hay personas que genuinamente son bebedores o fumadores “sociales”; disfrutan hacerlo en algunos contextos, pero no tienen ningún problema con no hacerlo. Pueden tener una botella de alcohol en la cocina o una bolsa de hierba en el clóset, y nunca sentir la necesidad de consumirlas.

Yo puedo tener cajas de Branson o de Le Chemin de Roi en mi oficina y no pensar en ellas hasta que organizamos un evento. Otros podrían sentirse tentados a abrir una botella cada vez que pasen por ahí o beberse una botella entera cuando nadie los ve.

Si el alcohol o las drogas tienen ese tipo de poder sobre ti, es importante que lo confrontes. Requerirá mucha disciplina y concentración, pero es posible forjar un estilo de vida en el que no necesites alcohol ni drogas como combustible para hacer las cosas.

Entiendo también que puede ser abrumador ser el único de tu círculo social que no fuma ni bebe. Sí, puede ser difícil, pero yo he sido esa persona durante años y siempre he logrado abstenerme, así que sí es posible.

Dudo que haya alguien en la historia de la humanidad que haya rechazado más porros y tragos que yo. He pasado horas en los “cafés” de Ámsterdam, con todos los miembros de G-Unit fumando junto a mí porros tan gruesos como el brazo de un bebé. Quizá me haya mareado con el humo de segunda mano, pero nunca la fumo. Snoop Dogg, B-Real, Redman, Method Man, Whiz Khalifa… he estado con todos ellos y más. La pasamos muy bien, pero siempre elijo no fumar con ellos. Y no vayas a pensar: “Bueno, te dejan en paz porque eres 50 Cent”. Nada más alejado de la realidad. Todos quieren ser el primero en hacerme fumar. Soy como la chica bonita que no sale con nadie, así que todos me invitan, pero yo sigo diciendo que no.

Por ejemplo, hace poco hice mi fiesta Tycoon en Nueva York, y Snoop fue uno de mis invitados especiales. Así que, cuando intentó hacerme llegar uno de sus porros, todos los que estaban a nuestro alrededor comenzaron a gritar y aplaudir para incitarme a fumar. No queriendo arruinar el ambiente, le di un buen jalón… pero guardé el humo en la boca antes de sacarlo. Hasta ahí llegó. Estoy seguro de que Bill Clinton ha inhalado más humo de marihuana que yo.

A todo el mundo le emocionó que hubiera fumado, pero no estaba dispuesto a inhalar en realidad ese humo, mucho menos algo tan fuerte como lo que fuma Snoop. Las pocas veces que he fumado hierba me ha puesto sumamente paranoico. ¿Por qué, entonces, querría estar drogado y rodeado de mil personas apretujadas en un evento del que yo estaba a cargo? De haber inhalado, no habría disfrutado la música; habría perdido la cabeza por todas las cosas que podrían salir mal en mi evento. Siempre estoy más cómodo cuando todo en el ambiente está bajo mi control. Y eso es muy difícil de lograr si estás drogado.

Para poder estar genuinamente en una posición que te permita afanarte con todas tus energías a diario, no basta con evitar (o reducir) el consumo de alcohol o hierba. También es necesario hacer un esfuerzo consciente por cuidar el cuerpo, sobre todo cuando empiezas a envejecer. La mejor manera de hacerlo es comiendo bien y haciendo ejercicio.

Mi dieta es bastante sencilla: evito los carbohidratos y la comida procesada, y me concentro en elegir tanta comida orgánica y verduras como sea posible. No soy muy aficionado al desayuno, así que un licuado o malteada de proteínas me basta en las mañanas. Para la comida, por lo general elijo una ensalada. Si salgo a cenar, algo que me es muy difícil evitar, pido algo como un wrap de pollo y lechuga o un filete con espárragos. Quizá no sea la dieta más emocionante, pero es lo suficientemente sencilla como para conseguir una versión de ella casi a diario y contiene ingredientes que están en la mayoría de los menús en Europa y Estados Unidos. La constancia y la disponibilidad son importantes cuando pasas mucho tiempo fuera de casa y te enfrentas a la tentación constante de desviarte de tu régimen.

Si bien puedo desviarme de mi dieta de vez en cuando, mi disciplina para con el ejercicio es religiosa. Sin importar hasta qué tan tarde me haya quedado en el estudio o en el club la noche anterior, siempre iré al gimnasio en la mañana. A veces cambio de gimnasio (de hecho, soy miembro de dos diferentes cerca de mi departamento) sólo para que las cosas no se vuelvan repetitivas o se sientan monótonas. Si salgo de gira, voy al gimnasio del hotel o rento un estudio privado. No importa si tengo jet-lag y problemas para ajustarme al horario, o si no he dormido bien porque extraño mi cama. No hay pretextos; siempre hago ejercicio.

Casi a diario tengo una sesión con mi entrenador personal que puede incluir ejercicio sin peso, como lagartijas, barras, saltar cuerda, golpear con el mazo y pegarle a un saco de boxeo. Luego, cuando termina esa sesión, me quedo en el gimnasio y hago pesas por mi cuenta.

Mi rutina habitual implica levantar pesas con descansos muy breves entre series. Eso me permite tonificar el cuerpo y hacer cardio al mismo tiempo. Si me estoy preparando para un papel en el que debo verme muy marcado, entonces trabajo con más peso para aumentar la masa muscular.

Si estoy intentando perder peso para un papel o para una sesión de fotos, correr se vuelve parte de la rutina también. Por lo general, procuro recorrer entre cinco y seis kilómetros por sesión. Si estoy en casa, suelo correr en una caminadora en el gimnasio. De lo contrario, con frecuencia troto en las calles alrededor de mi hotel. Es una buena forma de salir sin llamar demasiado la atención. Ha habido ocasiones en las que los fans abarrotan la entrada del hotel, esperando verme, y yo he pasado trotando junto a ellos sin que me reconozcan. Todos esperan verme llegar en una limusina, no que corra junto a ellos en pants y sudadera.

Contrario a mucha gente, no busco energía adicional en la cafeína. El café nunca ha sido lo mío, y no me verás vaciando botellas de Coca-Cola Zero durante el día (aunque sí disfruto beber un ginger ale con mi ensalada). Obtengo la energía del ejercicio, y esa hora o dos horas en la mañana son suficientes para mantenerme bien durante el resto del día.

En mi caso, el ejercicio no sólo es bueno para la salud, sino que también es una herramienta de negocios esencial. En pocos lugares me vienen a la mente ideas tan lúcidas como en el gimnasio. No estoy mirando el teléfono ni me distraen las llamadas ni debo atender a alguien que entra a mi despacho para preguntarme algo. El tiempo en el gimnasio me da la oportunidad de pensar en lo que tengo por delante ese día. En vez de ir a la oficina tallándome los ojos para despertar y sintiéndome desorientado, cuando llego ya siento que tengo control de todo, estoy lleno de energía y me siento mentalmente preparado. Si quieres lograr algo, sólo se vale llegar a trabajar en esas condiciones.

Un aspecto de mi estilo de vida que sé que debo mejorar es dormir tanto como sea posible. Cuando me enfoco en un proyecto, me convierto en robot. Soy capaz de trabajar dieciocho horas seguidas sin siquiera sentirme cansado. Me encanta saber que estoy trabajando más que la competencia, pero también sé que debo lograr que el sueño sea una prioridad. Como tantos otros fans de Nas, me voló la cabeza el verso “never sleep, ’cause sleep is the cousin of death” (Nunca duermo, porque el sueño es primo de la muerte). Sonaba tan profundo y misterioso que mucha gente comenzó a asociar el pasar la noche entera en vela y andar siempre con el tanque vacío con el estilo de vida de un buscavidas.

Contribuí a esa falsa idea durante muchos años. Solía decir cosas como “dormir es para los pobres” y “no me gusta dormir porque podría perderme la oportunidad de convertir un sueño en realidad”. La motivación básica detrás de esos mensajes era correcta: si quieres ganar, tienes que estar dispuesto a esforzarte más que la competencia. Pero no debí haber asociado la idea de afanarse con la de dormir menos. En años recientes, he aprendido que algunas de las personas más exitosas del mundo son grandes defensoras del sueño. Jeff Bezos dice que dormir ocho horas es una de sus prioridades, pues le permite pensar de forma mucho más clara. La directora de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, también prioriza dormir siempre lo suficiente, pues dice que, si bien pasar toda la noche despierta puede ayudarle a hacer más cosas en el momento, a la larga resulta ser una estrategia “contraproducente” que hace que la gente se sienta “ansiosa, irritable y confundida”. Es un concepto del que el ceo de Google, Eric Schmidt, también hace eco cuando dice: “El verdadero secreto es que la gente más exitosa está consciente de lo que su cuerpo necesita y duerme siempre que es necesario”.

Estoy intentando aprender de esos líderes y ajustar mi enfoque. Tal vez podía seguir funcionando con pocas horas de sueño cuando era más joven, sobre todo porque no bebo ni fumo, pero ahora entiendo que es un atajo que ya no puedo seguir tomando.

Una forma en la que he mejorado ese enfoque es yéndome a la cama alrededor de la medianoche todos los sábados. Luego, me permito dormir hasta tarde el domingo —las nueve o diez—, pues es el único día en que no tengo nada agendado en las mañanas. Mi meta a futuro es extender esas nueve horas de sueño a dos o tres veces por semana. Estoy seguro de que, si logro dormir esas horas adicionales, seré aún más productivo cuando esté despierto. ¡Buena suerte a toda la competencia que trata de seguirme el paso!

Muchos de los pasos que recomiendo en este capítulo —sobriedad, ejercicio, alimentación y dormir lo suficiente— pueden parecer intimidantes si no son parte de tu estilo de vida todavía.

No dejes que eso te desanime. Soy un firme creyente de que no importa qué tan enormes parezcan, hay muy pocos hábitos negativos que no puedan romperse en treinta días. Siempre que intento mejorar algún aspecto de mi vida, la meta que me pongo es de treinta días. Y siempre he logrado cumplir el objetivo en ese plazo.

La clave está en cómo te enfrentas a la idea de ajustar el hábito. Digamos que estás intentando mejorar tu dieta, reducir tu consumo de alcohol o pasar menos tiempo en redes sociales. Hacer grandes declaraciones como: “Hoy dejo de fumar hierba” o “Voy a volverme vegano” no es productivo. Ese tipo de pronunciamientos pueden sonar bien en el momento, pero también resultan tan ambiciosos que te das por vencido antes de que la transformación comience en realidad.

En vez de decir “Ya no voy a fumar hierba”, puedes decir “No voy a fumar este mes”. Luego, concéntrate en la semana que tienes por delante. Si ves que en tu calendario hay una fiesta en la que sabes que todos van a fumar, decide no asistir. En vez de ir, haz algo con tus amigos no fumadores.

Después, echa un vistazo a lo que tienes planeado para la semana siguiente. ¿Fumar antes de ir al club es uno de tus rituales? Planea entonces una semana en la que tengas otras cosas que hacer durante la tarde. O quédate en casa a ver televisión si crees que estar con fumadores será demasiado tentador. Ponte al corriente con las series que has querido ver. Mejor aún, ve al gimnasio en las noches. En un parpadeo estarás a la mitad del camino hacia la meta.

Si logras tener esa confianza en tu compromiso, para la tercera semana será pan comido. Tu evolución llevará cierto empuje. En vez de estar diciendo: “Caray, quiero encender un porro” todo el tiempo, serás capaz de evaluar adecuadamente cómo es tu vida sin estar drogado. Quizá se sienta tan natural que estarás listo para hacer un cambio permanente en tu estilo de vida. O quizá digas: “Tal vez no necesito dejar la hierba por completo. Sólo tengo que poner límites a cómo y cuándo la consumo”.

Esa conversación será mucho más productiva en el día treinta que en el día uno. Sea lo que sea que quieras mejorar o corregir, comprométete con ello durante treinta días y evalúa cómo cambia tu perspectiva. Date la oportunidad de identificarte con algo distinto. Verás que algunas de las cosas “sin las cuales no puedes vivir” en realidad eran un obstáculo entre tú y una mejor versión de tu vida. Cuando rompas esos hábitos, te sorprenderá todo lo que puedes lograr al liberar tu enfoque y dedicarle todo tu esfuerzo a tu trabajo.

Trabaja duro, trabaja con astucia

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