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ENCONTRAR TU ENFOQUE

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El trabajo arduo y la dedicación son dos de las características que comparten los verdaderos buscavidas. La otra es la concentración: si no logras enfocarte y encauzar tu trabajo arduo, no importa cuánto te afanes, porque no lo estarás haciendo de forma inteligente.

Uno de mis ejemplos favoritos de alguien que fue capaz de combinar el trabajo duro con la concentración es un caballero de nombre Isaac Wright Jr. A principios de los noventa, a Isaac lo sentenciaron a cadena perpetua por supuestamente ser un capo de la droga. De hecho, fue una de las primeras personas en Nueva Jersey en ser sentenciadas bajo ese nuevo estatuto. El único problema era que Isaac en realidad era inocente.

Isaac se negó a aceptar su sentencia y comenzó a buscar formas de anularla. A pesar de que no tenía formación legal, se dispuso a aprender derecho en la biblioteca de la prisión. Aprendió tanto que comenzó a trabajar como asistente legal en los casos de otros convictos, ayudando a que se revirtieran las sentencias de varios de ellos.

Llegó a solucionar su propio caso, pero aún había otros cargos que amenazaban con mantenerlo tras las rejas setenta años más. Isaac siguió sin darse por vencido. Logró al fin encontrar a un oficial de policía que había testificado en su contra que estuvo dispuesto a admitir que había actuado de forma incorrecta y había ocultado evidencia. Nadie es capaz de lograr que un policía se delate, pero Isaac lo hizo. Fue una victoria increíble —sin precedentes, a decir verdad— y, después de nueve años tras las rejas y el suicidio de uno de los fiscales involucrados en su caso, Isaac obtuvo su libertad. Hoy ejerce como abogado en Nueva Jersey, el mismo estado que lo sentenció de forma injusta. Su historia me parece tan poderosa que desarrollé junto con abc un libreto para una serie basada en su historia, el cual titulé For Life.

Hay demasiadas personas encarceladas de manera injusta que nunca han estado cerca de luchar como lo hizo Isaac. La única esperanza para la mayoría de las personas en esa situación es encontrar una organización de defensa de los derechos de los presidiarios o un despacho legal que tome su caso pro bono. Isaac no estaba dispuesto a esperar a que alguien más decidiera si valía la pena luchar por su vida. Tomó su destino en sus propias manos.

¿Qué le permitió a Isaac lograr lo que tantos otros convictos no pudieron? La combinación de trabajo arduo y enfoque. Cuando lo encerraron, Isaac no perdió el tiempo discutiendo con los demás prisioneros quién era el mejor rapero, ni escribiéndole cartas a su ex en su celda, ni pasando el rato en el patio. Pasó cada segundo libre que tuvo aprendiendo sobre leyes. Se negó a que cualquier distracción se interpusiera entre él y su objetivo. No tenía la menor duda de qué era lo que debía hacer: si no estaba comiendo, durmiendo o trabajando, tenía la nariz metida en esos libros.

En un principio fue difícil. Los libros de derecho no están escritos para aficionados; no cualquiera puede entenderlos sin tener educación previa. Pero, con el tiempo, el lenguaje de los textos comenzó a fluir con más facilidad. Conforme Isaac empezó a trabajar con los abogados y ver cómo ayudaban a los otros presos, se fue emocionando. Eso generó un aliento que lo impulsó a estudiar con más ahínco aún. Terminó cursando los cuatro años de la carrera de derecho en tan sólo dos gracias a su enfoque inamovible. Una vez que tuvo toda la información a la mano, pudo poner en marcha el proceso que derivaría en su liberación.

Nada de eso habría ocurrido si Isaac se hubiera permitido sentirse derrotado. Si en algún punto del proceso hubiera sentido confusión respecto a lo que intentaba hacer, no habría podido forjar su propia llave para marcharse. Todo sucedió gracias a su determinación para salir de la cárcel. La historia detrás del viaje de Isaac era perfecta para la televisión. Cuando hicimos una proyección de muestra del piloto, recibió una de las reacciones más positivas en la historia de la cadena. No me sorprende; la forma en que Isaac se esforzó para recuperar su vida es inspiradora.

No olvides que Isaac no se estaba afanando por joyas, autos o casas. Estaba esforzándose en busca de la meta más importante del mundo: su libertad. Y, gracias a su enfoque, fue capaz de conseguirla a pesar del sistema corrupto que puso todo en su contra. Sí, Isaac era un buscavidas, un capo incluso, pero no de la forma en la que el gobierno quiso retratarlo. Estaba luchando por su libertad.

La historia de Isaac debe obligarte a hacerte esta pregunta: ¿qué podría lograr yo con ese mismo nivel de concentración? ¿Y si paso siete u ocho horas al día trabajando en algo sin distracciones? ¿Sin guardias ordenándome que apague las luces a las 10 p.m.? ¿Sin retortijones por la horrenda comida de la cárcel ni dolores de espalda causados por los raídos colchones? ¿Sin alguien en la celda de al lado que me mantenga despierto todas las noches mientras lucha contra sus demonios internos? ¿O haciendo un escándalo cuando se masturba con la asquerosa mayonesa de la cocina? ¿Qué podría lograr sin esas distracciones?

Considera después las distracciones que están evitando que te afanes tan duro como puedes. Ahora mismo. ¿Perder el tiempo en redes sociales? ¿Discutir con tu novio? ¿Sentir ansias de forjar un porro? ¿Dormir hasta tarde porque estuviste bebiendo la noche anterior?

Si pudieras usar sólo una fracción de la concentración y el enfoque que tuvo Isaac, después de apenas un mes comenzarás a sentir el mismo empuje que él. Esa ola puede levantarte y llevarte hasta tus metas.

Trabaja duro, trabaja con astucia

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