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Introducción

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Siguiendo la huella marcada por Jacques Maritain en sus conferencias sobre filosofía de la historia,1 se puede afirmar que no existe el determinismo histórico. Enseña el pensador francés que los hombres son libres y actúan en la historia. Manifiesta que hay algunos cambios que son necesarios por sí mismos en un período dado; ciertas modificaciones se vuelven inevitables, pero esto no implica que la manera –o el modo– de esos cambios lo sea. Esas variaciones dependen de la voluntad y de la libertad humana. Las transformaciones históricas pueden producirse de diferentes modalidades y eso no depende de ninguna necesidad de la historia, sino de la manera como intervienen el hombre y los grandes líderes. La historia posee una dirección determinada, en parte, por el pasado, pero indeterminada con respecto a la orientación o el modo en que esos cambios han de producirse (Maritain, 1986: 36-38).

No hay determinismo histórico, pero no puede entenderse un proceso histórico sin analizar sus posibles causas originarias. En particular, aparece incomprensible la revolución de 1943 si no se aprecian los vastos y profundos cambios religiosos, políticos, culturales y económicos que se produjeron en la Argentina en los años anteriores.

La importancia de estudiar la revolución de 1943 radica en que marcó el inicio del peronismo, el movimiento político más importante de la historia nacional y que mantiene plena vigencia en el presente siglo. Toda vez que ocupa un rol central en la escena política nacional, se considera indispensable conocer sus orígenes y ellos deben buscarse en el proceso iniciado en junio de 1943.

Un usual error es comparar la revolución de 1943 con el golpe de Estado de 1930. Tuvieron claras diferencias. En 1930 hubo un levantamiento en contra de un gobierno legítimo que había sido votado por una amplia mayoría del pueblo argentino. En cambio, en 1943 el Ejército –institución prestigiosa y desvinculada de la infamia de la época– terminó con una era oprobiosa para la Nación, que se caracterizó por el fraude electoral, la corrupción, la entrega del patrimonio nacional y el predominio oligárquico. El año 1930 significó la restauración del poder de la oligarquía conservadora; 1943 fue el amanecer de un país más democrático y justo. Si en 1930 el Ejército fue instrumento de intereses de minorías privilegiadas, en 1943 fue el brazo armado de las genuinas aspiraciones populares.

Otra equivocación corriente es atribuir al movimiento militar de junio de 1943 cierta afinidad con el nazismo o el fascismo, a través de infundadas acusaciones. El GOU nació en oposición al liberalismo y al comunismo, pero sin adherir a ideologías nazi-fascistas. Pretenden desmerecer su vasta obra los que intentan reducirlo a mera copia de experiencias extranjeras. Lejos de acciones foráneas, el levantamiento de la oficialidad del Ejército fue producto de múltiples causas ligadas a particularidades de la realidad argentina. La revolución de 1943 fue profundamente argentina, humanista y cristiana, como también lo será la revolución peronista, su legítima heredera. El peronismo nació superando –ampliamente– los cartabones europeos de “izquierdas” y “derechas” y sus clivajes de capital/trabajo e Iglesia/Estado.

En la presente obra se investiga la participación de la Iglesia, el Ejército y los sindicatos durante el proceso revolucionario iniciado en 1943. Los tres componentes mencionados no han sido los únicos, pero sí han sido los actores más trascendentes y relevantes. Estudiar el fenómeno desde esta triple dimensión ofrece una visión integral del asunto analizado. Gracias a este enfoque se puede apreciar, con suma profundidad, la excepcionalidad del movimiento peronista. Esto es, un proyecto político de reivindicación de los intereses obreros que –lejos de adoptar los lineamientos marxistas de la lucha de clases y el internacionalismo proletario– se basó en principios cristianos de la conciliación social y se arraigó en la tradición e historia nacional.

La obra está organizada del siguiente modo. En el capítulo 1 se analiza el escenario argentino previo al levantamiento militar de junio de 1943. Específicamente, se hace un breve repaso sobre los principales acontecimientos que se produjeron y las corrientes de ideas que circulaban en los tres sectores que son el núcleo central de la presente investigación: la Iglesia, el Ejército y los sindicatos. Profundos cambios se verificaron en la década de 1930 y ejercieron fuerte influencia en lo que sucedió en los años posteriores.

El capítulo 2 versa sobre los antecedentes, la creación, los objetivos y la capacidad de planificación del GOU y el papel relevante que tuvo la organización en la toma del poder.

El capítulo 3 examina los primeros meses del gobierno revolucionario, la alianza con la Iglesia y el creciente poder del GOU dentro del gobierno revolucionario.

En el capítulo 4 se investigan las internas del gobierno revolucionario en los meses finales de 1943. Asimismo, se revisa el restablecimiento de la educación católica y los empeños de Perón para sumar a los obreros a la causa revolucionaria.

El capítulo 5 está dedicado al trascendental año de 1944. Múltiples y variados acontecimientos se sucedieron en el período que consolidó a Perón como el líder de la revolución y de los trabajadores.

En el capítulo 6 se reseñan los principios de la revolución de 1943, a través de diferentes discursos de Perón.

El capítulo 7 está consagrado a repasar la manera en que Perón rememoró la revolución de 1943 en los años posteriores.

Finalmente, en el epílogo se enuncian las conclusiones de la obra y se sugieren algunas proyecciones del hecho histórico estudiado.

1. Dictadas en la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos, en 1955.

¿Cómo se gestó el peronismo?

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