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DIFERENTES FORMAS DE ACTUAR FRENTE A UN GERENTE REBELDE
La rebeldía o la insubordinación se pueden presentar bajo formas muy diversas. La menos común es el desafío abierto a su autoridad o la negativa rotunda a cumplir con sus directivas. Mucho más frecuente es el gerente que constantemente discute sus ideas en las reuniones de su equipo, menoscaba sus recomendaciones en reuniones del consejo directivo o contradice sus afirmaciones en otros ámbitos o frente a los medios de comunicación.
Más común aún, es el gerente que en público y frente a usted expresa su apoyo a sus ideas, para luego clavarle el cuchillo por la espalda. Sea cual fuere la forma que asuma la insubordinación, si usted no establece firmemente su autoridad frente al gerente rebelde, acabará siendo el “felpudo” de toda la empresa.
1. Mírese atentamente en el espejo.
A veces, su comportamiento puede tener que ver con la insubordinación de sus colaboradores. ¿Es posible que usted se haya negado a escuchar a ese gerente rebelde, o que no le haya dado oportunidad para disentir sanamente con usted? ¿Hizo algo para que ese gerente le pierda el respeto? ¿Demuestra usted ser un líder débil, sin convicciones y sin una dirección coherente en sus decisiones?
2. Considere los posibles motivos del gerente.
En general, ¿existe algún elemento o factor relativo a la experiencia, valores y convicciones de esa persona que la inducen a desafiar su autoridad? Averigüe qué es. ¿Se trata de un gerente excesivamente ambicioso? ¿O de una persona frustrada? ¿Se trata de un “sabelotodo”? ¿O es una persona falsa? ¿Acaso está conspirando para defenestrarlo?
3. No confunda objeciones válidas con insubordinación.
Alégrese cuando sus colaboradores cuestionan sus ideas o sugieren enfoques diferentes. Si usted no alienta a sus gerentes a disentir con usted, algo anda decididamente mal con su estilo de liderazgo. Por supuesto, esas contradicciones deberán ser abiertas, honestas y nunca irrespetuosas.
4. Si usted no ha sido testigo personal de alguna conducta criticable, cerciórese de los hechos antes de actuar.
No se enfurezca por algo que le han dicho o insinuado. La insubordinación es una acusación seria. Actúe frente a ella sólo cuando esté muy seguro de que, en efecto, se ha producido. Es posible que un tercero quiera sembrar la discordia o generar problemas entre usted y la persona acusada.
5. Evalúe las consecuencias que puede acarrear una amonestación o una desvinculación.
Si la insubordinación crea una brecha irreparable entre usted y uno de sus colaboradores, o si la persona en cuestión no se arrepiente de lo sucedido, no quedará otra alternativa que desvincularlo de la empresa. Si, en cambio, la actitud de su colaborador se debió a una momentánea falta de criterio y demuestra que realmente está preocupado por lo sucedido, usted saldrá ganando si sabe perdonar el incidente.
6. Cuando censure la actitud de su colaborador, hágalo en su oficina y en privado.
Llame al colaborador a su oficina y permanezca sentado detrás de su escritorio. En primer término, dele la oportunidad de explicar lo sucedido. Indique en tono firme, positivo y consistente, que ese tipo de comportamiento no puede ser tolerado. Describa las consecuencias que podría acarrear una repetición del hecho, usando un lenguaje claro, que no se preste a ninguna mala interpretación.
7. No se ponga al nivel de su colaborador.
Si su colaborador decide agredirlo de palabra, no contraataque ni defienda su honor. Mantenga la calma. Lo próximo que usted diga o haga, probablemente tendrá implicancias para su empresa. Si decide despedir a ese colaborador, limítese a comunicarle cuáles serán los pasos que se seguirán a partir de ese momento a tal fin.
8. Deje asentada por escrito la amonestación y la forma de actuar del colaborador que se espera para el futuro.
Documente la amonestación en una carta dirigida a ese colaborador. Resuma en ella el tipo de insubordinación, su expectativa de que el hecho no se repita y una declaración explícita de las consecuencias que podrán sobrevenir si esas expectativas no se cumplen.
9. Haga el seguimiento de la situación.
Si no surgen más problemas, trate a ese gerente como a todos los demás; no guarde rencores. Si la insubordinación se vuelve a producir, reafirme su posición o pídale la renuncia.