Читать книгу Discursos privados I - Demóstenes - Страница 29

ASUNTO

Оглавление

Cuando se celebraba el proceso por su tutela, Áfobo reclamó [1] de Demostenes a Milias para someterle a tortura 1 , sabedor de que no le sería entregado. En efecto, Demóstenes no lo entregó, aduciendo que Milias no era esclavo, sino libre, manumitido por su padre cuando estaba en trance de muerte, y presentando para demostrar este hecho, entre otras pruebas, también el testimonio de Fano, quien atestiguó ante los jueces diciendo que Afobo había reconocido en presencia del árbitro que Milias era libre. Condenado [2] entonces por su tutela, Áfobo promueve proceso por falso testimonio contra Fano, en cuya defensa pronuncia Demóstenes este discurso diciendo que había atestiguado la verdad y demostrando, además, que en nada se vio perjudicado Áfobo por este testimonio, sino que fue condenado gracias a otros testigos y que, por no haberles incriminado, es evidente que ha cometido injusticia.

Si yo no tuviera conciencia, jueces, de que anteriormente, [1] cuando se celebró mi proceso contra Áfobo, logré refutar con facilidad, gracias a la evidencia de las injusticias, falacias que él mismo había proferido, mucho mayores y graves que éstas, de un modo muy especial temería no poder demostrar, también ahora, por qué medios intenta engañaros en cada uno de los puntos del proceso. Mas en estos momentos, si sois unos oyentes justos e imparciales nuestros, tengo sobradas esperanzas de que, con la ayuda de los dioses, vosotros lleguéis a conocer la impudencia de este individuo no menos que quienes antaño juzgaron. Si el asunto requiriera un discurso de cierta policromía, yo albergaría dudas reprochándome mis pocos años; mas, en realidad, lo que hace falta es informar y explicar con sencillez sus hechos respecto de nosotros; a partir de éstos creo que será fácil para todos vosotros saber cuál de nosotros dos es el malintencionado.

[2] Pues bien, sé que este sujeto ha promovido el presente proceso no porque confíe en demostrar que cierta persona ha atestiguado falsedades contra él, sino creyendo que por la magnitud de la estimación de la sentencia en que incurrió habría nacido alguna antipatía hacia mí y compasión hacia él. Por estos motivos hace ahora su defensa de la causa ya pasada, respecto de la cual nada conforme a derecho pudo decir entonces. Yo, jueces, si hubiera impuesto a este individuo el cumplimiento de la sentencia, o no estuviera dispuesto a hacer concesiones razonables, ni aun así cometería injusticia ejecutándole lo fallado en vuestro estrado, mas, no obstante, alguien podría decir que, siendo pariente mío, había privado de toda su fortuna a este sujeto con crueldad y dureza excesivas. [3] Pero sucede lo contrario: éste, junto con los cotutores, me ha despojado de todos los bienes paternos y, aunque fue claramente convicto en vuestro tribunal, ni aún así cree que ha de poner en práctica ninguna de las medidas apropiadas, sino que, tras de haberse arreglado su fortuna, transmitido la casa a Esio 2 y el campo a Onétor 3 , ha provocado que yo tenga un proceso y problemas con ellos, mientras que él, después de haber sacado el mobiliario de la casa, llevado los esclavos, destruido la cisterna y arrancado las puertas, faltándole sólo prender fuego a la misma casa, ha emigrado a Mégara y pagado allí la contribución de un meteco 4 . En consecuencia, mucho más justo sería que odiarais a este tipo por las acciones referidas que se me reprochara por vosotros falta de equidad.

Pues bien, de la codicia y maldad de este tipo me [4] parece mejor haceros una exposición posteriormente; incluso ahora las habéis oído en resumen; pero, respecto de los testimonios sobre los que emitiréis el voto, voy ya a demostraros que son veraces. Os elevo, jueces, una justa súplica: que nos oigáis a ambos con imparcialidad, pues esto redunda igualmente en provecho vuestro, porque cuanto más exactamente conozcáis los hechos, un voto tanto más justo y conforme con el juramento depositaréis sobre ellos. Demostraré que éste no sólo ha reconocido que [5] Milias era libre, sino que lo ha puesto de manifiesto con hechos; que, además, ha rehuido las pruebas más exactas, las derivadas de la tortura, sobre dichos puntos; que no quiso hacer patente la verdad por esos medios, sino que recurre a picardías, presenta testigos falsos y con su palabrería oculta la verdad de los hechos; y lo demostraré con pruebas tan importantes y evidentes, que todos vosotros sabréis exactamente que nosotros decimos verdad, mientras que él no ha dicho nada razonable. Comenzaré por donde vosotros podáis comprender más fácilmente y yo exponer con mayor rapidez.

En efecto, jueces, yo ejercité contra Demofonte, [6] Terípides y este sujeto unas acciones judiciales de tutela por haber sido despojado de todos mis bienes. Cuando en primer lugar se me vio el proceso contra éste, logré demostrar con claridad a los juzgadores, como os demostraré a vosotros, que el citado personaje, junto con aquéllos, me había desposeído de todos los haberes que nos fueron transmitidos testamentariamente, y sin haber recurrido a falsos testimonios. [7] He aquí la prueba más irrefutable: leídos, en efecto, durante el proceso todos los testimonios en número más que infinito, atestiguando unos en su contra que le habían entregado parte de mis bienes, otros que estaban presentes cuando los recibió y otros que en el momento de comprárselos pagaron los precios, no atacó ninguno de estos «falsos testimonios» ni se ha atrevido a perseguirlos, sino a éste, que es el único en el que no podría demostrar que haya [8] atestiguada una dracma 5 . Ciertamente, la estimación de los bienes de que fui despojado no la valoré en tan alta cantidad tomando como base de mi cálculo este testimonio (pues no hay dinero en él), sino computando cada cosa según aquellos que este sujeto no atacó. Con esa base quienes entonces nos oyeron no sólo le condenaron, sino que aceptaron la estimación de los escritos de demanda 6 . ¿Por qué, pues, dejó [9] a un lado aquéllos y persiguió éste? También informaré yo de eso. Respecto de los testimonios que contra él atestiguaban que estaba en posesión de mis bienes, sabía claramente que tanto más resultaría convicto de dicha tenencia, cuanto mayores fueran las posibilidades de alegar detalladamente sobre cada punto del litigio. Esto iba a suceder en el juicio por falsos testimonios, pues la acusación que entonces formulamos, junto con las otras, en una pequeña parte de toda el agua disponible, ahora la expondríamos [10] individualmente con toda el agua. Pensaba que, si había atacado la respuesta, del mismo modo que entonces hizo una confesión, así también estaría en sus manos el negarla nuevamente. Por esas razones persigue éste. Voy, pues, a demostraros con claridad a todos que este testimonio es veraz, no con verosimilitudes y sutilezas maquinadas para el presente, sino con base en lo que parecerá justo entre todos vosotros, según pienso. Cuando hayáis oído, juzgad.

En efecto, jueces, comprendiendo yo que mi proceso [11] versaba sobre el testimonio escrito en la documentación, y sabiendo que vosotros emitiríais el voto acerca de este punto, creí que, antes que nada, no era necesaria otra cosa que poner a prueba a este sujeto dirigiéndole un requerimiento. ¿Y qué hago? Quería entregarle, para que lo sometiera a tortura, un esclavo entendido en letras que se hallaba presente cuando éste hizo tal reconocimiento y que consignó por escrito el testimonio, sin que le hubiéramos ordenado usar de malas artes, ni anotar unas y omitir otras de las declaraciones que éste había hecho sobre esos puntos, sino que escribiera simplemente la verdad toda y lo manifestado por este sujeto. [12] Ciertamente, ¿qué cosa más bonita había que convencernos de mentira dando tormento al esclavo? Pero él sabía mucho mejor que ningún otro hombre que había sido atestiguada la verdad; por eso precisamente rehuyó la tortura. Cierto, esto no lo saben ni uno ni dos, ni tampoco el requerimiento se ha hecho bajo mano, sino en mitad del ágora y en presencia de mucha gente. Llámame a los testigos de estos hechos.

Discursos privados I

Подняться наверх