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REQUERIMIENTO. TESTIMONIO

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[22] Así pues, aunque ha rehuido tales medios de derecho y por tan numerosos indicios demuestra que su acusación es falaz, pretende que concedáis crédito a sus propios testigos, calumnia a los míos y afirma que no atestiguan la verdad. Quiero hablaros ahora de ello a través de verosimilitudes. En efecto, sé que todos vosotros estaríais de acuerdo en que quienes deponen falsos testimonios pueden querer hacer tal cosa movidos por dinero a causa de su pobreza, por compañerismo o por malquerencia hacia las partes [23] procesales. Pues bien, por ni una sola de esas razones habrían atestiguado a mi favor. Efectivamente, por compañerismo no (pues ¿cómo, si ellos ni en género de vida ni en edad son iguales no ya a mí, sino ni siquiera entre sí?), ni por malquerencia hacia este sujeto, que también esto es cosa clara, pues el uno es hermano y síndico suyo, Fano allegado y compañero de tribu, y Filipo ni amigo ni enemigo, de suerte que no podría con justicia aducir esta causa. Tampoco [24] diría nadie que por indigencia, pues todos son dueños de una fortuna tan grande como para prestaros liturgias y cumplir vuestras órdenes con celo. Aparte de esto, no os son desconocidos ni tienen fama de viciosos, pues son hombres mesurados. Así pues, si ni pobres, ni enemigos de este sujeto, ni amigos míos, ¿cómo se ha de concebir contra ellos la sospecha de que atestiguan falsedades? Yo, desde luego, no lo sé.

Así pues, convencido de eso este sujeto y sabiendo [25] de manera absoluta que han depuesto la verdad, acusa, empero, falazmente y afirma no sólo no haber dicho eso, unas manifestaciones que ¿cómo se podría probar que sí hizo?, sino también que el hombre es realmente esclavo. Pero con unas breves palabras quiero demostrar ante vosotros que también en esto miente. En efecto, jueces, yo sobre estos extremos quise, incluso, entregarle para su tortura las esclavas, las cuales recuerdan que este hombre era libre en aquella fecha, por haber sido manumitido a la muerte de mi padre. Además, mi madre, ofreciéndose por [26] su cuenta, quería prestar el juramento por mi vida y la de mi hermana, que somos sus únicos hijos, por quienes pasó en viudez la vida, de que mi padre en trance de muerte había manumitido al hombre citado, y de que éste era considerado libre entre nosotros; y nadie de vosotros piense que ella estaría dispuesta jamás a jurar por nuestra vida esos hechos si no supiera claramente que juraba con verdad. Pero en prueba de que digo verdad y de que estábamos dispuestos a adoptar tales medidas, llama a los testigos de estos hechos.

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