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TESTIGOS

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Pues bien, tan sofista es este tipo, y tan descaradamente [13] finge desconocer lo justo, que, aunque persigue en juicio por falso testimonio, cuestión sobre la que vais a emitir voto y bajo juramento, rehuyó la tortura en materia del testimonio, el punto fundamental que debiera tratar en su discurso, y, por contra, pretende, falazmente, haberla reclamado sobre [14] cuestiones ajenas al asunto. En verdad, ¿cómo no va a ser sobrenatural que alegue haber sufrido un trato inicuo porque, al exigir un hombre libre, como yo os demostraré con claridad, no lo obtuvo, y, en cambio, no crea que los testigos lo sufren cuando, en relación con lo que ellos depusieron, le ofrezco otro reconocido unánimemente como esclavo, y este sujeto no quiere aceptarlo? Porque precisamente no es posible decir que la tortura sea prueba exacta en algunas cuestiones, las que él quiere, y, a su vez, inexacta en otras.

[15] Todavía más, jueces: este testimonio lo depuso primero su hermano Esio, quien ahora niega porque colabora con él en el proceso, pero que entonces atestiguó, junto con los demás, los hechos descritos, pues no quería perjurar ni incurrir en condena en el acto. A quien, sin duda, si me hubiera amañado un falso testimonio, no hubiese incluido entre los testigos viendo que está ligado a Áfobo más que ningún otro hombre, y sabedor de que colaboraría con él en el proceso y es, además, mi rival; pues no tiene lógica inscribir como testigo de un testimonio no verdadero al [16] adversario de uno mismo y hermano de éste. Ciertamente, hay muchos testigos de los citados hechos, pero también indicios no inferiores a los testigos. En efecto, en primer lugar, si verdaderamente no hubiese prestado este testimonio, no habría negado ahora, sino entonces, en el preciso instante en que era leída la prueba testifical en el estrado, cuando le hubiera beneficiado más que hoy. En segundo lugar, no se habría quedado quieto, sino que hubiese ejercitado contra mí una acción por daños, si contra derecho le hacía responsable de falsos testimonios frente a su hermano, un proceso en el que los hombres corren riesgo de perder sus bienes y derechos cívicos. Además, si hubiera pretendido probar el hecho, me [17] hubiese reclamado el esclavo que redactó los testimonios, a fin de que, si no lo entregaba, diera yo la impresión de no alegar nada justo. Pero, en realidad, tan lejos estuvo de llevar a cabo alguna de las citadas diligencias, que ni siquiera, pese al ofrecimiento que hice del esclavo cuando éste negó esos hechos, lo quiso aceptar, sino que por igual evidencian que rehuyen las pruebas de tortura sobre dichos puntos. En prueba de que digo verdad, de que quien ha prestado [18] testimonio entre los testigos no negó esos hechos cuando, situado al lado de este sujeto, era leído el testimonio en el estrado, y de que, al ofrecerles yo el esclavo para que lo sometieran a tortura sobre todos estos puntos, no quiso tomarlo, os presentaré los testigos de cada detalle. Llámamelos aquí.

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