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TESTIMONIOS

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[10] Desde un principio, pues, se reconoce que no fue entregada la dote y que Áfobo no llegó a ser dueño de la misma. Pero también está claro por verosimilitudes que, por esas razones que he expuesto, prefirieron deber la dote a confundirla con la hacienda de Áfobo, que tan graves riesgos iba a correr. Pues no es posible decir que no la dieron de inmediato por apuros económicos (Timócrates, en efecto, tiene una hacienda de más de diez talentos, y Onétor de más de treinta, de suerte que no sería por eso por lo que no la han entregado en seguida), ni tampoco que poseían [11] bienes, pero a la sazón carecían de dinero en metálico, y pues la mujer se hallaba como en la viudez, por ello se apresuraron a llevar a cabo esos actos sin entregar a un tiempo la dote: estos sujetos, en efecto, suelen prestar a otros no poco dinero y, además, dieron en matrimonio a ésa desde casa de Timócrates cuando cohabitaba con éste, pero no era viuda, de suerte que no se les podría aceptar con razón [12] ese pretexto. Además, jueces, todos podréis reconocer que, al arreglar un asunto de tal condición, cualquiera preferiría deber dinero a otro a no haber entregado la dote a su cuñado. Pues quien no ha pagado es un deudor dudoso de si pagará religiosamente o no, pero quien ha entregado, junto con la mujer, [13] también sus bienes, es un pariente y cuñado, porque no está incurso en sospecha ninguna el que ha ejecutado todo lo justo. En consecuencia, así las cosas, sin haberse visto obligados estos sujetos a ser deudores por cada una de las razones que expuse, y sin que lo hayan querido, no es posible aducir otro pretexto por el cual no hicieron la entrega, sino que necesariamente ésta es la causa por la que no tuvieron confianza para dar la dote.

Pues bien, ya que con tanta evidencia pruebo estos [14] puntos, creo que, por los mismos hechos, fácilmente demostraré que no pagaron la dote con posterioridad, de suerte que os sea notorio que, aun cuando no hubiesen tenido dinero para estos fines, sino para satisfacerla en breve plazo, jamás la habrían pagado ni cedido. ¡Tales imperativos les imponía el asunto! Dos son, en efecto, los años transcurridos [15] entre el desposorio de la mujer y la fecha en que, según dicen éstos, se ha realizado el divorcio, pues se casó durante el arcontado de Polizelo, en el mes de esciroforión 3 , y el divorcio fue inscrito en el mes de posideón, siendo arconte Timócrates 4 ; yo, inmediatamente después de las bodas, confirmado ya mayor de edad, hacía mis reclamaciones y pedía cuentas, y, como me viese despojado de todo, ejercité las acciones judiciales durante el mismo arcontado. Ese [16] lapso de tiempo admite precisamente que la debiera según sus convenios, y no contiene prueba de haberla satisfecho. Pues quien, por dichas razones, prefirió desde un principio ser deudor y pagar un interés, para que no corriese riesgos la dote unida al resto de la hacienda, ¿cómo la habría pagado este sujeto cuando aquél ya estaba procesado? Aunque antaño hubiera tenido confianza, entonces habría buscado recobrarla. No es posible, jueces, sin ningún género de duda. Pues bien, en prueba de que la mujer se casó [17] por el tiempo que yo digo, de que nosotros exactamente en el período intermedio nos constituimos en adversarios procesales, y de que éstos inscribieron el divorcio ante el arconte después de que yo hubiese incoado el proceso, tómame estos testimonios sobre cada punto.

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