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Examen evangélico de Elena de White en conexión con Questions on Doctrine

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Los años 1955 y 1956 trajeron debates entre los líderes adventistas y los evangélicos Donald Grey Barnhouse y Walter Martin. El antecedente de estas reuniones fue la correspondencia entre T. E. Unruh, presidente de una Asociación adventista, y Barnhouse, editor de la revista Eternity e importante líder evangélico conservador. Alrededor de 1950, Unruh le envió a Barnhouse un ejemplar de El camino a Cristo, de Elena de White; él hizo una crítica en Eternity con la conclusión de que era “falso en todas sus partes”.475 En 1954, Barnhouse y Zondervan Publishing le pidieron a Walter Martin, el joven erudito evangélico asociado con la revista Eternity, que escribiera un libro sobre los adventistas del séptimo día. Entonces, Martin se puso en contacto con Unruh, que arregló una reunión con LeRoy Froom, con W. E. Read y, después, con R. A. Anderson, de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día. El resultado de esta y de otras reuniones fue notable. La sospecha en ambas partes fue reemplazada por respeto genuino. El resultado final fue la publicación por parte de la Review and Herald del libro Seventh-day Adventists Answer Questions on Doctrine; y una declaración, hecha por Barnhouse y por Martin, de que los adventistas del séptimo día eran realmente “hermanos redimidos y miembros del Cuerpo de Cristo”.476 La reacción a esta declaración, y a una posición similar tomada por Martin en 1960 y expresada en su libro The Truth About Seventh-day Adventism, fue un frenesí de debates realizados por los evangélicos sobre si los adventistas eran realmente ortodoxos en las cuestiones básicas del cristianismo.477 Martin se distinguía de muchos otros evangélicos críticos del adventismo, pues intentaba entender correctamente las doctrinas adventistas, y las trataba con honestidad y justicia. Él dedicó un capítulo su de libro a Elena de White y concluyó: “Los cristianos de todas las denominaciones pueden discrepar acaloradamente con la actitud adventista hacia la Sra. White, pero todo lo que ella escribió acerca de temas como la salvación o la vida cristiana la caracteriza como una cristiana en todo sentido del término”.478

Barnhouse y Martin no aceptaban que Elena de White manifestara el don profético y rechazaron muchas de sus opiniones. Aun así, tanto el debate dado por estos hombres como sus consiguientes publicaciones comenzaron, en los círculos protestantes, una nueva tendencia que se ha fortalecido a lo largo de los años. Hoy, una cantidad de eruditos adventistas asisten a las reuniones de la Sociedad Teológica Evangélica y, en años recientes, la Sociedad Teológica Adventista ha sido anfitriona de uno de los encuentros y ha presentado estudios regularmente. La revista Ministerio, publicaciones sobre libertad religiosa adventista y publicaciones académicas de la Andrews University Press también se encuentran, por distintos medios, a disposición de evangélicos y de un amplio espectro de pastores y eruditos cristianos.

Desde la década de 1980, más evangélicos se han vuelto de cierto modo amigables con los adventistas; sin embargo, durante la década de 1960, muchas de las reacciones a Questions on Doctrine y a The Truth About Seventh-day Adventism que fueron publicadas eran negativas. La mayoría de las respuestas negativas apuntaban directamente a Elena de White y a su supuesta experiencia profética como razón para rechazar a los adventistas del séptimo día como cristianos, y para afirmar que eran una secta o casi lo eran. La tesina de Julius Nam, escrita cuidadosamente, documentó las distintas reacciones publicadas por los evangélicos al libro Questions on Doctrine, y las posiciones de Barnhouse y Martin.479

La primera respuesta a Questions on Doctrine que fue publicada en un periódico estaba escrita por M. R. DeHaan y apareció en The King’s Business, en marzo de 1958.480 DeHaan concluyó que el libro era “solo una justificación de [la] posición inalterada [de los adventistas] y de la defensa de la Sra. Elena de White, su profetisa”.481

Harold Lindsell, del Seminario Teológico Fuller, se involucró en el asunto desde Christianity Today. Como DeHaan, su respuesta se concentró en Elena de White y su papel en relación con la Biblia. Lindsell afirmó que los adventistas creían en la “naturaleza inmaculada de las enseñanzas y de la vida de la Sra. White”. Después, declaró que los evangélicos nunca sostendrían tal opinión de los “escritos de Agustín, de Calvino, de Lutero y otros”. Luego, concluyó diciendo: “La Sra. Elena G. de White es la luz guía de los adventistas; es considerada como una voz autorizada y final”. F. D. Nichol respondió a Lindsell y rechazó la idea de que los adventistas sostuvieran que Elena de White fuera “inmaculada”, afirmando que, en cambio, la veían como “un ser humano frágil como así también uno que recibía revelaciones de Dios”.482

También en Christianity Today, Herbert S. Bird reaccionó a Questions on Doctrine diciendo que los adventistas resolvían sus “problemas doctrinales” por medio de las revelaciones de Elena de White. Al final, decía: “¿Hay alguna otra conclusión posible aparte de que sus escritos son equiparados, en un sentido real, con la Santa Escritura?”483 Luego, Bird fue un paso más lejos y publicó un libro contra Elena de White.484 A su vez, afirmó el punto de vista evangélico de la revelación bíblica infalible, inspirada verbalmente; y escribió: “Cuando Dios habla, habla de manera infalible; el Dios de la verdad no desciende a tal equivocación como la que se insinúa en la exposición adventista del carácter de la autoridad de la Sra. White. O sea, si en sus escritos ‘es Dios y no un mortal que ha hablado’, no hay ninguna razón para negarles las cualidades, incluyendo la infalibilidad”.485 En una respuesta más detallada a Questions on Doctrine y a The Truth About Seventh-day Adventism, Bird publicó Theology of Seventh-Day Adventism. Su libro, de 137 páginas, rechazaba a los adventistas como cristianos ortodoxos. En cuanto a Elena de White, su conclusión fundamental incluía el reconocimiento de que los adventistas aceptaban la inspiración de la Escritura. Sin embargo, él negaba que creyeran en la “suficiencia” de la Biblia. Para Bird, el papel profético de Elena de White violaba el “principio de Sola Scriptura” de la Confesión de Fe de Westminster.486 Él no veía ninguna diferencia entre escritos canónicos y no canónicos. Así, las “expresiones de personas como Agabo o las hijas de Felipe, o los mensajes escritos de Iddo el vidente llegaron a sus destinatarios con precisamente la misma autoridad que las Escrituras canónicas llegaron a la iglesia de hoy”.487 Para Bird, si los escritos de Elena de White eran inspirados por Dios, la autoridad y el rol de estos debían ser los mismos que los de la Escritura. Aunque no lo dijo explícitamente, el razonamiento de Bird sugiere que, como el canon de la Escritura está cerrado, los profetas modernos no pueden ser legítimos sin socavar la Escritura. Al final, rechazó a la Iglesia Adventista del Séptimo Día como denominación cristiana. Las dos creencias que lo inclinaron en esa dirección fueron el don profético de Elena de White y la doctrina del Santuario. Él los veía como una “grave corrupción del evangelio”.488 Walter Martin reseñó el libro de Bird en 1962; concluyó que su refutación exegética a la doctrina adventista era la “mejor”, pero que no había analizado suficientes fuentes adventistas contemporáneas. También presentó la objeción de que Bird no era justo al acusar a los adventistas de “legalismo” o de cristología defectuosa.489 También durante la década del 1960, aparecieron muchos otros libros que rechazaban a los adventistas por ser una secta o casi una secta.490

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