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DEL PRIMER SORBITO A LA MAÑANA DEL DÍA SIGUIENTE: EL PERIPLO DEL ALCOHOL
ОглавлениеRealicemos un breve recorrido por tu cerebro y tu organismo cuando están bajo los efectos del alcohol. Tu primera bebida comienza con un simple sorbo, adaptando una frase de Mao Tse Tung7.
De hecho, te sorprendería lo complicado que resulta convencer a alguien para que beba alcohol por primera vez. El alcohol puro tiene un sabor repugnante, por lo que nadie (excepto, quizá, un alcohólico) lo bebería. Incluso en los diversos formatos en que lo compramos, a menudo es amargo y ácido, y muchas veces francamente desagradable, por lo que necesitamos mezclarlo con otra bebida. Algunos de los sabores bajo los que se presenta el alcohol (sabor a vino o a lúpulo, por ejemplo) son bastante extraños y, por lo tanto, acaban siendo un gusto adquirido.
Uno de los trucos más efectivos para que las personas encuentren más apetecible el alcohol es agregarle edulcorantes, algo que también se hace en los laboratorios con las ratas. Cuando los científicos las usan en sus investigaciones sobre los efectos del alcohol, una práctica habitual es endulzarlo para asegurarse de que estas lo beben (un alcopop para ratas, como si dijéramos). De hecho, me atrevería a afirmar que la razón principal por la que se comercializan alcopops8 extradulces (y, a menudo, de vivos colores) es para atraer a los consumidores primerizos que aún no han adquirido el gusto por el alcohol, también conocidos como adolescentes.
También te asombrará la rapidez con que adquirimos ese gusto. Muy poco después de los primeros sorbos, nuestro cerebro aprende que, a los pocos minutos de haber paladeado ese abrupto sabor, aparecen agradables sensaciones de calidez, relax y, tal vez, una mayor sociabilidad. Así, en cuanto estas agradables sensaciones quedan asociadas al sabor, el olor, el entorno, la rutina o el ritual, nos empieza a gustar ese sabor. A menudo, he escuchado afirmaciones como estas: «Me encanta el sabor del Vega Sicilia/Torres de la cosecha de 1984». Y yo respondo: «Si le dieras eso a tu hijo, lo escupiría. Ese sabor te encanta como resultado de un gusto adquirido, y este proviene de los efectos que tiene en ti el alcohol. Bueno, y de que sabes que es realmente caro, por supuesto».
Este efecto del aprendizaje, una vez más, también puede extrapolarse a las ratas: cuando se consigue que una rata beba el alcohol suficiente, continuará bebiéndolo, incluso si no sabe a nada.
Otra sensación que muchas personas aprenden a apreciar es la del calorcillo que notan cuando el alcohol baja por la garganta; algo que te resultará familiar si bebes licores y, sobre todo, si alguna vez has tomado chupitos. Puedes encontrarlo agradable porque tu cerebro anticipa que estás a punto de recibir el placentero impacto del alcohol. Dado que los licores vienen a ser alcohol en formato diluido, esa cálida sensación resulta menos intensa que si te pusieras alcohol puro en la lengua o en una herida. Eso te ardería (y dolería de verdad).
CUADRO 1
¿EL ALCOHOL CARO ES MEJOR PARA TU ORGANISMO?
No puedes pagar con dinero la prevención de los efectos nocivos en tu organismo. Tal vez se argumente que el vino tinto y la cerveza incluyen determinados componentes beneficiosos para la salud (puedes consultar el capítulo 2 para ahondar en esto), sin embargo, no los incluyen en la cantidad suficiente como para compensar los efectos nocivos del etanol, la sustancia química más tóxica del alcohol. Por otro lado, si no sufres tanta resaca cuando tomas bebidas de mejor calidad, es posible que se deba a que las estás saboreando más y, por lo tanto, bebiendo menos (lo cual no tiene nada de malo). Pero me temo que la respuesta a la pregunta de antes es, sencillamente, que no.
Estos dos elementos (el sabor y la sensación en boca), unidos al aspecto de tu bebida favorita y el lugar y hora en que sueles consumirla, hacen que tu cerebro se prepare para experimentar los efectos del alcohol.
Conforme el líquido fluye hacia el estómago, comienza su absorción a través de las paredes del estómago y luego a través del intestino delgado. El alcohol se desplaza por el torrente sanguíneo hasta el hígado, donde comienza a metabolizarse; el principal subproducto resultante es el acetaldehído. A continuación, esta mezcla de alcohol y acetaldehído fluye por el torrente sanguíneo hasta el corazón y, posteriormente, también atraviesa la barrera hematoencefálica para penetrar en el cerebro.
El alcohol es una molécula t an minúscula que su absorción se produce con bastante rapidez: a los cinco o diez minutos del primer sorbo, comenzarás a notar los primeros efectos en tu organismo. Puede que empieces a sentir más calor y un cierto rubor, ya que el alcohol permite que los vasos sanguíneos de la piel se dilaten, en un proceso denominado «vasodilatación».