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EN EL INTERIOR DE TU CEREBRO
ОглавлениеCuando esa combinación de alcohol alcanza el cerebro, comienza a provocar todas esas cosas que hacen que nos guste. Se podría equiparar el funcionamiento del cerebro con el de una máquina electroquímica. Esta máquina consta de una red con unos doscientos mil millones de neuronas; los mensajes entre estas llevan todos nuestros pensamientos y procesos. Todo el rendimiento que produce tu máquina (los actos de estar despierto o dormido, almacenar recuerdos, tragar, etc.) es el resultado de estos millones de mensajes que revolotean por la red neuronal.
Cada mensaje viaja a lo largo de la neurona gracias a impulsos eléctricos, pero la conexión que salva la distancia entre neuronas, llamada «sinapsis», es de tipo químico. Por otro lado, las sustancias químicas que salvan esa distancia se denominan «neurotransmisores».
Lo que es importante conocer para entender el funcionamiento del alcohol es que, al igual que otras drogas, funciona en el nivel de esta conexión química.
Existen en torno a ochenta tipos distintos de neurotransmisores (mensajeros químicos), e incluso más modelos aún de receptores en los que se insertan. Cada receptor lo activa un neurotransmisor diferente.
Los dos neurotransmisores más habituales y potentes (porque, en efecto, son los interruptores que encienden y apagan el cerebro) son el GABA y el glutamato. En esencia, ambos conforman el núcleo del cerebro. Se encargan de todas las tareas básicas: desde dormir hasta asentar recuerdos y pensar.
El glutamato activa el cerebro y el GABA lo desactiva. Cuando el glutamato liberado atraviesa la sinapsis, activa la siguiente neurona, lo cual incrementa la actividad del cerebro. En cambio, el GABA hace lo opuesto.
Ambos trabajan codo con codo, como el yin y el yang. Necesitamos el GABA para controlar el glutamato, porque, si se produce un exceso de glutamato, el sistema se sobrecarga, lo cual conduce a un grave aumento de la ansiedad o incluso a sufrir un ataque y un posible daño cerebral.
Por lo tanto, nuestro cerebro ha evolucionado de tal modo que, cada vez que se libera glutamato, también se libera GABA. Se trata de un sistema maravillosamente equilibrado.
Existe otro tipo de neurotransmisor: el «neuromodulador», llamado así porque modifica la respuesta del cerebro en lugar de afectarlo de manera directa. Así pues, si sufres un accidente de coche, el glutamato asentará ese recuerdo (por ejemplo, que conducías a noventa y seis kilómetros por hora y que ibas por la A3), pero la emoción quedará codificada por un neuromodulador llamado noradrenalina. Esto aporta información adicional a ese recuerdo, pero no conforma su componente principal.
Los neuromoduladores funcionan como una copia de seguridad del GABA y el glutamato, ya que casi todas las respuestas de salida cerebrales utilizan más de un neurotransmisor.
Veámoslo con un ejemplo. Creemos que, al menos, cuatro neurotransmisores nos mantienen despiertos (acetilcolina, orexina, histamina y noradrenalina), mientras que, como mínimo, cuatro nos provocan somnolencia (GABA, adenosina, serotonina y endocannabinoides). Esto significa que, si uno falla, los demás pueden servir de respaldo. Así, por ejemplo, alguien con narcolepsia tendrá una deficiencia en el neuromodulador denominado orexina, y le costará mantenerse despierto porque las copias de seguridad no siempre son lo bastante potentes.
Los nombres de algunos neuromoduladores te resultarán muy familiares. Al igual que la noradrenalina, también la serotonina y la dopamina participan en muchos procesos, sobre todo de carácter emocional. Luego están las endorfinas, que en realidad son un tipo diferente de molécula llamada «péptido», diminutos fragmentos de proteína.
Todas las diversas drogas y sustancias alterantes de la consciencia que consumen los seres humanos actúan sobre múltiples combinaciones de sistemas neurotransmisores y neuromoduladores. El alcohol se perfila como una de las que tienen mayor influencia en ese aspecto, ya que afecta a una enorme variedad de receptores y, por lo tanto, a la mayoría de las neuronas (si no a todas). Por eso puede provocarnos tantas variedades de efectos y experiencias.