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TODO DEPENDE DEL MOMENTO

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Otro factor adicional es en qué momento bebes a lo largo del día. Lógicamente, cuanto más somnoliento estés, más probabilidades hay de que te venza el sueño debido al alcohol. Por eso, algunas personas mezclan estimulantes y alcohol, como en el Buckie: los primeros para mantenerte despierto y el segundo para quitarte la ansiedad. De hecho, «estimulantes con tranquilizantes» es la combinación más popular en la historia del consumo de drogas.

Otro ejemplo de esto lo conforman la cocaína y el alcohol. Si nos remontamos a la década de 1890, cuando la cocaína era legal, existía un vino italiano llamado Mariani que contenía ambas sustancias. Y lo avaló el papa, nada menos. Puede que hayas escuchado ciertos rumores acerca de que David Cameron, Boris Johnson y otros miembros del Bullingdon Club consumían, presuntamente, cocaína y alcohol en fiestas [8]. La razón por la que alguien haría esto es, quizá, para lograr beber más durante más tiempo. Curiosamente, cuando, en la década de 1990, el Gobierno islandés aprobó una ley que permitía beber alcohol durante las veinticuatro horas, acabó produciéndose un aumento en el consumo de anfetaminas [9].

Uno de los problemas de la cocaína y el alcohol es que actúan de forma conjunta en el organismo para producir una nueva sustancia química: el cocaetileno (CE). El CE viene a ser una variación de la cocaína, con una acción más prolongada, que permanece en el organismo durante horas en lugar de minutos, por lo que resulta más tóxico para el corazón. Esto explica la estrecha relación que hay entre consumir cocaína, beber alcohol y sufrir ataques cardíacos.

El efecto estimulante/tranquilizante también justifica la popularidad del Red Bull con vodka, también conocido como «Vodka Rush»11. Algunos estudios realizados en animales han demostrado que los efectos que produce esta mezcla alteran el cerebro [10]. Tal vez un Vodka Rush te parezca muy poco sofisticado para tu gusto y prefieras un expreso martini, pero no te engañes: lo que le estarías haciendo a tu cerebro no sería tan distinto.

Posiblemente, alcohol con tabaco es la combinación más común de todas. Muchas personas descubren que, una vez adquieren el hábito de fumarse un cigarrillo acompañado de una copa, les cuesta no combinarlos. Esto puede deberse a que fumar intensifica el impacto del alcohol en la dopamina. Aunque también puede deberse a que el alcohol te desinhibe, por lo que tras una copa pierdes la voluntad de no fumar.

Tampoco cabe duda de que emborracharte más rápido (y, por lo tanto, incrementar más rápido tu nivel de alcohol en sangre) implica que vencerás mucho antes tus inhibiciones. Si bebes deprisa, quizá te percates de que tu capacidad de discernir se ha esfumado y acabes sintiéndote sobrepasado por el alcohol antes incluso de comprender que estás borracho. Por otro lado, lo alta que sea la graduación de ese alcohol que estás bebiendo también tiene importancia aquí, pues, cuanto más rápido logres emborracharte, antes comenzará a suceder todo lo malo.

Eso explica por qué no es buena noticia que las bebidas hayan ido adquiriendo cada vez más graduación en los últimos cincuenta años, aproximadamente. Durante las décadas de 1960 y 1970, cuando yo era estudiante, la mayoría de las cervezas de fermentación tanto alta como baja que se vendían en los bares tenían entre un 3 y un 4% de alcohol. Luego llegó la Heineken, con un 5%, y ahora suelen tener entre 4 y 5%. Pero también el vino ha ido adquiriendo cada vez más graduación, por lo general del 11 o 12% al 13 o 14%.

Se ha demostrado que algunas bebidas también incrementan tus niveles de alcohol en sangre más rápido que otras, por ejemplo, el champán más que el vino. De hecho, la gente suele emborracharse más rápido con bebidas espumosas.

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