Читать книгу Obras Completas - Edward Bach - Edward Bach - Страница 12
LA TOXEMIA INTESTINAL Y SU RELACIÓN CON EL CÁNCER
ОглавлениеÉsta es una ponencia acerca de la toxemia intestinal,15 en su relación con las enfermedades, sin dejar de lado las malignas, y espero que los puntos que voy a exponer no sólo sean de vuestro interés sino merecedores de vuestra consideración.
La toxemia intestinal no es un tema nuevo. Durante los últimos cien años se ha trabajado mucho en ella, tanto médica como quirúrgicamente, en un esfuerzo por contrarrestar sus efectos dañinos. Al volver a los primeros días de nuestra profesión médica hallamos tratamientos y drogas que tenían como objetivo, como único y principal propósito, la limpieza del intestino. Pero a medida que se reconoce la importancia de este estado y se trabaja más en ello, nos vemos más capacitados para comprender los detalles de su naturaleza y las condiciones más exactas que lleva a manifestar sus efectos perjudiciales.
Recién ahora se están empezando a comprender los poderosos efectos y de largo alcance de la toxemia intestinal. Aún debemos comprender sus daños a gran escala en la civilización, los daños más difíciles de entender debido a su naturaleza silenciosa.
La profesión médica todavía debe valorar la segura y constante disminución de la resistencia, la predisposición a la enfermedad y los beneficios cada vez mayores que se logran con su eliminación, en la gran mayoría de los casos.
En principio, la causa de esta anormalidad es esencialmente la dieta, y segundo, la infección que es capaz de producirse sólo debido a la alimentación incorrecta. En esta ponencia intentaré dar a ustedes algunas razones prácticas y científicas, y mostrarles qué importante es el rol que juegan en la mayoría de las enfermedades; y las causas que predisponen al cáncer no son la excepción.
El alimento es el combustible de la máquina humana que provee la necesidad de cada célula diminuta de la más maravillosa de todas las máquinas, el cuerpo humano. Pero, como demostraré, si el combustible es deficiente en cuanto a sus características necesarias, no sólo se convierte en una fuente de energía disminuida, sino que también aumenta las posibilidades de producción de venenos y sustancias dañinas fatales para el perfecto funcionamiento del individuo.
Hemos tenido maniáticos fundamentalistas y teóricos en toda época debatiendo acerca de los diferentes valores de los distintos alimentos, y cualquiera que se desvíe de la costumbre de su sociedad en particular es considerado un excéntrico. Espero relatarles hoy el inicio de la investigación, cuyos posteriores avances demostrarán con precisión la dieta correcta y normal para el ser humano.
No podemos negar que la dieta civilizada es radicalmente incorrecta, y está lejos de todo razonamiento suponer que nuestros actuales métodos de cocción y tratamiento general del alimento son en cierta forma compatibles con las leyes de la naturaleza.
En primer lugar, la toxemia intestinal debe su origen a errores en la dieta, y segundo, a la infección que sólo puede producirse cuando las condiciones del intestino son anormales. Esta condición está presente en la mayoría, sino en todos, los individuos que viven de la dieta que ingerimos. Los síntomas no pueden manifestar su presencia durante meses, años o hasta una edad avanzada porque la enfermedad depende enormemente de la resistencia del individuo a los venenos, aunque en cierta medida a la variedad de los organismos relacionados con la toxemia.
La dieta anormal puede comenzar con el nacimiento, como en el caso de la alimentación artificial, pero más habitualmente al concluir los primeros meses de vida.
Considerado a partir de un natural punto de vista histórico, la especie humana estaba indudablemente destinada a vivir de las frutas y productos de naturaleza vegetal de los trópicos, y posiblemente de la carne de los animales pequeños. Pero si el hombre estaba destinado a ser vegetariano o carnívoro, una cosa es cierta: nuestra actual cocción, almacenamiento y manipulación de los alimentos no fueron considerados en el orden universal de las cosas. Veremos que un contenido anormal en el intestino comienza en nosotros tempranamente y continúa a través de la vida.
Posiblemente, si se diera una dieta normal desde el nacimiento, los organismos anormales en los intestinos no se volverían residentes permanentes, aunque en general se hallan presentes.
Presento esta ponencia por tres razones:
a) Gran cantidad de enfermedades crónicas pueden tratarse con éxito siguiendo este parámetro.
b) El beneficio obtenido se debe a una mejoría general en la salud y no al tratamiento específico.
c) El 25% de los casos de cáncer avanzado definitivamente inoperables, tratados con tales métodos muestran una mejoría temporal y alivio de los síntomas, y por lo general disfrutan de un bienestar por más tiempo. Si el 25% de los casos avanzados de cáncer muestra una mínima señal de beneficio, y es posible pedir más que eso, concluimos que esta línea de pensamiento y de experimento merece continuar con las investigaciones.
A continuación consideraremos estos puntos en forma detallada y daremos una reseña de los resultados.
La deficiencia de la comida natural puede deberse a:
1) ausencia de productos esenciales necesarios para la salud, tales como vitaminas y otros,
2) falta de sustancias esenciales para el contenido bacteriano de los intestinos para asegurar la limpieza, y
3) presencia de sustancias a partir de las cuales, las toxinas pueden formarse fácilmente.
1) La deficiencia de las vitaminas y de las sustancias necesarias para la salud es tan aceptada y ha sido tan probada que no es necesario discutirlas en detalle. Al recordar casos sorprendentes, como el raquitismo y el escorbuto,16 e incluso cuando se haya llevado a cabo mayor investigación, probablemente se mostrará que las deficiencias menores que se extienden por un largo período tienen un serio efecto en el metabolismo general.
2) Para mantener los intestinos limpios se necesitan ciertos organismos que sólo pueden existir cuando se administra el alimento adecuado. Las bacterias de limpieza del intestino son los bacilos del ácido láctico,17 porque en la medida en que son producidos previenen la putrefacción y producen excretas comparativamente estériles y saludables. Para este proceso el almidón es esencial, porque es necesario tener azúcares, o azúcares y almidón, en el intestino ciego (cecal), para llevar a cabo este proceso.
La dieta promedio contiene una deficiencia de almidón. A mayor cocción más se reduce la pequeña cantidad presente hasta hacerse inútil, causando rupturas en la cápsula de celulosa y una hidrólisis18 parcial de los carbohidratos, de manera que el intestino ciego carece totalmente de azúcar, a partir de la cual puede ser drenada la reacción ácida.
3) Hay un exceso de proteína de carne a partir de la cual pueden producirse muy fácilmente venenos de naturaleza tóxica.
La comparación de las heces entre los que viven con una dieta promedio y los que consumen una gran cantidad de alimentos crudos ha sido muy interesante y sorprendente. El color promedio es marrón oscuro, cuando debería ser marrón claro. El aroma promedio es el que se describe como fecal, y no debería de existir olor, como mucho un leve aroma a leche agria. La reacción promedio según la describen los libros de texto es alcalina, mientras que debería ser fuertemente ácida al tornasol.
Químicamente están ausentes la mayoría de los cuerpos putrefactos, como el escatol y el indol, y finalmente, el contenido bacteriano difiere enormemente en ambos.19 Los especímenes comunes se componen en la mayoría de los casos de los colibacilos, estreptococos, bacilos portadores de esporas y bacterias anormales, las que describiré más adelante, mientras que los únicos organismos hallados en deposiciones saludables son el ácido láctico y los colibacilos.20
Sería suficiente este gran contraste para convencer a cualquiera sobre las ventajas que brinda una dieta adecuada y el beneficio que representa para el individuo la ausencia de todo el material habitual en descomposición. Sin embargo, hay algo más, porque en los intestinos sanos que he descrito no es fácil la presencia de bacterias anormales, las que no pueden producir toxinas con facilidad. Por el contrario, el medio alcalino, como se entiende desde hace muchos años en la totalidad de los laboratorios, es un excelente caldo de cultivo para la mayoría de las bacterias patógenas, y en el que sólo ellas son capaces de producir toxinas.21
Además, el organismo natural limpiador del intestino, los bacilos del ácido láctico, prácticamente se extinguen cuando el contenido del cecal es alcalino.
Consideremos ahora las bacterias anormales, responsables en general de la toxemia. Dichos organismos se hallan casi universalmente en la civilización. Son los bacilos del tipo gramnegativo que no fermentan la lactosa. Hemos descrito en detalle una extensa variedad de ellos, pero el número de las diferentes formas es tan grande que es imposible clasificarlos todos; por el momento es suficiente agruparlos. No son patógenos en el sentido vulgar de la palabra, en cuanto no producen la enfermedad, aunque pueden ocasionalmente ser causantes de las condiciones locales de los intestinos. No obstante, el peligro reside en su acción continuada y prolongada, y las toxinas que se producen lentamente a través de la vida gradual e insidiosamente disminuyen la vitalidad del individuo y aumentan la susceptibilidad tanto a enfermedades agudas como crónicas. Según la virulencia de la toxemia, e igualmente importante según la resistencia del huésped, será el número de años necesarios antes de que se manifiesten los síntomas. En la mayoría de los casos el ser humano se infecta a edad temprana, y es tan común hallar tales organismos –no sólo en el adulto sino también en los niños– que podrían ser considerados, como en algunos laboratorios, habitantes más o menos normales, si no fuera por los sorprendentes resultados obtenidos en el tratamiento de la enfermedad crónica con su eliminación.
Una vez que han logrado entrar en el cuerpo, parecen vivir en la región de la vesícula biliar y de los conductos biliares, y los estadounidenses han demostrado esto ampliamente al obtenerlas en un alto porcentaje de casos pasando una sonda a través de la boca y el estómago hacia el duodeno.
El tratamiento para eliminar la toxemia intestinal se basa en dos puntos: por un lado, la dieta debería evitar el mayor contenido de material productor de toxinas posible y ser lo más adecuada para el desarrollo de la bacteria limpiadora y la inhibición de organismos anormales; por otro, eliminar del paciente las bacterias que desarrollan toxinas. La dieta consiste en suprimir todas las formas de carne cocida, lo que produce fácilmente los venenos, y mantener al paciente casi exclusivamente a base de una dieta de verduras, frutas frescas, frutas secas y cereales.
Esta simple práctica reduce enormemente la cantidad de toxinas producidas en los intestinos. Si se continúa por un período largo, se tiende a eliminar las bacterias patógenas; desafortunadamente, en la mayoría de los casos este proceso requiere de muchos años para completarse, porque las toxinas parecen afirmarse probablemente en la vesícula biliar y en los conductos biliares, exactamente de la misma forma que sucede con los portadores tifoideos, como se ha comprobado en muchas oportunidades.
Por lo tanto, la eliminación de dichos organismos no es fácil. Los antisépticos intestinales han permitido resultados beneficiosos durante un tiempo, aunque no en forma permanente.
La dieta correcta, como lo he explicado, es un proceso muy largo. La terapia de vacunas parece dar mejores resultados. Para este fin, las vacunas deben darse con mucha precaución, debido a que han tenido un profundo efecto en el sistema, y a menos que se den de una manera científica pueden hacer daño.
Después de la dosis –la mínima posible para que dé resultado– todos los síntomas deberían agravarse; en condiciones ideales durarán uno o dos días, pero en casos más severos pueden extenderse a un mes.
Luego comenzaría la mejora y a medida que se prolongue y se produzca el restablecimiento, incluso si fuera por un año, no debería administrarse ninguna dosis posterior. Siguiendo este método, incluso en casos severos de enfermedad crónica, es extraordinario cómo unas pocas dosis pueden lograr una curación.
Les he presentado en líneas generales las condiciones de un intestino tóxico. La diferencia entre las excretas promedio y las heces sanas y limpias de la dieta natural, sin putrefacción ni olor, obviamente debe tener una gran influencia en el individuo. Además, la flora que se observe deberá ser completamente diferente y convincente. Pero para poder apreciar la importancia de la eliminación de la condición tóxica es necesario, como lo hemos hecho en los últimos años, observar muchos casos tratados de esta forma y los sorprendentes resultados obtenidos con ello.
Esta condición no es el real desencadenante de la enfermedad, sino que su acción insidiosa, extendida por meses o años, disminuye la vitalidad y resistencia del individuo, permitiendo la posibilidad de infección debido a la presencia de la verdadera causa provocadora. Eliminar esta condición permite al cuerpo luchar en forma más eficaz y sorprendente, incluso en casos de enfermedad avanzada. El bacilo de la tuberculosis es aceptado en general como causa de la tisis, sin embargo, el descubrimiento de ese germen ha ayudado poco en la lucha contra la enfermedad, excepto en la protección contra la infección.
No podemos considerar al bacilo de la tuberculosis peligroso por sí solo, salvo en condiciones de vitalidad disminuida, y en la mayoría de los casos de tisis se ha obtenido un gran beneficio, incluso después que la enfermedad está bien establecida, por medio de la eliminación de la toxemia subyacente.22 De igual manera, esto se aplica a una gran cantidad de enfermedades crónicas. El tratamiento general mejora el estado del paciente y el individuo entonces se cura de la condición local. Uno de los métodos más seguros de aumentar la resistencia y de provocar una mejoría general es limpiando los intestinos y aliviando el cuerpo de los venenos tan comunes en ella.
Les interesará saber que a partir de los experimentos desarrollados, muchos de los remedios con una acción más profunda tienen un buen efecto sobre las bacterias anormales a las que me referí, demostrando que dan un resultado similar al de una inyección de vacuna.
Se ha podido comprobar ampliamente el beneficio que esto representa para la enfermedad crónica, y a lo largo de los años muchos médicos lo han observado y puesto en práctica, como para que no queden dudas sobre ello.
Seguidamente hablaremos de la enfermedad maligna.
Existe una tendencia en todos los laboratorios del mundo a sospechar cada vez más de la dieta como una causa que predispone al cáncer. Se han probado muchas y variadas modificaciones en la comida, en algunos casos con resultados claramente favorables. Mi propia experiencia durante los últimos ocho años, en los casos que he tenido la oportunidad de aplicar el tratamiento, sin llegar a manifestarse una simple cura, un 25% de los casos avanzados, y mayoritariamente muy avanzados, recibieron un beneficio temporal y definitivo.
Nuestro objetivo no es curar el cáncer, nuestra meta es prevenirlo.23 Y si la eliminación de la toxemia intestinal puede mejorar incluso los casos más avanzados, ¿cuánto más podría prevenir su ausencia a través de la vida la aparición de esta temible enfermedad? La mayoría de los casos tratados han estado en sus últimas etapas, y también en muchos ha sido imposible llevar a cabo una dieta por razones económicas cuando se relacionaban con instituciones. Por lo tanto, si uno considerara el porcentaje de beneficio, solamente en los casos privados sería mucho mayor.
Daré algunos ejemplos de los mejores resultados obtenidos, nada milagroso, pero deben recordar que todos son casos terminales, y que la consistencia de los resultados ha sido, lejos, la más estable para hacer posible algún tipo de coincidencia.
Caso 1. Señora F. C., edad 37, marzo, 1923. Se le extirparon los senos hace dos años. Condición actual: tumor en ambos pulmones e hígado. Efusión en ambas pleuras. El esternón marcadamente prominente, vómitos continuos, pulsaciones 130, respiraciones 32. Primera dosis, 16 de marzo: marcado beneficio después de veinticuatro horas; la mejoría general continuó durante tres semanas. Segunda dosis, 5 de abril: mejoría más marcada; el paciente puede levantarse. Continúa la mejoría, y después de unas pocas semanas el paciente lleva una vida casi normal. La respiración y el pulso llegan a ser normales y el fluido disminuye. Ningún aumento en el tamaño del tumor. Tercera dosis, 15 de junio: firme mejoría durante junio, julio, agosto y septiembre. La paciente estuvo moderadamente bien hasta mediados de diciembre; enfermó repentinamente el 27 de diciembre y murió el 28.
Caso 2. Señor J. B., edad 63, abogado. Carcinoma en la vesícula biliar e hígado. Diciembre de 1919, paciente con mucho dolor y angustia. Gran tamaño del hígado. Se necesita morfina para el dolor. Primera dosis: diciembre. Alivio del dolor dentro de las cuarenta y ocho horas. Mejoría general que continuó durante las siguientes tres semanas. Luego de un mes el paciente se levantó, se recuperó y reanudó sus actividades que continuó hasta julio. Durante ese tiempo el tumor disminuyó levemente en tamaño, pero el dolor y la angustia desaparecieron por completo. Se administraron dos dosis. En agosto el paciente enfermó repentinamente de una aparente falla cardíaca, y murió en tres semanas.
Caso 3. Señor W. S., edad 72. Carcinoma en la lengua. La lengua había sido extirpada y tenía un extenso crecimiento en la base de la boca y de las glándulas del cuello. Dolor considerable y frecuentes hemorragias pequeñas de la boca. Primera dosis: 7 de noviembre. El dolor y las hemorragias cesan veinticuatro horas después de la dosis. El tumor se vuelve más definido. Se aplicaron otras dosis el 14 de diciembre, el 29 de enero y el 18 de febrero. No hay más dolor ni hemorragia. El tumor permanece estacionario hasta febrero, cuando comienza a crecer levemente. El paciente muere repentinamente el 1 de marzo.
Caso 4. Señora M. R., edad 66. Carcinoma avanzado del cuello uterino. Hemorragia considerable y dolor. Primera dosis: 25 de octubre. La hemorragia y el dolor cesaron hasta diciembre. Segunda dosis: 9 de diciembre. Mejoró la condición general. Hemorragia leve el 15 de enero. Se suministra la tercera dosis. Mejoría general en ascenso hasta mayo. No se siente muy bien. Cuarta dosis: 5 de junio. La paciente aún vive y está levemente mejor.
Caso 5. Señora E. M., edad 62. Carcinoma avanzado del cuello uterino. Reposo absoluto. Dolor considerable y angustia. Se administran sedantes. Primera dosis: 15 de febrero. Mejoría considerable. Después de una semana la paciente pudo levantarse. Se proporciona la segunda dosis en marzo y la tercera en junio. La condición de la paciente aún es muy buena; ella puede levantarse y ayudar en las tareas de sala del hospital.
Podríamos seguir citando casos similares indefinidamente y ésos son el resultado promedio de los que respondieron bien: dolor disminuido, con frecuencia completamente ausente y una mejoría de todos los síntomas, con una mayor o menor reducción del tumor; el paciente se siente más cómodo y por lo general cuando llega el fin es repentino o después de una breve recaída.
Los puntos fundamentales que deseo precisar son:
1) Que la dieta civilizada es contranatural, deficiente en cuanto a las propiedades necesarias para la salud, y también para asegurar que se pueda mantener los intestinos en estado limpio.
2) Que las condiciones que se originan en el intestino como resultado de esto permiten una flora anormal, la ausencia de organismos purificadores y la presencia de bacterias productoras de toxinas, con el resultado de que las heces son molestas y peligrosas.
3) Que la eliminación de esta condición, y limpieza del intestino, causa la mejoría más notable en la salud general, y habitualmente también en la mayoría de las enfermedades crónicas, sin ningún tratamiento específico.
4) Y finalmente, a partir del trabajo realizado, parece haber esperanza de que este remedio tan simple pudiera disminuir la incidencia de la enfermedad maligna, e incluso ser útil, cuando esté más cuidadosamente desarrollado, en el tratamiento de la enfermedad cuando se ha establecido.
El envenenamiento intestinal ya no es la aparición indefinida del pasado, cuando se suponía que la estasis24 era la causa principal. Ahora conocemos la dieta necesaria para eliminar los alimentos a partir de los cuales las toxinas se forman más fácilmente, y las bacterias involucradas en su producción.
La toxemia no depende tanto de la estasis como del contenido del intestino; si no hay venenos, incluso cuando existe la estasis, no puede haber absorción natural; pero si las heces son fétidas, sin importar cuán rápidamente pasen habrá una cierta absorción en el torrente sanguíneo.
En general, cuando la condición del contenido intestinal se vuelve limpia, existe tal mejoría en el tono muscular y en la salud en general, que cesa el estreñimiento.
Nota aclaratoria