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TOXEMIA INTESTINAL Y ALIMENTACIÓN

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Durante las últimas décadas se han realizado numerosas investigaciones en el área de la nutrición que confirman apreciaciones sostenidas por especialistas de la medicina natural durante siglos, enseñanzas que Bach retoma en el trabajo precedente y propone como parte de una terapéutica preventiva y curativa.

En qué medida las enseñanzas de Rudolf Steiner sobre este tópico pudieron haber influido sobre Bach es materia de discusión, pero vale la pena recordar la concordancia de perspectivas. Sin embargo, tal como hemos apuntado al inicio de esta nota, se trata de una concepción sobre la alimentación correcta que posee una extensa tradición.

Así, por ejemplo, los esenios –comunidad que vivió desde unos 300 años antes de cristo en los alrededores del Mar Muerto– tenían conocimientos de agricultura, suelos y clima y daban mucha importancia al uso de alimentos crudos. En uno de los manuscritos del Mar Muerto, encontrados en 1947, se lee lo siguiente: “Pero yo os digo, no matéis ni a los hombres, ni a los animales, ni la comida que va a vuestra boca. Ya que si vosotros os nutrís con alimentos vivos, éstos os vivificarán, pero si matáis vuestro alimento, el alimento muerto os matará. Pues si la vida viene solamente de lo vivo y de lo muerto sale siempre sólo muerte… vivid solamente del fuego de la vida, y no preparéis vuestros alimentos con el fuego de la muerte que mata vuestros alimentos, vuestros cuerpos y vuestra alma. Y vuestros cuerpos se convierten en lo que coméis, así como vuestra alma en lo que pensáis. Por ello no comáis todo lo que el fuego, el hielo y agua haya destruido, porque la comida quemada, helada o descompuesta quemará, helará y descompondrá también vuestro cuerpo”.

La tradición de los esenios fue recogida por san Jerónimo quien, en el año 385, dirigió en Jerusalén un monasterio basado en los principios esenios. La enseñanza de san Jerónimo inspiró e influyó en san Benito, quien fundó numerosos monasterios. Basta con leer la regla que estableció para la vida monástica para comprender la permanencia del mensaje esenio, que luego continuará con san Francisco de Asís y que llega a Bach de la mano de varios pensadores previos y contemporáneos a él.

De manera independiente a esta historia, ¿qué ocurre cuando se cocinan los alimentos ¿Qué le sucede al cuerpo si se come comida cocida? ¿Qué relación hay entre este hecho y la toxemia intestinal? ¿Qué vinculación existe con este tipo alimentación y el cáncer?

El pasaje de lo crudo a lo cocido, como lo señala Claude Lévi-Strauss, señala en el hombre el paso de la naturaleza a la cultura, que con todos los beneficios que esto representa no por eso deja de lado las condiciones que impone, contrarias a las tendencias naturales de satisfacción del ser humano y de su organismo, con el fin de alcanzar esta meta evolutiva.

1. Qué produce la cocción de los alimentos

Al cocinar un alimento suceden muchas cosas importantes en su estructura; lo primero es que disminuye o desaparece su fuerza vital. De esta manera el alimento vivo se transforma en algo inerte y en lugar de comer vida se come algo carente de energía. Pero, por otra parte, la estructura bioquímica y la composición nutricional del alimento se modifican significativamente. Las moléculas se deforman y degradan, y el alimento se arruina de diversos modos. Así, por ejemplo, cuando se cuecen los vegetales la fibra se convierte en un ingrediente suave y pasivo, que pierde su carácter de cepillado y su calidad de limpieza magnética en el intestino.

Por otra parte, los nutrientes –vitaminas, minerales, aminoácidos, oligoelementos– se dañan, alteran y desaparecen en diverso grado de acuerdo con la temperatura, el método y el tiempo de cocción usados. De este modo el 50% de las proteínas se cuajan, y una parte importante pierde su valor nutricional. Las altas temperaturas también crean una alteración estructural en las proteínas y estas proteínas modificadas participan en la generación de ciertos problemas de salud, así como en la aceleración del proceso de envejecimiento. La interrelación de los nutrientes propios de cada alimento se altera con respecto a su composición natural sinérgica. En la carne, por ejemplo, la cocción destruye más vitamina B6 que metionina y facilita la acumulación de homocistina, que es aterogénica, e inicia la formación de radicales libres, fomentando los problemas cardíacos en las personas.

En otro orden, la cocción disminuye el contenido de agua del alimento; la estructura natural del agua también se altera, se crean sustancias tóxicas y “productos secundarios”, y cuanto mayor es la temperatura de cocción, más toxinas se generan. Freír y asar produce muchas toxinas; cocinar grasas, y especialmente proteínas, da lugar a la formación de diversas sustancias cancerígenas y mutagénicas, y multitud de radicales libres.

2. Toxemia intestinal y cáncer

Otros efectos de la cocción se suman a los anteriores, relacionados directamente con la gestación de la toxemia intestinal.

El calor produce un movimiento de las moléculas que colisionan, y las repetidas colisiones dan lugar a la creación de uniones divalentes y nuevas moléculas. En una papa asada, existen unas 450 sustancias secundarias de todo tipo. Se origina entonces material de desecho nuevo, que el organismo no sabe o no puede procesar, con un efecto de obstrucción acumulativo en el cuerpo y que resulta una carga para sus procesos eliminativos.

Hay que recordar que todas las enzimas presentes en el alimento crudo se destruyen a bajas temperaturas (a partir de los 40ºC) y que estas enzimas alimentarias son necesarias para alcanzar una adecuada digestión, ya que colaboran de modo natural en la digestión y se vuelven activas tan pronto comienza la ingesta. La consecuencia de todo este proceso es que comer alimentos sin enzimas obliga a un trabajo adicional del páncreas y de otros órganos. Con el tiempo, este requerimiento produce un agotamiento en los órganos.

En resumen, la digestión de alimentos cocidos roba valiosas enzimas metabólicas necesarias para digerirlos, y consume mucha más energía que digerir alimentos crudos. En general, los alimentos crudos se digieren tanto más fácilmente que pasan por el tracto digestivo en la mitad o hasta un tercio del tiempo requerido por los alimentos cocidos.

Luego de ingerir comida cocida, células blancas van hacia el tracto digestivo dejando al resto del cuerpo más vulnerable por la baja de las fuerzas defensivas. Desde el punto de vista del sistema inmunológico, comer comidas cocidas implica para el cuerpo una invasión de sustancias extrañas y ajenas (tóxicas). Al mismo tiempo se acumulan corpúsculos blancos en la sangre y un cambio en las proporciones relativas de las diferentes células de la sangre (leucocitosis digestiva).

En relación al trabajo de Bach, la población natural de flora intestinal benéfica resulta dominada por bacterias putrefactivas, lo que provoca una disfunción colónica, facilitando la absorción de toxinas desde el intestino. A esto se lo llama disbacteria, disbiosis o toxemia intestinal (toxicosis).

Desde el punto de vista de los efectos de este fenómeno se puede señalar que:

1) se crea una acumulación de placa mucoide en los intestinos (capa gruesa de una sustancia parecida al alquitrán, resultado de mucho tiempo de alimentos cocidos no digeridos, no eliminados, que se pudren en los intestinos. Los almidones y las grasas cocidas en particular son los principales culpables de la constipación y la congestión y bloqueo de los intestinos);

2) esto conduce a una acumulación general de toxinas y material de desecho en muchas partes del cuerpo, incluyendo el interior de células individuales. Algunos de estos desechos y desperdicios, las lipofuseínas, se acumulan en la piel y en el sistema nervioso, incluido el cerebro;

3) se produce una malnutrición celular porque los alimentos cocidos tienen menos nutrientes, además de tener sustancias tóxicas y de desecho, y las células individuales no reciben suficientes nutrientes;

4) se genera cierta tendencia a la obesidad. Como las células no reciben suficientes nutrientes están siempre hambrientas y por lo tanto demandan más comida. Es menos probable que los alimentos cocidos se metabolicen adecuadamente, lo que también colabora en el exceso de peso;

5) de tanto en tanto el cuerpo experimenta crisis de eliminación (también llamadas purificaciones o crisis de curación) cuando las toxinas se liberan a través de la piel o son enviadas al torrente sanguíneo para ser eliminadas por el hígado, los riñones y otros órganos. Los síntomas pueden incluir dolores de cabeza, fiebre, náuseas, vómitos, resfríos, bronquitis, sinusitis, neumonía, diarrea, etc.;

6) el cuerpo puede llegar a estar tan tóxico que todo tipo de partículas causan crisis de desintoxicación, las “alergias”;

7) el sistema inmunitario, al tener que ocuparse de invasiones masivas diarias de toxinas y sustancias secundarias tóxicas, eventualmente resulta sobrepasado y debilitado. Esto es un factor principal del proceso de envejecimiento;

8) parte del material de desecho se acumula en las arterias y las bloquea, lo que lleva a alta presión arterial, arterioesclerosis, accidentes cerebrovasculares, etc.;

9) los desechos, toxinas y sustancias mutagénicas y cancerígenas que se acumulan dentro de las células, y el ataque diario de excesivas cantidades de radicales libres pueden provocar que algunas células se vuelvan cancerosas;

10) en general, el proceso de envejecimiento natural se acelera con los alimentos cocidos. Las personas que cambian a una dieta de alimentos crudos con frecuencia se vuelven biológica y visiblemente más jóvenes.

La medicina natural conoce y utiliza la higiene intestinal desde siempre. En la Antigüedad se recomendaban enemas con ese fin. La diferencia con la hidroterapia de colon es que ésta tiene una acción que alcanza a limpiar la totalidad del intestino grueso, lo cual no puede lograrse con la enema clásica. Por otra parte, la hidroterapia de colon se recomienda como medida preventiva para gran cantidad de enfermedades que comienzan a gestarse en esta zona corporal y está especialmente indicada como prevención del cáncer de colon.

No puede aseverarse que todas estas ideas eran conocidas por Bach, pero sí que él tenía una percepción muy clara de la acción negativa sobre el organismo humano que provoca el modo usual de alimentación de nuestra civilización, y cómo participa en la gestación de la enfermedad crónica. Al respecto, expresaba: “La eliminación de esta condición permite al cuerpo luchar en forma más eficiente y sorprendente incluso en casos de enfermedad avanzada”. Lo que al parecer aún no está totalmente en la conciencia de Bach es la vinculación existente entre la toxemia y las emociones, si bien ya había habido formulado algunas observaciones al respecto. El tema de la alimentación permanece como un pilar de la estrategia terapéutica de Bach hasta el final de sus días, si bien a partir de 1928, al menos, ya comienza a considerar que así como existe una toxemia intestinal hay una toxicidad emocional que se encuentra en la raíz de la enfermedad.

15 Estado morboso producido por la presencia de toxinas, fruto inicial en este caso de una alimentación equivocada, que da lugar al crecimiento de bacterias patológicas en el intestino. Véase nota aclaratoria a continuación del texto de Bach. (Nota de los comps.)

16 El raquitismo es una enfermedad ósea metabólica sufrida en la infancia y causada por deficiencia de vitamina D. La misma afección en los adultos se llama osteomalacia. El escorbuto es el déficit de vitamina C (ácido ascórbico). Con mayor investigación probablemente se mostrará que las deficiencias menores que se extienden por un largo período tienen un serio efecto metabólico general. (Nota de los comps.)

17 Los bacilos son bacterias en forma de bastoncillos. El ácido láctico es un compuesto monobásico del cual se conocen tres formas: sarcoláctico, que se encuentra en los músculos; levoláctico, generado por fermentación de la glucosa, la lactosa y otros azúcares a causa de la acción del micrococcus freudenreichii, y etiledenláctico, que se halla en la leche agria, el estómago y en ciertos alimentos fermentados. Los bacilos del ácido láctico o lactobacillus son un género de bacterias baciliformes grampositivas que producen ácido láctico, sustancia que da lugar a la formación de otros productos de fermentación y que previenen la putrefacción intestinal. (Nota de los comps.)

18 Descomposición por acción del agua. (Nota de los comps.)

19 El escatol es una amina (componente del grupo de compuestos químicos formados a partir del amoníaco, por reemplazo de uno o más átomos de hidrógenos con radicales orgánicos) cristalina de las heces humanas producidas por la descomposición de las proteínas en el intestino y por descarboxilación (remoción del grupo carboxilo de una molécula) del aminoácido triptófano (aminoácido esencial de la nutrición, existente en las proteínas, de los cuales se libera por digestión tríptica). Por su parte, el indol es un compuesto que se obtiene del índigo, del metabolismo del triptófano, de cultivos bacterianos, en especial de los espirilos del cólera. Se encuentra en grandes cantidades en la orina y en el intestino cuando existe obstrucción intestinal. (Nota de los comps.)

20 Colibacilos o escherichia coli. (Nota de los comps.)

21 La acidez y la alcalinidad son valores relativos que se miden en término de pH (potencial hidrogénico) utilizando una escala que va del = (máxima acidez) a 14 (máxima alcalinidad), siendo 7 el valor pH neutro. El pH normal de la sangre en un ser humano es de 7,356, es decir, levemente alcalino. La alcalinidad de la sangre es una condición necesaria para que la hemoglobina pueda captar oxígeno y trasportarlo a las células. Por el contrario, la acidificación de la misma dificulta o impide este mecanismo. A la inversa de lo que ocurre en la sangre, tal como lo señala Bach, la materia fecal posee un pH más ácido a fin de evitar la proliferación de bacterias gramnegativas responsables de la toxemia intestinal por él señalada. (Nota de los comps.)

22 Bach toca aquí un punto que podríamos resumir en el hecho de que la enfermedad no es primaria sino siempre un resultado, que la intoxicación precede a la enfermedad. Sin embargo, en su desarrollo teórico la comprensión de la enfermedad crónica no se limita a la búsqueda de una causa, sino que va advirtiendo que el origen de cualquier malestar es muy lejano y fruto de un tejido de circunstancias mediante las cuales un organismo prepara de un modo lento y progresivo la enfermedad. Un médico homeópata contemporáneo de Bach, L. Vannier, se pregunta si no es posible pensar que a veces, sino a menudo, el individuo hace él mismo su enfermedad, sin intervención microbiana, como consecuencia de una ruptura de su equilibrio después de inquietudes prolongadas o tristeza profunda. Y prosigue: “Toda enfermedad aguda o crónica, es preparada, condicionada por un conjunto de circunstancias dependientes, indudablemente, del ambiente y del medio, pero también, y sobre todo, del individuo mismo, en el cual el orden, el ritmo, el equilibrio, el dinamismo psíquico y el físico se trastornan brusca o progresivamente. Tal estado de la enfermedad puede conocerse, estudiarse y precisarse. Por supuesto que es posible tratarlo y suspender de modo definitivo su evolución, de ningún modo fatal, con un tratamiento apropiado. Pero es necesario que la mente médica adopte una nueva orientación en sus investigaciones. El laboratorio ha de ser desplazado por la clínica, con la condición de que ésta sea observación y no sólo examen, que se enfoque al estudio de lo real y no al análisis de lo aparente. Las enfermedades no se deben a un agente microbiano, no parece tampoco como resultado de la generación espontánea. Su causa es profunda, y debemos ejercitar nuestra mente para buscarla, entreverla y juzgarla. Crónicas o agudas, las enfermedades son preparadas, y tal preparación es función de dos elementos: gérmenes trasmitidos hereditariamente y el individuo mismo. Recibimos de nuestros padres, mejor dicho de nuestros ancestros, la mumia (Paracelso), miasmas (Hahnemann), toxinas (Pasteur); en suma, substancias indefinidas que siempre serán, para el conocedor del provenir, la incógnita de su ecuación biológica. Muchas de estas ideas son las que, años más tarde, Bach retoma en sus formulaciones, aun antes de llegar al descubrimiento de la Terapia Floral. (Nota de los comps.)

23 El objetivo preventivo en el trabajo médico es central en la concepción de Bach (La prevención es mejor que…), preocupación que se entronca en la mejor tradición hipocrática, la medicina unan, espagiria y homeopática. (Nota de los comps.)

24 Estancamiento de líquidos en cualquier parte del cuerpo. (Nota de los comps.)

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