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1927 El problema de la enfermedad crónica
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Bach publica en 1925 el libro La enfermedad crónica: una hipótesis de trabajo, en colaboración con el doctor Charles. E. Wheeler (destacado médico australiano y maestro de la homeopatía), quien lo había ayudado en sus investigaciones y que no guarda ninguna relación con Frances Thomas Wheeler (1877-1960), amigo y colaborador de Bach en su trabajo con los remedios florales. El libro citado es la base sobre la cual Bach organiza la ponencia que presenta en el Congreso Homeopático Internacional de 1927, realizado en Londres.
La preocupación de Bach por la enfermedad crónica no era nueva, pero desde hacía unos años, con la incorporación de las concepciones homeopáticas, disponía de una nueva manera de pensar el problema. Es dable imaginar que su concepto de enfermedad crónica es afín a las afirmaciones de Hahnemann acerca de que: “Las verdaderas enfermedades crónicas naturales son aquellas que surgen de un miasma crónico y que cuando se las abandona a sí mismas y no son combatidas por el empleo de remedios que les son específicos, van siempre en aumento y empeoran a pesar del mejor régimen mental y corporal y atormentan al paciente hasta el final de su existencia con sufrimientos siempre en aumento”.
En el marco de la tradición de la medicina natural Bach pensaba que la enfermedad no es algo primario sino el resultado de una serie de procesos y que, en tal sentido, el terreno tiene un valor primordial. Esto implica que la enfermedad no posee una causa cercana, que aguda o crónica siempre es preparada, siempre va precedida de un estado cuyas manifestaciones varían según el terreno. En este punto Bach estima que la toxemia es el equivalente a la condición miasmática hahnemaniana, y que si bien la dieta es una herramienta importante, preventiva y terapéutica, en ocasiones se necesita recurrir a otros instrumentos terapéuticos como los nosodes, y no sólo para acelerar los procesos de curación.
Esta idea de equivalencia entre miasma y toxicidad era sostenida en la época de Bach por varios homeópatas. Un ejemplo de ello fue el doctor Leon Vannier; en un artículo publicado en la revista francesa de homeopatía, en 1925, manifestaba en esta dirección que: “La toxina precede al microbio, el tuberculínico al tuberculoso” y afirmaba que lo que Hahnemann llamaba miasmas hoy podríamos llamarlo toxina. ¿Leyó Bach los trabajos de Vannier? Es probable, pero también puede tratarse de una concurrencia del espíritu de época que en diferentes lugares se asomaba de modos similares.
Un remedio al que se refiere en esta conferencia son los nosodes bacterianos en sus dos formas de preparación: autógenas y polivalentes. Estos remedios, que ya tenían una larga tradición en la medicina y la homeopatía, están preparados en base a material de la enfermedad, en este caso cultivos bacterianos. De modo específico, los nosodes que propone Bach para el tratamiento de la enfermedad crónica son fármacos hechos de acuerdo con una metodología homeopática (cultivos bacterianos diluidos y potenciados progresivamente).
En el tiempo de este trabajo, si bien Bach ya había advertido la relación entre ciertas conductas y estados de ánimo y cada uno de los tipos bacterianos, seguía diagnosticando esencialmente en base a análisis clínicos.
Al final del texto de Bach hemos incluido un comentario aclaratorio sobre los nosodes. Recomendamos tener en cuenta también las notas realizadas en los dos artículos anteriores en relación a la dinámica y vida del proceso metabólico digestivo y la alimentación y las vacunas.