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1925 Malignidad

En el órgano de prensa de la Sociedad Homeopática Británica se publica un comentario sobre un libro que el doctor Bach escribiera en coautoría con el doctor C. E. Wheeler. Más adelante, en este mismo volumen, se encuentra una conferencia de Bach sobre el mismo tema, que resume la propuesta de la obra. Pero la siguiente reseña da una imagen de la valoración que el libro tuvo en su momento.

Reseña

LA ENFERMEDAD CRÓNICA, UNA HIPÓTESIS DE TRABAJO. Por E. Bach, M.B., D.P.H. y C. E. Wheeler, M.D., B.S., B.Sc. Londres, H. K. Lewis & Co., Ltd. 192525

En nuestra opinión, es el libro más importante publicado acerca de la escuela homeopática durante muchos años. Es el resultado de diez años de trabajo de investigación de los autores, los cuales, al colaborar en los campos patológico y clínico, proporcionan un ejemplo sorprendente de la fecundidad de dicha cooperación. Su trabajo mejora la visión de la enfermedad crónica que está teniendo una amplia aceptación, es decir que su causa debe buscarse en un envenenamiento sistémico desde algún foco de invasión bacteriana y que en una gran mayoría de casos se encuentra situado en el tracto digestivo.

También respalda otra opinión que está ganando terreno: que el motivo de la implicación del tracto intestinal en un número tan elevado de casos debe buscarse en la naturaleza de la comida que ingerimos normalmente, lo cual conduce a un estado alcalino del contenido de los intestinos, y de ese modo favorece la multiplicación de organismos patógenos cuyos venenos pasan al sistema a través de una permeabilidad más o menos aumentada de la pared intestinal. Estas opiniones hacen que estén de acuerdo con los reformadores de la alimentación partidarios de una dieta a base de frutas, verduras, frutos secos y productos lácteos, que al favorecer la acción de los bacilos acidolácticos, inducen un estado ácido del contenido intestinal que es adverso para el crecimiento de organismos patógenos.

Los organismos patógenos que los autores han descubierto como una causa potente de la enfermedad crónica son organismos gramnegativos que pertenecen al grupo colitifoideo (excluyendo las variedades tifoide, paratifoide y disentérica) que no es fermentador de lactosa. Este grupo es muy grande e incluye diversas variedades, la mayoría de las cuales han sido descartadas por los bacteriólogos por no considerarlas patógenas; pero los autores han descubierto que poseen gran importancia como causa de la toxemia crónica, aunque puedan producir únicamente síntomas locales insignificantes.

Además, a veces se encuentran miembros de los bacilos del grupo colitifoideo del tipo proteus, especialmente en casos de epilepsia, tartamudeo y “ataques de nervios”.

Dado que cuando un tracto está completamente infectado por organismos patógenos casi nunca, o nunca, se limpia únicamente mediante la dieta y debido a que los antisépticos locales, además de ser posiblemente perjudiciales, son ineficaces porque los bacilos han ganado una fortaleza en la vesícula biliar o en otro lugar, es necesario recurrir a medidas directamente antibacterianas, es decir, a las vacunas. Se proporciona un apéndice sobre la preparación y la administración de las vacunas y se insiste especialmente en la importancia del método de administración correcto. Los autores dicen: “No se obtendrán resultados a menos que se siga con exactitud la técnica de administración; ésta consiste esencialmente en permitir que cada dosis desarrolle una reacción favorable y no repetir una inyección mientras continúe la mejoría, aunque el período de espera dure semanas o meses”. Esto concuerda con las instrucciones de Hahnemann sobre la repetición de la dosis en enfermedades crónicas y sugiere que los remedios y las vacunas actúan del mismo modo. Los resultados que los autores han obtenido son sorprendentemente buenos. Se trataron quinientos casos consecutivamente, los cuales incluían enfermedad crónica de la piel, reumatismo crónico, gota, lumbago, artritis reumatoide, ciática, neuritis, epilepsia, migraña crónica, neurastenia, histeria, compulsión maníaca, enfermedad de Graves, debilidad general, gastritis crónica, colitis crónica, estreñimiento, colecistitis, catarro crónico de las vías respiratorias superiores, asma, bronquitis crónica, además de treinta y dos casos de enfermedad maligna y algunas que otras dolencias crónicas. De estos casos, en un 14,3% los resultados se han clasificado como excelentes, en un 66,1% como buenos, en un 14,7% como moderados y tan sólo en un 4,9% como un fracaso. La valoración es estricta, y la mayoría de personas clasificaría los casos buenos como excelentes y los casos moderados como buenos. Los autores concluyen con mucha modestia que estas estadísticas son suficientemente buenas como para “fomentar la esperanza de que cada vez que se encuentra un organismo intestinal en una enfermedad crónica (y esto sucede prácticamente siempre si se realiza la búsqueda debida), vale la pena probar una vacuna hecha a partir de éste, ya que es muy posible que sea al menos uno de los factores decisivos para producir la recuperación o una mejoría notable”.

Respecto a los treinta y dos casos de cáncer, los autores informan de que el 60% experimentó un alivio de los síntomas y una mejoría general en un grado evidente. La mayoría fueron capaces de pasar varios meses o más sin dolor, y a menudo pudieron seguir con su vida normal. No se incluyó ningún caso operable y se consideró cada caso una vez empezado el tratamiento como incurable. Hasta el momento no se ha obtenido ninguna cura.

Generalmente la muerte se producía de repente después de una breve recaída. Los resultados se clasifican como el 12% muy buenos, el 50% buenos, el 28% con alivio y el 10% sin ningún beneficio.

Una observación efectuada sobre el efecto del tratamiento con vacunas es que, al igual que en la mejoría clínica, al principio se produce un gran aumento del número de organismos patógenos en las heces, seguido de un descenso gradual y a veces su desaparición final. Otra observación es que es comparativamente poco frecuente encontrar más de un tipo de bacilo anormal en el mismo paciente. Si se diera este caso, se añadirían ambas variedades a la vacuna.

Se plantea una cuestión interesante en cuanto a si es posible que la presencia de toxemia no actúe en todos los casos como un estimulante mental, y los autores afirman que han “conocido como mínimo un caso en el que una persona con una ocupación intelectual experimentó una considerable disminución de sus capacidades creativas, en coincidencia con una respuesta favorable al tratamiento con vacunas”. Creemos que esto es muy probable y se confirma mediante la analogía de la capacidad mental aparentemente aumentada de algunos genios cuando están bajo la influencia del alcohol; se podrían aportar ejemplos de la historia además de la observación personal de muchos de nosotros. Los autores admiten que su opinión de que la enfermedad crónica está causada por un bacilo gramnegativo no fermentador de lactosa en los intestinos se basa en los resultados clínicos, resultados del tratamiento con una vacuna creada a partir de este tipo de bacilos que se encuentran en los casos tratados. Ellos creen que sus resultados son suficientemente buenos y numerosos como para justificar su conclusión, más aún porque coincide con la acción específica generalmente conocida del tratamiento mediante vacunas. Creemos que nadie que lea este trabajo se sentirá inclinado a poner esto en duda.

Un apéndice contiene sugerencias para una dieta diaria sin carne, y se destaca el valor de la fruta, la verdura y los frutos secos crudos. Estamos orgullosos de que este libro haya sido escrito por miembros de nuestra Sociedad; está bien organizado, es fácil de leer y manejar, y tiene una buena relación calidad/precio (7s. 6d.); debería leerlo todo el mundo y además debería inducirnos a continuar el trabajo en las líneas de los autores.

El problema de la malignidad26

La importante sugerencia del doctor A. E. Barclay acerca de lo que él denomina la existencia de un factor X en enfermedades malignas es de profundo interés para nosotros, ya que hemos trabajado en este asunto durante varios años. Nuestros resultados hasta la fecha se han plasmado en un libro27 publicado recientemente. Nos basta decir que estamos convencidos –en lo que creemos es una clara evidencia– de que las enfermedades infecciosas crónicas y la consecuente toxemia de organismos del tipo que no fermentan la lactosa juegan un papel muy significativo en la causa del cáncer. No dudamos de que haya otros factores: la dieta, por ejemplo, influencia esas infecciones de una manera muy marcada, pero la toxemia es de vital importancia. Las correspondientes vacunas dadas en intervalos adecuados (se necesitan largas pausas entre las dosis) aportan destacados efectos en un amplio porcentaje de casos de enfermedades infecciosas.

Suyos atentamente,

EDWARD BACH - CHARLES E. WHEELER

25 The British Homoeopathic Journal, Vol. XV, 1925 (pp. 520-522).

26 The Lancet, Vol. 206, Ed. 5314, 4 de julio de 1925 (p. 42).

27 Chronic Disease: a Working Hypothesis. Londres, H. K. Lewis.

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