Читать книгу Dios en un Volkswagen amarillo - Efraím Blanco - Страница 14

El arqueólogo mira por la ventana y sorbe un poco del café mientras siente que se lo lleva el diablo. Hasta ayer, su descubrimiento hecho in situ en un mercado de hace diez mil años, confirmaba su ardua investigación acerca de la civilización de los ghiteros. Un tipo de seres humanoides con una característica física especial: eran microscópicos. Conservada dentro de una bolsa de sopa de coditos (alimento de común uso en la época humana pre-homo sapiens sapiens futuris), toda una ciudad ghitera se mantenía aislada del apocalipsis que había ocurrido en el planeta tierra miles de años atrás. Dentro del ligero envase de plástico, la diminuta ciudad continuaba con sus ocupaciones dentro de su encierro. Manteniéndose vivos gracias al tipo de oxígeno atrapado que, a diferencia del ozono B que respiramos hoy en día, les permitía vivir con toda normalidad y seguir al cabo con su gobierno, su religión, sus trabajos y toda una pléyade de actividades a todas luces interesantes de observar, descubrir y comparar su arte con el propio que perdimos antes de nuestra desgracia. Los análisis preparados para este lunes revelarían, sin duda, alguna posibilidad de comunicarnos con ellos y explicarles a detalle que era en realidad esa voz que ellos consideraban como su Dios y ayudarles a conllevar las múltiples consecuencias de tal revelación. El arqueólogo piensa en la fama que le habría dado el mayor descubrimiento de la historia. Advierte lo mal que sabe este café. Recuerda su torpeza de llevar el trabajo a casa y olvidarlo en la mesa de la cocina. Piensa en la poca sal que su mujer usó en la sopa de coditos que preparó el día de ayer para la comida.