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1.7 OAX: La primera estación

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El 3 de octubre de 1924, el mismo día de la publicación de la Resolución Suprema que anunciaba el traspaso de derechos de radiotelefonía de la Marconi a la Peruvian Broadcasting Co., se anunció que la gerencia de la empresa peruana había “embarcado en uno de los puertos ingleses” todo el material necesario para la instalación de una estación transmisora. La Crónica anticipaba que la estación sería “una de las más poderosas del mundo”, pues emplearía corriente de mil quinientos vatios para la producción de ondas, mientras que las de las emisoras de Estados Unidos y Argentina solo empleaban corriente de mil vatios. Señalaba, además, que se había hecho un pedido, en este caso a Estados Unidos, de aparatos receptores “de diferente capacidad para que oportunamente los aficionados puedan adquirirlos”.

No obstante, La Crónica insistía en lamentar el privilegio otorgado a la Peruvian Broadcasting Co. para la importación y venta de receptores. De otro lado, informaba que se había llegado a un acuerdo con la Marconi para que el servicio radiotelegráfico se realizara a horas distintas a las del funcionamiento del broadcasting, a fin de evitar interferencias (La Crónica, 3 de octubre de 1924). Ese servicio se realizaba desde una estación (OAZ) ubicada en el cerro San Cristóbal.

En días y meses previos a la primera emisión oficial de broadcasting, El Comercio, La Crónica y Variedades desplegaron nutrida información sobre el nuevo medio. El Comercio inauguró una sección titulada “Radio”, que algunas veces salió bajo la firma de A. T. R. (Adolfo T. Romero); y durante varias semanas, antes y después de la inauguración de OAX, Óscar Miró Quesada (Racso) publicó la serie “La radiotelefonía y sus misterios”. Racso y Adolfo T. Romero eran, al igual que el director de La Crónica, Clemente Palma, radioaficionados, y participarían después en la creación del Radio Club Peruano.

En enero de 1925, El Comercio comentaba que “[…] al fin podrán desvanecerse las sonrisas de incredulidad con que se recibieron las primeras noticias sobre el establecimiento de la radiodifusión (radio broadcasting) en Lima”, pues los aparatos de transmisión ya se encontraban en la ciudad y en breve quedarían instalados la antena y los generadores. Informaba, asimismo, que se había escogido como local para la estación transmisora un edificio en la calle Washington construido por la Compañía Peruana de Teléfonos “con vistas al desarrollo de sus servicios que, por ahora, no requieren mayor atención”. Aunque El Comercio lamentaba las condiciones “tan poco de acuerdo a los principios que hoy priman en este orden de cosas” en que se había constituido la compañía peruana de broadcasting, se felicitaba de que el país tuviera por fin “tamaño elemento de progreso”. Aclaraba, también, que los aparatos receptores que se estaban importando eran cerca de seiscientos, mitad ingleses (producidos por la Marconi) y mitad norteamericanos. Indicaba que se había preferido la introducción de receptores de uno o dos controles “cuyo manejo es fácil para el neófito”, y aquellos que no requerían “[…] el empleo de acumuladores cuya carga y cuidado da siempre ocasión a perturbaciones, sobre todo entre nosotros que siendo tan inclinados a las letras, descuidamos un poco las ciencias” (El Comercio, 20 de enero de 1925).

El 12 febrero de 1925, la sección “Radio” de El Comercio publicaba una foto de “las primeras instalaciones de la Compañía Peruana de Broadcasting Estación O.A.X.” en la que aparecían el superintendente e ingeniero jefe del Servicio Radiotelegráfico del Perú, Ralph Elwyn Ricci; el ingeniero Edgard Slater, encargado del ensamblaje de los aparatos; el mecánico electricista Víctor Wither, y el reportero del diario. La nota que acompañaba a la foto precisaba que la construcción era llevada a cabo por el Servicio Radiotelegráfico del Perú, pero a cuenta de la Peruvian Broadcasting Company. Señalaba, también, que en breve se iniciaría la comercialización de aparatos de recepción, y “de partes para formarlos, repuestos y baterías”, a cargo de la misma empresa, que había establecido oficinas y lugar de ventas en la calle de Divorciadas (actualmente la sexta cuadra del jirón Carabaya), bajo la gerencia del ingeniero Julio Avendaño. Los aparatos receptores eran de dos tipos: a válvulas (con un alcance de 400 millas en buenas condiciones) y de cristal (con un alcance máximo de 80 millas).

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