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1.7.3 La inauguración de OAX
ОглавлениеFinalmente, el sábado 20 de junio de 1925, a las 11.30 horas, OAX fue inaugurada por el presidente Leguía. En la Plaza de Armas y la Plaza San Martín fueron instalados receptores para que el público congregado en esos lugares pudiera escuchar la transmisión.
El local, ubicado en la calle Washington, había sido dividido en: sala de transmisión, sala de acumuladores, sala de control, y estudio. El transmisor era un Marconi tipo Q, similar al del 2LO de Londres, la antena en forma de T era sostenida por dos torres de 70 pies de altura. En la sala de acumuladores se hallaban instalados un generador de corriente alterna de 6 K.W de 3000 ciclos y 500 voltios y un generador de corriente continua (Vargas y Gamio 1944: 125).
El presidente del directorio de la Peruvian Broadcasting Co., César A. Coloma, leyó un discurso en el que señalaba los objetivos de la emisora:
Esta Estación no va a ser únicamente un agente propulsor de cultura y honesto solaz; las conferencias y programas artísticos que en ella se produzcan serán el exponente de nuestros ideales y de nuestros constantes esfuerzos a este respecto. Aspiramos a más; aspiramos a que el comercio nacional la utilice como factor provechoso en sus transacciones, a cuyo efecto se transmitirán diariamente cotizaciones, cambios, y en general cuanto en alguna forma pueda contribuir al mayor desarrollo comercial del país (Vargas y Gamio 1944: 124).
El presidente Leguía dijo en su discurso:
La inauguración de este magnífico servicio de radiodifusión, es la prueba más concluyente de que el progreso del Perú marcha a grandes pasos hacia un porvenir que por ahora no podemos siquiera vislumbrar.
Es esta, una obra en la que se junta la perfección científica con el entusiasmo reformador de un pueblo.
Es incalculable lo que ganará nuestro país con el establecimiento de esta poderosa estación destinada no sólo a facilitar las transacciones comerciales y la vinculación más estrecha de las naciones, sino también a propagar con asombrosa rapidez los nuevos cocimientos que amplían los horizontes de la vida y las creaciones artísticas que la embellecen (El Comercio, edición de la tarde, 20 de junio de 1925).
Leguía aprovechó, además, la inauguración de la emisora para llamar a la ciudadanía a acatar el laudo arbitral de Estados Unidos, que había dispuesto un plebiscito para definir si Tacna y Arica retornaban al Perú. El laudo había sido repudiado por la ciudadanía, pero el gobierno había decidido acatarlo. Leguía defendió ante el micrófono la decisión de su régimen:
Ya que se me brinda esta primera oportunidad de que mi voz sea escuchada por todos mis conciudadanos, la aprovecho para decir en síntesis lo que, dentro de breves horas, les diré por escrito con mayor amplitud.
Conciudadanos:
Ha llegado la hora de liquidar el conflicto del Pacífico, acudiendo sin temor al plebiscito que debe decidir la soberanía de las provincias de Tacna y Arica.
La concurrencia del Perú a este acto trascendental, está aconsejada por el respeto que debe a su tradición histórica y al honor nacional comprometido en un tratado.
Ejercitaremos nuestros derechos al amparo de garantías que hemos solicitado y que se nos ha dicho serán otorgadas por la comisión plebiscitaria.
Tengamos confianza en el porvenir y en la justicia de nuestra causa (El Comercio, edición de la tarde, 20 de junio de 1925).
El Presidente daba así al medio, en su inauguración, un uso político. No sería la única vez que se emplease a la radio de ese modo.
Poco después de las 21.00 horas se emitió el primer programa, preparado por el director artístico Antonio Garland. El carácter predominantemente limeño y “culto” de la selección fue evidente. Se leyó el Elogio a la limeña de Ricardo Palma; el poeta José Gálvez recitó algunos versos; la señorita Loayza ejecutó Claro de luna, la señorita Pepita Gómez Sánchez interpretó una canción, acompañada al piano por Federico Gerdes, director de la Academia Nacional de Música Alzedo; el señor Vicente Crebs recitó Cafetín de la bohemia vieja de Leonidas Yerovi, el señor Amílcar Mateucci ejecutó La Berceusse de José Lyn; la niña prodigio Elvira Sánchez Lavalle cantó el aria Lucía. Se tocó también “música de baile” y se finalizó con el himno nacional. Los locutores fueron Rosa Hernando y Juan Fernández Stoll (El Comercio, 21 de junio de 1925; La Crónica, 21 de junio de 1925; Vargas y Gamio 1944: 126-127).
A los pocos días, la revista Mundial expresó su júbilo por la inauguración de la emisora, extendiéndose sobre las virtudes y las posibilidades “civilizadoras” del medio:
A medida que la Peruvian Broadcasting Co., perfeccione sus servicios y haga de ellos el foco de cultura y delectación espiritual que se propone y que en otros lugares ha logrado, aumentaría entre nosotros la ventaja de la radiotelefonía. Desde Lima se hará llegar a muchas ciudades y centros de trabajo del interior de la República las notas subyugantes de la buena música, el detalle oportuno de los sucesos locales y universales, conferencias de divulgación científica, recitales de canto, noticias de índole comercial y todo cuanto envuelva un aspecto interesante. En esta forma en el más lejano lugar de la selva o de una provincia desvinculada de la vida moderna se podrá compartir el trajín de la vida universal con beneficio para las cosas materiales y para el espíritu. A esos pueblos donde nunca llegó la voz de una cantante eximia ni los acordes de un concierto sinfónico ni la palabra de un literato selecto les será tarea fácil y barata redimirse de su alejamiento hasta hoy irremediable. Un aparato receptor de radiotelefonía, de precio irrisorio siempre en comparación con los beneficios que proporciona, será suficiente para realizar este nuevo milagro producto de la ciencia y digno de figurar al lado de los bíblicos portentos de la varita de Moisés (Mundial 263, 26 de junio de 1926).
Mundial acompañaba la nota con fotografías de la ceremonia de inauguración de OAX, el edificio de Washington en el que podían apreciarse las torres transmisoras, el público escuchando la audición en la Plaza San Martín, y la primera orquesta de la emisora interpretando una pieza musical.
La revista Variedades (904, 27 de junio de 1925) imprimió también fotos de la ceremonia de inauguración, presidida por Leguía, y del público atento a los receptores colocados en la Plaza de Armas y la Plaza San Martín.