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2.2 El conflicto con Colombia: La guerra a través de altoparlantes

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El 1 de setiembre de 1932, un grupo de ciudadanos peruanos se apoderó por la fuerza de la región de Leticia, que había pasado a ser parte de Colombia según el tratado Salomón-Lozano, firmado en 1922 durante el gobierno de Leguía. El gobierno de Sánchez Cerro, tomado por sorpresa, se encontró en una situación difícil: era contrario a cómo se había firmado el tratado y discrepaba de la cesión de territorio acordada en él; pero, por otra parte, le reconocía validez jurídica. Presionado por la opinión pública a respaldar a los ciudadanos peruanos que habían ocupado Leticia, intentó lograr una revisión del tratado sobre la base de la impopularidad de este en el país; lo que fue rechazado por Colombia. Los enfrentamientos armados no tardaron en producirse, y encontraron al Perú mal equipado para una guerra y con escaso dinero en sus arcas.

Sánchez Cerro se dirigió constantemente a la población por radio durante el conflicto, empleando el sistema de altoparlantes para dar mayor alcance a sus discursos. El 18 de febrero de 1933 emitió un mensaje en medio de gran expectativa. El Comercio informó que:

Desde antes de las nueve de la noche de ayer, hora en que de ordinario se inicia la audición cotidiana de la estación radiodifusora OAX del Perú, los cafés, cantinas, bares, establecimientos públicos y casas particulares que cuentan con aparatos de radio, se vieron invadidos de gente deseosa de escuchar las palabras del Presidente de la República” (El Comercio, 19 de febrero de 1933).

La Crónica precisaba a su vez que “faltando media hora, público numeroso se hallaba congregado en las plazas y plazoletas donde habían instalado los altoparlantes” (La Crónica, 19 de febrero de 1933).

Sánchez Cerro expuso esa noche la posición del gobierno, consistente en la revisión del tratado, y se quejó de que el clamor de los peruanos fuera “aceradamente juzgado por Colombia con inflexible y arcaico criterio jurídico, mas no con comprensión humana”. Advirtió, dramáticamente, que había “llegado la hora de repeler la fuerza con la fuerza” (La Crónica, 19 de febrero de 1933).

El mensaje, según El Comercio, fue recibido “con una ovación y coreado con vivas al Perú [...] improvisándose después una manifestación que recorrió las calles del centro, poseída de exaltado patriotismo y que llegó hasta la Plaza de Armas”. Esta manifestación “que alcanzó a reunir algunos miles de ciudadanos, se formó con los diversos grupos que habían escuchado el mensaje presidencial desde los distintos puntos donde funcionaban aparatos de radio y altoparlantes” (El Comercio, 19 de febrero de 1933).

Dos días después, el 20 de febrero, tuvo lugar una gigantesca manifestación de apoyo a la toma de Leticia (más de cien mil personas, de acuerdo a lo publicado por los diarios). Sánchez Cerro y el alcalde de Lima dieron discursos que fueron escuchados en todo el país, según La Crónica, gracias a que “en diferentes lugares de la República se pusieron altoparlantes” (La Crónica, 21 de febrero de 1933).

Otras autoridades también usaron la radio en la coyuntura. El 25 de febrero de 1933, el jefe del Gabinete Militar, comandante Castro Ríos, se dirigió por OAX a la población para solicitar su colaboración monetaria a fin de sostener la guerra, haciendo insólitas alusiones al carnaval:

En consecuencia, queridos compatriotas, por la Patria y por Leticia, os invito a depositar, en las alcancías de la Defensa Nacional, por medio de la adquisición de la insignia respectiva, que debe lucir en el pecho de todos los peruanos, una pequeña parte de lo que pensabais gastar alegremente en el carnaval, con el fin de dotar a los institutos armados del Perú con serpentinas de acero para los cañones, confetis para las ametralladoras y fusiles y bombas para los aviones que han de mantener muy en alto, y con mucha gloria, el pabellón y el honor nacionales, en el épico carnaval que, contra nuestra voluntad, se ha iniciado en el Oriente y cuya reina será, por este año, Leticia, que fue, es y será siempre peruana (La Crónica, 26 de febrero de 1933).

En marzo, la señorita Beatriz Cisneros, del Consejo Nacional de Mujeres, y la señorita Helena Gazzani, de la Escuela de Enfermeras del Perú, se presentaron en OAX para pedir apoyo a la reorganización de la Cruz Roja Peruana mediante un óbolo a entregarse en el Día Patriótico Femenino. En abril de 1933, la Secretaria General de la Junta General Patriótica de Damas de Loreto residentes en Lima, Barcia Bonifatti, ofreció en OAX una charla sobre las “madrinas de la guerra”, invocando a “todas las mujeres del Perú” a que eligieran a un soldado como ahijado (La Crónica, 9 de abril de 1933).

Por otro lado, hubo, al parecer, un intento del gobierno de impedir, mediante el alargamiento de la onda de OAX, que se recibieran en el Perú las emisiones de radios colombianas; al menos fue lo que afirmó meses después La Tribuna (23 de enero de 1934).

La radio en el Perú

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