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2.1.2 Las innovaciones de Joaquín de Azambuja

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El 1 de octubre de 1930, la Junta Militar dispuso mediante resolución suprema que el Ministerio de Gobierno asumiera directamente la administración del servicio de radiodifusión, nombrando a Joaquín de Azambuja como jefe de dicho servicio (Gargurevich 1995: 95-96). Un mes más tarde, el 1 de noviembre, Joaquín de Azambuja anunciaba una serie de innovaciones en la radiotelefonía local, “de acuerdo con las sugerencias de la dirección artística que la ejerce el prestigioso escritor Antonio Garland”. Las novedades, publicadas en los principales diarios de Lima, eran las siguientes:

a) El aumento de las horas de audición de broadcasting. En adelante serían seis las horas en las que transmitiría OAX, divididas en tres tandas: de 11.00 a 13.00, de 17.00 a 19.00, y de 21.00 a 23.00. Azambuja también anticipaba que se instalaría una nueva estación, a cargo de la casa F. W. Castellano y Hno., representante en Lima de Victor Talking Machine Co.; que emitiría su programación de 19.00 a 21.00. Esta estación se sumaría a OAX y a la de la casa Lemare que ofrecía una audición diaria de 18.00 a 19.30.

b) La instalación en curso de dos poderosos parlantes en la Plaza San Martín, “para dar audiciones públicas, como se hace en Buenos Aires, Río de Janeiro, y otras capitales de importancia”; Azambuja recalcaba que se contaba para ello con el apoyo del alcalde Luis Antonio Eguiguren, y que los parlantes eran puestos por la Casa Philips a cuenta de OAX.

c) La instalación de líneas directas a los cines Excelsior y Princesa, “a fin de dar al público, en las noches, la novedad de las retrasmisiones de los discos sonoros y películas parlantes de la Paramount, Goldwyn Mayer y Fox”. Anunciaba la inauguración de ese servicio para el 3 de noviembre próximo.

d) La instalación de un moderno aparato eléctrico de pick-ups en la estación OAX.

e) La solicitud a la National Broadcasting de Nueva York del envío de discos que se imprimían allá.

f) La cooperación de las casas Victor, Columbia, Brandes, Brunswick, Odeón y Lemare en el suministro de discos, “con lo que se podrá dar gran variedad a los programas”, sin dejar de contemplar en ellos “la inclusión de artistas de variedades que actúan en la localidad”.

g) El permanente concurso de “artistas amateurs, literatos y poetas de valía nacionales”, lo que “proporcionaría a los radioescuchas verdaderas veladas de arte y de buen gusto”.

h) La emisión de boletines diarios de noticias (a las 12.00 y 21.00 horas) suministrados por los diarios El Comercio y La Prensa.

i) La recepción de anuncios comerciales que no excediesen de 25 palabras.

j) La continuación de las clases de inglés, para lo que se convocaría a un concurso de profesores de ese idioma.

Azambuja concluía haciendo una invocación a los radioescuchas a que pagaran sus cuotas de licencia (diez soles por semestre), aclarando que el abono era obligatorio para quienes tuvieran aparatos de radio en general, con antena o sin ella. Añadía que existían aún “puntos por desarrollar”: la instalación de aparatos de radio en escuelas fiscales, establecimientos penales y asilos; y la implantación de una poderosa estación de onda corta transmisora y receptora cuya señal pudiera alcanzar a todo el Perú y llegar con nitidez al extranjero.

En la nota se decía, también, que se instalarían más parlantes en otros sectores de Lima y balnearios “como medio de esparcimiento para la clase media y el pueblo que no cuenten con recursos suficientes para adquisición de un aparato de radio”. Se invocaba, finalmente, “a los comerciantes de este ramo, la necesidad de vender aparatos de radio de bajo precio, a fin de que muchas personas que por modesta situación económica no puedan adquirir aparatos de lujo, como los que actualmente se venden, tengan a su alcance aparatos pequeños de menor valor” (La Noche, 1 de noviembre de 1930; La Crónica, 1 de noviembre de 1930; La Prensa, 3 de noviembre de 1930).

Los anuncios hechos por Azambuja son relevantes. Expresan un interés que parece venir desde la Junta de Gobierno, por extender el consumo del medio en los sectores populares, es decir, en esos mismos sectores que habían aclamado a Sánchez Cerro en Arequipa y Lima. Debe anotarse que el jefe de la Junta, pese a haber dicho en un primer momento que no se presentaría a las elecciones presidenciales, anunció luego su postulación, la misma que sería muy controvertida. Es probable que Sánchez Cerro tuviera presente, ya por entonces, la utilidad política que podría depararle la radio como medio de propaganda y movilización.

En las palabras de Azambuja se observa, al mismo tiempo, una estrategia dirigida a captar no solo más oyentes (a través de parlantes, aparatos de bajo costo, y la ampliación y mejora de la programación), sino también anunciantes; no otra cosa se deduce de la apertura de OAX a la publicación de avisos comerciales y los acuerdos a los que se había llegado con las casas de discos. A pesar de que aún era vital para OAX el pago de la licencia, era obvio que se estaba pensando ya en otra forma de financiamiento de la emisora. Finalmente, es de destacar que la instalación de nuevas estaciones, de carácter privado, empezaba a perfilar un modelo que se consolidaría al final de la década, caracterizado por la presencia de una fuerte radiodifusora estatal y varias estaciones comerciales privadas.

Sánchez Cerro no esperó demasiado para emplear la radio (y las innovaciones de Azambuja). El 31 de diciembre de 1930, los periódicos de Lima anunciaban que el presidente de la Junta emitiría por radio un discurso a las 12 de la noche, saludando por el Año Nuevo al país. Transmitiría la OAX en banda de 380 metros y la emisora del radioaficionado Germán Gallo Porras en banda de 41 metros. “De esta manera todas las personas que tengan aparatos de radio, de onda corta o larga, podrán escuchar las palabras del señor Presidente, y el resto de la población podrá escucharla por medio de los altoparlantes que la OAX tiene instalados en la Plaza San Martín” (La Crónica, 31 de diciembre de 1930).10 En su mensaje, Sánchez Cerro pidió cooperación, perseverancia y austeridad para reconstruir el país “después de once años de sistemática destrucción” (La Noche, 1 de enero de 1931).

Semanas después, el 23 de febrero, el Jefe de Estado emplearía nuevamente el medio para declinar su candidatura presidencial. Sus palabras se escucharon, según el diario La Noche, “en todos los restorantes, en las calles donde los altoparlantes irrumpen sobre el tráfico [...]. En el Leons, en El Rey Mono, en el Hotel Canessa, en los flancos de la Plaza San Martín [...]” (La Noche, 23 de febrero de 1931).

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