Читать книгу El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión - Enrique Dussel - Страница 10

Exordio

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La historia de la cultura occidental encuentra uno de sus fundamentos formales de más larga duración en dos milenios y medio de desarrollo de la argumentación, del estudio de los mecanismos mediante los cuales afirmamos algo desconocido o cuestionado a partir de lo conocido y aceptado para persuadir, convencer o derrotar al otro sin acudir a la fuerza física. Esto por sí solo justifica la atención en el campo de la teoría del argumentar. Además, poderosas razones atraen hoy nuestra atención hacia este universo: el bombardeo de argumentos de la propaganda política y comercial al que es sometido el ciudadano contemporáneo que requiere herramientas para la autodefensa y la crítica; el gran desarrollo de la teoría de la argumentación después de la segunda guerra mundial, que nos permite contar con instrumentos intelectuales a la vez accesibles y sofisticados para el mejoramiento de nuestra argumentación y la crítica de los discursos argumentativos; el casi nulo conocimiento de la reflexión tanto clásica como moderna de la teoría de la argumentación entre los grandes núcleos de población, entre los profesores, jueces, legisladores y luchadores políticos progresistas de América Latina; la importancia de fomentar una cultura compleja de discusión y respeto democráticos tanto en los ámbitos de la discusión interpersonal como en la esfera pública; y el creciente reconocimiento de la importancia de la argumentación y la interpretación en las teorías científicas.

Hoy, en tiempos de guerras absurdas, de inventos que no miden las consecuencias sobre el ambiente y la salud, de profundización de las desigualdades a escala mundial, se nos plantea como una urgencia saber argumentar en todos los ámbitos a favor de la democracia, de la construcción de una ciudadanía crítica y de la supervivencia de la comunidad mundial. Para ello y para resistir al conformismo de lo que existe es necesario defender una teoría de la argumentación cotidiana y científica que tome en cuenta la conservación de la naturaleza, el bienestar humano global, la solidaridad y la ética que permiten argumentar nuestros deseos y planteamientos para construir, en común, el contacto emocional que nos une a los otros, y la explicación del mundo susceptible de un acuerdo intersubjetivo lo más amplio posible y que atienda con respeto a las opiniones divergentes.

La reflexión sobre el campo de la teoría de la argumentación es concebida en este texto en su sentido más amplio. Y si se pretende abrir los ojos a la totalidad y complejidad de la argumentación y sus teorías, resulta necesario comprender diversas subdisciplinas, modos, grados de polemicidad y soportes significantes. Las subdisciplinas nucleares del campo que revisaremos en este libro son:

• La lógica: la argumentación como forma; el cómo de los argumentos en sí, pero sin olvidar el qué, el contenido de la forma (en especial en la llamada «lógica natural»). Sin este nivel no se pueden pensar ni revisar los argumentos en forma crítica clara, detallada y precisa. Es en este nivel que se estudia el paso formal de un enunciado a otro, acentuando, por ejemplo, la búsqueda matemática que resume un funcionamiento argumentativo, la validez silogística, la estructura de los operadores y conectores lingüísticos, la articulación de los diversos sentidos que configuran una esquematización de determinada noción o, incluso, la lógica formal del diálogo.

• La dialéctica erística: la argumentación como diálogo, ya sea negociador, buscador del consenso racional o polémico. En este nivel se desarrolla la interacción y el intercambio de razones, se siguen procedimientos acordados y se alude a las verdades de base de cada comunidad de argumentadores. Aquí se estudia, pues, el cómo de los argumentos en cuanto a las reglas, estándares, convenciones y procedimientos a seguir por cada comunidad de argumentadores.

• La retórica: la argumentación para persuadir, la lógica a nivel del auditorio común. En este nivel opera lo racional y necesario de una interacción que aspire al éxito social ante un público concreto o incluso que busque construir la adhesión de un auditorio pretendidamente universal. La retórica atañe a la persuasión, al para qué de los argumentos, a la estrategia a seguir para conseguir algo, a los valores éticos en juego y sin los cuales no hay verdadero sentido del razonar, no hay fines que perseguir. Ahora que, dada la posibilidad de antivalores, puede operar en la retórica la emocionalidad y la explotación de la imagen del orador de maneras tanto racionales como no defendibles racionalmente o incluso manipuladoras.

• La semiótica y el análisis del discurso: la argumentación como sentido inteligible, que da lugar al estudio lingüístico, pragmático (el uso de los signos en el contexto), hermenéutico (estudio de la interpretación y los horizontes de comprensión, del arte de contextualizar los discursos para comprender su sentido), discursivo (el análisis del sentido del texto oral o escrito relacionado con sus condiciones de producción, circulación y recepción en un lugar y momento dado) o semiótico (visual, acústico, olfativo o táctil). La inteligibilidad en sus diversos niveles es indispensable para la circulación e interpretación adecuada de los argumentos.

El enfoque discursivo nos permite comprender que el uso del lenguaje y de la argumentación no es inocente. Argumentamos y hablamos en general desde la historia y desde el lugar que ocupamos como sujetos dentro de formaciones discursivas que limitan nuestra libertad, en una oscilación entre la libre determinación y la sujeción social. La argumentación ha de ubicarse en la sociedad y la historia concretas, en sus condiciones de producción, circulación y recepción y conforme a los funcionamientos discursivos que pone en juego para convencer, persuadir, hacer entender, emocionar y combatir dentro de cada campo argumentativo.

La conjunción de subdisciplinas atiende, pues, a la forma, el diálogo, el sentido y la verosimilitud de los argumentos. Nos permite comprender el qué, el cómo, el porqué, el cuándo, el dónde y el para qué de los argumentos. Los modos a su vez corresponden, de manera nodal, a los elementos metafísicamente irreductibles del argumentar:

• El modo lógico que corresponde a la forma y el contenido coherente, adecuado, suficiente y relevante

• El modo emocional que no es un añadido, sino un elemento siempre presente en la interacción argumentativa y en la construcción de la mente racional

• El modo intuitivo y de creencias, que comporta también posibilidades de justificación y comprensión

Cabe anotar tres cuestiones sobre los modos: el estudio argumentativo de la intuición y las creencias no ha sido formulado en detalle; todo modo debe comprenderse en su contexto, el cual puede aportar información indispensable para la comprensión del argumentar; pueden llegar a formularse otros modos.

Por otra parte, más allá de los modos, los grados de polemicidad oscilan entre diversos puntos posibles, tres de ellos dan lugar a subdisciplinas y formas tipificadas de argumentación:

• El antagonismo de la erística, que practica y estudia la argumentación como combate

• La polémica dialéctica, que busca la convicción racional

• El contrato de la negociación, que pretende resolver un conflicto entre las partes por mutuo acuerdo

Tras la negociación, el diálogo diluye la argumentación hasta llegar a su grado cero en la conversación como mero intercambio narrativo descriptivo. Otras formas de la discusión como la discordia, la conciliación y la colusión ocupan también un sitio, pero no dan lugar a formas claramente desarrolladas en la teoría, aunque la conciliación tiende a emerger como todo un cuerpo teórico en el análisis de asuntos privados como la familia y el matrimonio, y en asuntos públicos como el fin de las guerras o de los enfrentamientos raciales o étnicos. En algunas discusiones emergentes de la ciencia política, es vital la función conciliadora, para mantener la estabilidad y sanar las heridas que dejan los conflictos sociales, ideológicos y de poder. Los soportes significantes, por último, son tres y constituyen el campo de las ciencias del lenguaje:

• La argumentación verbal

• La argumentación paraverbal (es decir, lo que acompaña al habla) que es un componente necesario de toda argumentación oral

• La argumentación no verbal, que resulta cada vez más importante de analizar en un mundo regido por los medios audiovisuales, la computadora y el internet (estudiado por Gilbert dentro de lo que llama el modo de la argumentación «visceral», que alude a lo físico, a los hechos y a lo contextual)

Dada la escasez de críticas autónomas, recuentos y reflexiones latinoamericanas, no he querido centrarme en un solo tipo de texto al tratar las distintas subdisciplinas, modos y soportes del argumentar, sino que oscilo entre diversas orientaciones que permitan al libro constituirse en un punto de referencia global, con las posibilidades y límites que ello implica:

• La exposición teórica de múltiples aproximaciones a cada subdisciplina (lógica, dialéctica, retórica, semiótica, hermenéutica y de análisis del discurso) para mostrar diversas interconexiones así como los puntos de vista incompatibles y los focos de conflicto con el enfoque discursivo social; esto fomenta el aprecio de la amplitud y totalidad del campo, aunque impide profundizar en muchos casos y obliga a algunos juicios cuyos fundamentos no siempre pueden exponerse con suficiente amplitud. De cualquier manera, el lector que domina la lengua inglesa y esté interesado en penetrar más hondo en algún enfoque o concepto puede acudir a la bibliografía citada y en particular al extenso libro Fundamentals of Argumentation Theory, que detalla muchas de las teorías de la argumentación contemporánea.

• La exposición polémica de los enfoques y ensayistas que más interesan al autor debido a sus consecuencias filosóficas, teóricas y políticas; la elección, aunque justificada, es en parte subjetiva y se centra en los siguientes autores: Naess, Crawshay-Williams, Toulmin, Habermas, van Eemeren y Grootendorst, Perelman, Ducrot, Grize y Vignaux. Por razones de trayectoria y afinidad personal abundo en las referencias a Plantin, Gilbert y Haidar, quienes han sido mis maestros. Los enfoques más atendidos son el dialéctico erístico y el semiótico discursivo. Acentúo además la exposición sobre los temas de lo no verbal y lo emocional. En todos los casos cito bibliografía útil para adentrarse en los distintos autores, enfoques y temas cuando así se desee.

Los ejes polémicos principales son los siguientes: la insuficiencia de los enfoques lógico y dialéctico crítico para comprender la argumentación natural; la inadecuación de la exclusión de lo emocional, lo no verbal y el conflicto en el análisis de la argumentación cotidiana; la defensa de un enfoque lo más integral posible en la teoría de la argumentación frente a las visiones nacionalistas y reduccionistas; la valoración de la razón poética, así como de la complejidad de la razón discursiva natural, sobre todo para fines de evaluación de la argumentación cotidiana y de las ciencias sociales; y la necesidad de ampliar la visión de la pragmática hacia la consideración de los componentes ideológico, político y social de los argumentos. Con esto último, hago una defensa de la importancia y aportes de las aproximaciones discursiva, hermenéutica y semiótica que ligan el estudio de los argumentos a sus condiciones globales de producción, recepción y circulación.

• La exposición enciclopédica que busca dejar pocas cosas fuera y permitir al lector ubicar autores y problemáticas nucleares; es claro que no es posible profundizar en todos los puntos tocados desde esta perspectiva tan amplia, ya que esto será materia de varios libros futuros más específicos y acotados. Sin embargo, el lector podrá, a partir del texto, acudir a otras referencias para aceptar o rechazar con mayor conocimiento de causa los puntos de vista del autor. La visión panorámica del presente libro se justifica porque no existe en ningún otro texto en español y el lector interesado de habla castellana tendría que acudir a una montaña de textos para hacerse de una idea global.

• La exposición histórica se limita a los trabajos posteriores a 1947 y excluye las menciones extensas al pensamiento crítico, la lógica informal y diversos acercamientos lógicos que han sido más difundidos por los académicos mexicanos.

En suma, la virtud de este enfoque mixto a la vez enciclopédico, teórico, polémico y parcialmente histórico es dar al lector una panorámica crítica de la producción de 1947 a la fecha desde la perspectiva del análisis del discurso, la argumentación natural y el pensamiento democrático radical. El texto contribuye además con propuestas teóricas para el estudio de la emoción, el conflicto, lo no verbal, y al análisis de los funcionamientos discursivo-argumentativos. Aunque los funcionamientos discursivos son el objeto de análisis del libro Argumentación y discurso, y lo no verbal es materia de un libro en preparación sobre la argumentación visual.

El defecto de una aproximación tan general es que impide tratar en profundidad algunos de los conceptos y aspectos tocados, además de que imposibilita la exposición del suficiente número de ejemplos deseables para un texto de aplicación analítica. De cualquier manera, en cada capítulo incluimos algunos ejemplos y nos adentramos en el análisis de ciertos aspectos argumentativos del texto de la primera «Declaración de la selva lacandona» emitida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994 (mismo ejemplo que utilizamos también en el libro Argumentación y discurso) como una ilustración que permita captar la multidimensionalidad de un texto argumentativo, así como la realidad dialógica de todo discurso, aunque la plena argumentación se da en la confrontación real de posiciones independientes y contrapuestas respecto a determinado problema en un contexto de debate.

La amplitud de cobertura del libro obedece a una vocación de complejidad y humanismo moderno radical que guarda nexos con la totalidad de Pascal y Hegel, así como con la de Feyerabend y la epistemología del caos, la complejidad y la incertidumbre de Morin o Capra. El conjunto de puntos esbozados, entre los cuales se presentan algunos cruces, da lugar al capitulado nuclear de este libro que comprende las siguientes secciones:

• La argumentación: discusión de aspectos generales del argumentar (definiciones, operaciones y funciones argumentativas nucleares, así como estudio del campo de la problematicidad en lengua castellana) para introducir al lector en el tema a partir de ciertos elementos compartidos de base.

• La nueva teoría de la argumentación: exposición a la vez enciclopédica, teórica y polémica de los distintos enfoques contemporáneos. La sección inicia con el malentendido, que fija el umbral inferior de la argumentación. Después se exponen los temas yendo de lo lógico a lo dialéctico y luego a lo retórico hermenéutico y por último a lo lingüístico discursivo y semiótico, de manera que el lector vaya construyendo en su mente la complejidad del argumentar y de las teorías de la argumentación.

• La teoría emergente de la argumentación: tratamiento de puntos clave de la argumentación excluidos por mucho tiempo por las teorías más conservadoras y que sin embargo son capitales para una comprensión de la argumentación natural tal cual es: el modo emocional del argumentar, la argumentación no verbal y la discusión erística que fija el umbral discursivo superior de la argumentación, la cual se mueve dentro de los límites del malentendido con que abre la sección «La nueva teoría de la argumentación» y el conflicto que rebasa la palabra para cerrar la sección «Teorías críticas y emergentes»; emoción, visualidad y combate constituyen todos —cada uno a su manera— umbrales de la argumentación en cuanto rebasan la lógica, el discurso y la convicción dialéctico crítica y retórica.

• La peroración: resumen que retoma las tesis principales en forma retórica para puntualizarlas y permitir que queden en la memoria de los lectores. Además, postula un modelo analítico operativo susceptible de aplicarse a cualquier discurso argumentativo. El modelo permite plantear en forma práctica las más diversas propuestas de integración teórica y disciplinaria, según el interés y posición de cada analista.

• El corpus: la transcripción completa y señalada con números de línea en cada renglón del discurso de la primera «Declaración de la selva lacandona», la cual sirve de ejemplo para los análisis al término de los capítulos que requieren ilustración.

• La bibliografía: una referencia extensa, que permita la consulta de cualquier autor o tema de interés en cualquiera de los enfoques de la teoría de la argumentación.

Considero que el cuerpo del libro puede ser leído por gran parte de las personas informadas. El texto permite al lector, con leves ajustes de las correferencias, seleccionar su propia ruta: la vía propuesta por el orden del texto; la lectura por subdisciplinas que va desde la lógica y la dialéctica hasta el discurso; o incluso una lectura que salte los capítulos y apartados lógicos, que suelen ser los más difíciles para el lector no formado en tales materias pero interesado en conocer el campo fundamental de la teoría de la argumentación. Otra ruta posible de lectura es iniciar con la revisión del modelo analítico operativo al final de la peroración para que se comprenda el panorama general y de ahí se parta a los puntos de interés particular o a la lectura general, ya que el acudir al modelo operativo puede permitir no perderse en el conjunto del texto y de las discusiones particulares. El lector o lectora ideal que pueda leer y comprender el conjunto del texto en profundidad y de acuerdo con su disposición original será sobre todo aquel con una formación en filosofía, en lingüística, en lógica o con un nivel de posgrado. Sin embargo, creo que el libro puede ser revisado por cualquier lector crítico, si bien su diferente nivel de formación lo puede llevar desde una lectura ingenua hasta una lectura teórico-filosófica o crítica en los apartados más vinculados con su interés y formación. Todo lo anterior es un exordio, un prólogo a este libro, un intento de ganar la benevolencia del lector (la captatio benevolentiae era una parte inicial y básica del discurso retórico clásico) que se enfrenta a una materia difícil. Muchos conocimientos y experiencias están en la base de mi reflexión sobre la necesidad de abrirse a la comprensión de las diversas teorías y modalidades de la argumentación. Pero sobre todo, si pensar la teoría y práctica de la argumentación no ha de servir para tratar de construir una humanidad mejor, más solidaria y feliz —una verdadera humanidad— no sólo más «lógica lógica» y productiva, entonces no me importaría teorizar. De hecho, comparto en las universidades el espacio con filósofos del pensamiento crítico lógico o lingüístico y me parece que ese pensamiento analítico o estructural, sino se acompaña de una vocación de hacer el bien a la mayoría de la humanidad, de carne, sangre y emoción, no es el producto excelso de lo humano sino el producto de la deshumanización.

No sólo importa la argumentación, sino sobre qué se argumenta y quién argumenta, no sólo es de interés la forma si no el contenido, no sólo es relevante lo universal sino la diversidad respetable. Resulta indispensable además comprender y acotar la argumentación dentro de las relaciones de poder, que se traducen en relaciones de sentido, como afirmaba Pêcheux. De cualquier manera, escribo y estudio porque creo que es posible pensar con seriedad en la argumentación desde una perspectiva que se ubique en la totalidad de lo concreto, como sugería Karel Kosik, para construir una teoría que haga suyo el viejo lema humanista de Publio Terencio tan querido por Marx, figura hoy vilipendiada pero cada día más necesaria cuando nos hundimos sin freno en los pantanos de la globalización neoliberal: «nada humano me es ajeno» (humani nihil a me alienum puto) lema cuyo fundamento critican filósofos emergentes como Slöterdijk, pero que no por ello deja de expresar la vocación necesaria de apertura, de encuentro con el otro, de entender la forma de cada argumento que encierra su propio contenido de pensamiento, de dialogar para conocernos y acordar en forma convencida al menos el desacuerdo con los demás argumentadores, de alcanzar la complejidad de la razón expresada en sus variadas mate-rialidades de la lógica, la retórica, el poder, la ideología, la sociedad, la cultura y la historia. Expresa la convicción de persuadirnos mediante lo verosímil y razonable (no sólo lo racional) que nos mueve a adherirnos a lo que creemos, intuimos, vemos, escuchamos y nos emociona para tratar de entendernos y entender el sentido que el otro construye. El sentido es dirección, razón, sensación y significación en un mundo que, más que nunca, se reproduce a escala global y donde la única manera de sobrevivir es mantener al grupo, que es hoy toda la humanidad en su multiculturalismo y diversidad.

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

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