Читать книгу El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión - Enrique Dussel - Страница 14
Definir la argumentación
ОглавлениеA partir del complejo mundo de competencias antes descritas, cada teoría formula una idea o definición de la argumentación.6 Así, para la lógica tradicional la argumentación es una estructura formal, de examen demostrativo de las pruebas, en donde se transfiere, en forma necesaria, la aceptabilidad de las premisas sabidas a la conclusión por conocer: «Todos los frijoles de ese saco son bayos, los frijoles que tienes en la mano salieron de ese saco, los frijoles que tienes en la mano son bayos». Existe en este caso un control del lenguaje, de las combinaciones de elementos, de las transformaciones, de los axiomas y se elimina la ambigüedad; aunque algunos requisitos (ambigüedad, control y combinación del lenguaje) se matizan en la medida que se avanza hacia las lógicas modernas de más de dos valores y hacia las lógicas dialécticas. El aporte de la lógica es que permite, a partir de reglas claras e invariables, deducir en forma necesaria una conclusión a partir de sus premisas.
Para la lógica natural, una lógica de los contenidos, no hay que estudiar sólo los esquemas argumentativos tradicionales sino también los elementos lingüístico-discursivos que determinan los objetos del discurso. Tales objetos pueden ser nominales, como «democracia», «aristocracia» o «clonación», o de acción como «asesinar, «atacar». Desde este enfoque, argumentación es la teoría general de las operaciones lógico discursivas propias para engendrar una determinada esquematización7 del objeto en cuestión. Como de primera intención esta definición no es muy accesible, ilustrémosla con un ejemplo. Supongamos que en un texto se habla del «gobierno» y respecto de él se dice lo siguiente: «gobierno = actual, de derecha, como el del siglo XIX, vendepatrias, dictadura, de los ricos, de los criollos, de ellos». Es decir, lo que decimos del gobierno es una forma de determinar, de «esquematizar» la clase objeto «gobierno» y es por ello, en sí mismo, una argumentación natural que permite defender un cierto punto de vista y llevar al otro hacia cierta opinión o acción.
Para la llamada (con cierta impropiedad) lógica informal, que busca acercarse al discurso ordinario y pone en el centro el diálogo racional, la argumentación es en sus formulaciones más abiertas la práctica social de presentar y criticar argumentos.8 En sus formulaciones más cerradas, «la argumentación es un proceso dialéctico que involucra la presentación de una posición que a su vez involucra el ofrecimiento de responder las cuestiones relevantes para la aceptación de la proposición».9 Para Govier, una «argumentación es [...] una pieza de discurso oral o escrito en el cual alguien trata de convencer a los otros (o a sí mismo) de la verdad de una pretensión (claim) citando las razones en su soporte».10 O sea que estos enfoques permiten comprender las argumentaciones desde una perspectiva lógica más novedosa, menos formal, más próxima a lo cotidiano y que busca favorecer —a través del diálogo— la convicción racional en la expresión de las opiniones y la toma de decisiones.
Para la pragma-dialéctica, teoría dominante de la argumentación, ésta es «un acto de lenguaje complejo ligado a otro acto que expresa un punto de vista defendido de cara a la obtención de su aceptación por parte del auditor».11 Es decir, al hablar se actúa para prometer, confesar, jurar y en un segundo nivel se integran estos actos para argumentar algo. Esta teoría busca entender el argumentar crítico a través del diálogo racional partiendo de su contexto, de las fases de una discusión, de la comprensión del habla como acción y de la determinación de normas racionales que guíen el intercambio argumentativo.
Cercana a la postura pragma-dialéctica, pero ligándola al discurso, está la definición de Jacobs y Jackson según la cual «las argumentaciones son eventos discursivos relevantes de desacuerdo (disagreement relevant speech acts)».12
Para la antigua retórica, la argumentación es parte de la disposición de todo discurso jurídico. Dos de las cinco subpartes de este discurso (exordio, narración, confirmación, confutación y peroración) están dedicadas en especial al argumentar: la confirmación o prueba que retoma cada idea de la previa narración de los hechos o datos en juego en un discurso, para explicarla y, precisamente, confirmarla; y la confutación, donde se aportan o recrean las pruebas a favor y en contra de cada punto de vista en una discusión, tratando de combatir los argumentos que podrían ser o han sido avanzados por el adversario. En este enfoque, argumentar es el núcleo del discurso para la persuasión del otro.
Para la nueva retórica, ya en la segunda mitad del siglo XX, la argumentación tiene por objeto «el estudio de las técnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesión de las personas a las tesis presentadas para su convencimiento»;13 supone la existencia de un contacto intelectual, un mínimo núcleo compartido que hace posible dialogar.14 Estas técnicas retóricas comprenden formas logicoides (v.gr. «Si el chimpancé es racional, también el hombre, ya que lo que tiene lo más tiene lo menos»), formas que fundan la estructura de lo real (ejemplos, modelos, analogías y metáforas: v.gr. «La paz se consigue si le das al pueblo pan y circo») y formas que se fundan en la estructura de lo real (v.gr. el nexo causal: «si la niña tiene marcas en el rostro es porque sus padres la golpearon, ya que las heridas no se hacen solas»).
Para la teoría de la argumentación en la lengua (ADL), la argumentación es definida en forma mínima como un encadenamiento, una sucesión en el orden de las frases del tipo «argumento + conclusión»;15 es decir, argumentar es articular en la secuencia del discurso una o más razones dadas con un punto de vista fundado en elementos lingüísticos: «el gobierno se ha abierto a la inversión extranjera, pero a costa de dañar la planta productiva nacional»; la introducción del pero articula el discurso de manera tal que permite reconocer una razón antecedente («el gobierno se ha abierto a la inversión extranjera») a la vez que la niega y favorece la conclusión vinculada a la razón consecuente («a costa de dañar la planta productiva nacional»): podemos inferir, por la secuencia, que para el locutor no ha sido adecuado abrirse de esa forma a la inversión extranjera, no ha sido adecuado dañar la planta productiva nacional.
Para Christian Plantin, que une la argumentación en la lengua con elementos retóricos y dialécticos, con la situación y la emoción, la argumentación es una operación que se apoya sobre un enunciado asegurado (aceptado) —el argumento— para llegar a un enunciado menos asegurado (menos aceptable) —la conclusión—. Y argumentar es dirigir a un interlocutor un argumento, es decir, una buena razón para hacerle admitir una conclusión e incitarlo a adoptar los comportamientos adecuados. Además concibe la posibilidad de la argumentación en el monólogo como todo discurso que se puede analizar en tér-minos del esquema de Toulmin en contraposición al diálogo argumentativo que es todo discurso producido en un contexto de debate orientado por un problema. El esquema básico de Toulmin comprende los hechos o datos de partida en un argumento («las rejas en las calles permiten protegerse de los delincuentes para circular con libertad de tránsito»), la tesis defendida («debemos colocar rejas en nuestra calle») y la regla aceptada por la comunidad («la libertad de tránsito es un derecho constitucional») que permite pasar de lo dado a lo concluido, de lo aceptado a lo no aceptado. También propone Plantin definir la argumentación como «el conjunto de técnicas (conscientes o inconscientes) de legitimación de las creencias y de los comportamientos. La argumentación intenta influir, transformar o reforzar las creencias o los comportamientos (conscientes o inconscientes) de la persona o personas que constituyen su objetivo».16
Para Charles Willard desde una perspectiva de la epistemología social, de la interacción cognoscitivista (de la forma en que conocemos) y constructivista (el modo en que las representaciones «construyen» simbólicamente el mundo) la argumentación es una forma de interacción en la cual dos o más personas mantienen lo que construyen como posiciones incompatibles. Es decir, define la argumentación en el ámbito de la interacción, la sociología (a partir de la reformulación de la idea de «campos» de Toulmin), el constructivismo y el enfoque de la incompatibilidad (como en Perelman). En esta perspectiva, el campo de estudio de la argumentación se amplía en forma considerable hacia todo aquello considerado argumentativo por los agentes y hacia lo no verbal, ya que Willard incluye los argumentos «no discursivos».
Gilbert, quien se formara con influencia de Willard, amplía el campo de la teoría hacia el conflicto, ya que las argumentaciones pueden estar entre las más moderadas de las conversaciones corteses, y pueden estar entre los más violentos y letales de los intercambios.17
Por último, una definición muy completa, aunque sesgada hacia la vertiente lógico-dialéctica y normativa, fue postulada con base en cierto consenso (ya que los autores del texto afirman ser todos responsables de su contenido) por muchos de los más conocidos especialistas de la argumentación en el recuento de Fundamentos de la teoría de la argumentación: «La argumentación es un actividad verbal y social orientada al incremento (o decrecimiento) de la aceptabilidad de un punto de vista controversial para el oyente o lector, que proyecta una constelación de proposiciones que buscan justificar (o refutar) el punto de vista ante un juez racional».18
Secuencia, forma, práctica social, razón, verdad, operación, técnica, acto de lenguaje, forma de interacción. ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué pasa esto siempre que queremos definir la cultura, el lenguaje, etcétera? Lo que acontece es que estamos ante un juego del lenguaje (Wittgenstein) que corresponde a diferentes prácticas culturales que siguen diversas reglas. Estamos ante prácticas sociales teóricas (Althusser) de diversos sectores, las cuales corresponden a diferentes ámbitos, intereses y focalizaciones. Estamos ante refracciones ideológicas y polémicas de los conceptos (Volsohinov) conforme a la ubicación práctica, teórica, socioideológica y hasta a la tradición nacional de los distintos investigadores.
En cada caso se habla de usos lógicos, dialécticos, lingüísticos o retóricos de la argumentación. Y dependiendo del juego que se juega, de la ideología que profesamos, de la práctica teórica en que nos insertamos, aparecerán distintas definiciones y posibilidades de crítica de las demás definiciones, pensadas desde nuestro juego de lenguaje, que en el caso del presente trabajo es el juego discursivo semiótico. Así que comentaremos algunos bemoles de las definiciones dadas si se piensan en función de la semiótica que se abre hacia lo no verbal y del análisis del discurso, que ubica los argumentos en sus condiciones sociales de producción, circulación y recepción.
No pretendo con las observaciones subsiguientes desautorizar ningún enfoque, sino contrastar cada teoría con mi propia práctica cultural, mi propia práctica teórica, mi interés y mi ideología. A la vez, al considerar todas las definiciones, quiero mostrar al lector que la realidad argumentativa, como toda realidad, es compleja, por lo cual mirarla desde un solo punto de vista nos priva de la posibilidad de comprender de mejor manera la riqueza y multideterminación de lo concreto.19