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Las fronteras difusas entre macro-operaciones

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Narración y descripción: el relato. El paradigma de la narración (en prosa o poesía) utiliza de manera sustantiva y recurrente la metonimia (substitución de un término por otro con el que tiene una relación de contigüidad: «tomen su Rulfo», en lugar de «tomen su libro de Rulfo») y la metáfora (substitución de un término por otro con el que guarda una relación de semejanza: «vidrio animado que en la lumbre atinas» en lugar de «mariposa», según la descripción de un verso de Luis de Sandoval Zapata estudiado por Helena Beristáin). La descripción aséptica se desarrolla en el orden —la sintaxis— y la selección de las palabras —categorías, definiciones, semántica— buscando la objetividad y la univocidad. Ahora que, es importante señalarlo, no es posible una disociación tajante entre describir y narrar, como puede verse en el verso arriba citado, el cual describe la mariposa a través de una «narración» poética.

Demostración y argumentación: la prueba. El paradigma de la demostración es el silogismo, el procedimiento por reglas, la inducción exhaustiva y la probabilidad. El paradigma de la argumentación pasa por el entimema o silogismo incompleto, el ejemplo dialéctico o retórico, la analogía y la contradicción. Las emociones se expresan tanto de modo analógico (tenemos miedo ante una situación que antes nos provocó miedo) como por inferencia cuasi-causal (consideramos que nuestra tristeza tiene una causa —en realidad una razón— como la muerte de un amigo). La argumentación se da en el polo de la opinión y la demostración en el de la evidencia incontestable, pero existe un continuo y una transformación en el tiempo mediante la cual la opinión se vuelve saber y el saber opinión; así por ejemplo, un día se consideró que la idea de Darwin acerca de «la supervivencia del más apto» era ciencia incuestionable y debía aplicarse en los más diversos ámbitos, hoy en cambio, tal saber es puesto en cuestión en la propia biología y muy probablemente pase al estatuto de mera opinión en el resto de los ámbitos en que se aplicó metafóricamente con cierto abuso. El mito darwiniano resalta la agresión, la territorialidad y la dominancia que son parte de «la película» de la evolución, pero olvida el otro lado igualmente central de lo evolutivo: la crianza requerida para reproducirnos como humanos a partir de un desarrollo emocional adecuado, de una actuación en común y de un ambiente para aprender el lenguaje y el pensamiento.

Narración y argumentación: el sujeto. Como dice Gilberto Giménez36 y reconocía la retórica clásica, describir o narrar es ya argumentar porque suponen una puesta en escena orientada de lo real en función de las pruebas que queremos exponer en cada caso. Peirce37 notó esto cuando consideraba que la palabra es ya un argumento potencial; es decir, argumentamos desde que escogemos las palabras y los hechos o evidencias en lugar de otros posibles para sostener un punto de vista dado. Escoger las palabras es esquematizar, es ya argumentar. Las palabras son programas argumentativos; así, cuando yo afirmo un argumento y utilizo en él el sintagma «traidor a la patria», el escucha prefigura adónde puedo ir en mi programa narrativo, como por ejemplo, hacia la proposición de la ejecución o la destitución del personaje en cuestión.

Muchos sitúan erróneamente la historia en el eje narrativo, pero ya anotábamos que es en realidad una mixtura de narración (se cuentan los eventos, como en la magistral obra El mediterráneo de Braudel y se trabaja la historia como discurso) y argumentación (se proporcionan pruebas para sostener una posición), además de contener elementos objetivantes demostrativos (fechamientos, comprobaciones fehacientes de datos, hechos y transformaciones) y descriptivos.

Descripción y demostración: el objeto. Descripción y demostración se desplazan en el eje de los hechos y estados de cosas, de la objetividad, aunque se construyen desde la subjetividad inevitable de una teoría y un punto de observación. Así, aunque en el cuadro anotamos los hechos y datos en el eje del objeto, también son importantes en la narración y en la argumentación. A la inversa, las normas y valores pueden jugar también un papel, aunque en menor grado, en la descripción y la demostración.

Argumentación y descripción: del objeto y el hecho al argumento. La argumentación se opone a la descripción como la política al mandato militar o la receta de cocina; quien ordena desconfía de los vericuetos de la argumentación, quien argumenta desconfía de toda descripción en apariencia neutra. Sin embargo, la descripción puede formar parte de un discurso argumentativo y contribuir a reforzar la argumentación. Como acabamos de decir, describir algo puede ser ya una argumentación. Por otra parte, la descripción conforma parte vital de la precisión y la disolución de los malentendidos en la argumentación.

Narración y demostración: la tensión entre la prueba y el relato. La demostración se opone a la narración como la ciencia a la literatura; la ciencia positiva desconfía del deseo y del sentimiento, de la expresión de la subjetividad. La literatura se «aburre» con la demostración científica. La narración bella, poética, subjetiva se opone a la demostración ascética, unívoca, objetiva. Sin embargo, más allá de la axiomática, la teoría se describe y eventualmente se narra. Las grandes teorías se convierten en metarrelatos. La narración cuenta desde el horizonte del saber científico de su tiempo, de lo que es verosímil merced al saber.

Estaría tentado a sostener que la demostración-argumentación es el universo del poder-saber y la descripción-narración el eje del contar-placer. Sin embargo no puede ser así, en todo hay saber, poder, deseo y relato. Es más relevante remarcar que solemos recorrer un circuito, en donde para narrar hay que describir; para argumentar, narrar; y para demostrar, argumentar la teoría. Es decir, aunque la demostración paradigmática es una fórmula, se sostiene en una teoría y ésta se funda en argumentos, que a su vez acuden a narraciones y descripciones. En sentido inverso es frecuente que las narraciones utilicen argumentos o demostraciones para soportar su lógica y que las argumentaciones incluyan elementos demostrativos para soportar los puntos de vista en cuestión. En realidad, las operaciones del discurso son meras dominantes, no hay pureza absoluta. Transitamos de unas a otras.

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

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