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Las funciones comunicativas y argumentativas

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El diagrama típico de la comunicación (emisor-mensajereceptor) que considera a ésta como mero procesamiento de información e intercambio de datos unívocos entre mentes aisladas universales es muy limitado y sirve sólo a fines lógicos estrechos. Sin embargo, es posible pensar la comunicación argumentativa en otra perspectiva: de las funciones y fines que se persiguen al comunicar; de la comprensión del lugar de la interpretación y el malentendido en los intercambios; de la diversidad de códigos del emisor y el receptor concebidos en su complejidad como sujetos que construyen los «datos» desde «lenguaculturas» y formaciones discursivas específicas; de la complicación del enfoque para comprender cómo intercambiamos también emociones emergentes en la interacción; de la concepción compleja de sujetos dialógicos. El esquema comunicativo resultante27 es entonces de importancia para el estudio de los argumentos y los procesos del argumentar cotidiano. Así, desde una perspectiva compleja es relevante considerar las funciones que cumple la argumentación derivadas del esquema comunicativo de Roman Jakobson (basado a su vez en autores como Bülher, Shannon y Weaver) modificado por el análisis del discurso y la teoría de sistemas dinámicos. Algunas funciones (que además constituyen criterios tipológicos, según predominen en un discurso) pueden no tener un centro argumentativo intrínseco, pero entran de forma necesaria en el juego del argumentar ordinario:

• La función referencial o informativa (a qué se refiere lo dicho), lógica y dialéctica. Cumple una tarea justificativo-explicativa de lo real, lo simbólico o incluso lo imaginario. La argumentación referencial es la típica de la explicación causal: «tiene que haber una puerta o una ventana abierta, porque las velas no se apagan solas». Cabe anotar que las emociones pueden remitir a una referencia subjetiva.

• La función expresiva del emisor (quién y cómo habla) que resulta vital en la presentación retórica del orador. Esta función vincula el argumento, la emoción y el sujeto, como en muchos de los textos de los grandes líderes religiosos: «Yo soy la verdad y la vida, y quien crea en mí vivirá».

• La función apelativa que alude al receptor (a quién le hablo) y puede ser clave en la dialéctica y en la retórica: «el país está en manos de extranjeros, únete al movimiento nacional para liberarlo». Toda argumentación busca movilizar al otro en un cierto sentido, pero en algunos casos esta función es el centro.

• La función metalingüística que atañe a la dialéctica (la aclaración del código usado para argumentar y por tanto clave para interpretar): «cuando yo argumento que México debe dejar paso a la democracia, no estoy pensando sólo en las elecciones, porque democracia es “el poder del pueblo”». Es una función clave en la disolución de malentendidos y en el argumento por la definición.

• La función poética (uso de tropos, de figuras, de repeticiones) que trabaja sobre el discurso y que es vital para el establecimiento de la validez (relativa) de una opinión en la retórica. Cuando una argumentación acentúa el trabajo sobre el mensaje, destaca su función poética, como en los argumentos del I Ching: «Sobre la madera está el agua: la imagen del pozo. Así el noble alienta al pueblo durante el trabajo y lo exhorta a ayudarse mutuamente». En realidad, la dimensión poética del argumentar aparece con más fuerza en ciertos discursos, como el literario, pero es ineludible en la argumentación natural y es constitutiva del empleo del lenguaje ordinario, como Humboldt, Nietzsche y Wittgenstein han demostrado.

• Y la función fática (es decir, relativa al canal de comunicación, que puede ser visual, auditivo, táctil, olfativo, etcétera) que mantiene el canal operando, evita la ruptura de la comunicación y deja abierta la posibilidad de contacto, sin el cual no se da la posibilidad de argumentar. La función fática resulta crucial, por ejemplo, cuando existe una comisión negociadora que permite llegar a acuerdos entre partes beligerantes o evitar al menos el conflicto; aunque no en todo momento se sienten los contrincantes a negociar, resulta crucial que el canal esté abierto.

Ligado a lo anterior, la argumentación en sí misma nos lleva a diferentes funciones específicas. Julieta Haidar,28 que se basa en la propuesta funcional, así como en diversos autores de habla francesa y en especial en los teóricos de la lógica natural, considera varias divisiones de la función argumentativa. Aquí retomo y modifico estas funciones, que yo considero imbricadas con las previas pero vistas según la perspectiva de la operación argumentativa (en oposición a la descriptiva, la narrativa y la demostrativa):29

• Función justificadora esquematizante; está relacionada con los objetos discursivo-semióticos, que son iluminados a la luz de cómo se anclan y conciben en una cultura determinada; así por ejemplo, la palabra «líder» implica peculiares evocaciones y posibilidades, originadas en la lengua y cultura inglesa, mientras que la palabra «macho» adquiere matices singulares en el mundo latinoamericano. Los objetos se esquematizan mediante las determinaciones de lo que decimos de ellos en un discurso y que conllevan en sí una argumentación respecto a la cual nos involucramos de cierta manera.

• Función justificadora de esquemas de inferencia; está vinculada a los esquemas de razonamiento. Éste ha sido el objeto de estudio tradicional en la argumentación: los silogismos; los procesos de deducción de lo general a lo particular, de inducción de lo particular a lo general; de abducción que introduce nuevos conocimientos; y de analogía que establece similitudes.

• Función organizadora; mediante ella se ordenan tanto las esquematizaciones ideológico-culturales como los esquemas justificadores, se disponen a lo largo del discurso.

• Función valorativa; la argumentación está asociada a valores. Al argumentar, necesariamente lo hacemos desde una subjetividad que toma partido, se acerca o se distancia de lo dicho, acepta o rechaza lo planteado por otros en función de una axiología. En esta última tienen un papel crucial los modos argumentativos de la emoción y la creencia.

Podemos hablar también de una función de refutación, pero en realidad esta función tiene un estatuto diferente, ya que es uña y carne con la operación argumentativa en sí, como un todo. Afirmar es negar otras visiones y argumentar es refutar otros argumentos.

La comprensión de las funciones comunicativas (referencial, expresiva, apelativa, metalingüística, poética y fática) y del carácter esquematizante, justificativo, organizador y valorativo de la operación de argumentación-refutación ayuda a comprender de manera más cabal su funcionamiento.

El arte de argumentar: sentido, forma, diálogo y persuasión

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