Читать книгу Mentiras creíbles y verdades exageradas - Enrique Sueiro Villafranca - Страница 9
Los españoles se consideran, injustamente, inferiores
ОглавлениеA la vista de los datos contrastables, parece que hay amplio margen para seguir aprendiendo sin miedo a la verdad. Sigue actual la sentencia atribuida a San Gregorio (siglo IV) de que «no hay peor escándalo que querer suprimir la verdad por miedo al escándalo».2 Donde también se aprecia opción de mejora es en la autoestima de los españoles. Según encuestas del Real Instituto Elcano, España recibe mejor valoración de los extranjeros que de los nacionales, y los españoles nos apreciamos menos a nosotros mismos de lo que otros ciudadanos valoran a sus propios países. Tres botones de muestra dentro de Europa: vemos el país como «corrupto» (64 % frente al 27 % de los europeos), «débil» (52 % frente al 25 % de nuestros vecinos) y «pobre» (62 % frente al 43 % de ellos).3 Se confirman tanto la saludable actitud de los españoles de no considerarse superiores, como su injusta tendencia a creerse inferiores. En tan singular proceso de extranjerización, con llamativa asimetría confluyen ignorancia y embelesamiento. Al desconocimiento de los méritos propios y de los fiascos ajenos se suman una desproporcionada admiración por lo foráneo y una minusvaloración patológica de lo nacional.
Cada cifra, cada porcentaje, cada enumeración, cada argumento aquí expuesto requeriría no pocos matices y elementos adicionales de contexto. Abordarlos todos resultaría inviable y, de conseguirlo, haría ilegible el resultado final. Sería una especie de Boletín Oficial del Estado (BOE) que recogería todo y, precisamente por eso, casi nadie consultaría. En el extremo opuesto, excesiva síntesis, el riesgo también acecha. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. resume tanto el párrafo informativo sobre España que apenas hay referencia a nada relevante entre su época dorada (siglos XVI-XVII) y la dictadura de Franco (1939-1975).4
A esta limitación deben añadirse, al menos, tres condicionantes específicos de la subjetividad y relatividad de los textos históricos: las connotaciones de las palabras que nombran hechos, el modo de surgir la historia como tipo de conocimiento y los diversos puntos de vista según sus protagonistas.5
Sobre este último aspecto, la perspectiva de los actores, resulta iluminador conocer versiones y argumentos de unos y otros, ya que sus vivencias y percepciones pueden diferir notablemente. Hernán Cortés y Moctezuma encarnan un ejemplo esclarecedor. Parece que el español tomaba la iniciativa para conseguir su conversión al cristianismo. Cuando el conquistador comparaba la aberración de los sacrificios aztecas con la sencilla misa católica, el líder mexica, que escuchaba con interés, respondía que le parecía menos execrable sacrificar personas que comer la carne y la sangre del mismo Dios.6 Se ignora si llegó a producirse contrarréplica para explicar este misterio de la fe como renovación incruenta de la muerte de Jesús en la cruz.7